Ese complejo dominicano de creerse menos que otros y en particular, de guardar culpas escondidas por Haití y lo que rotundamente no es cierto

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Corría el año 1937 y al entonces presidente y generalísimo, Rafael Leónidas Trujillo, personajes dentro de sus allegados y quienes respondían a los intereses de la burguesía cibaeña, le alentaban a lo que entendían debía de ser corregido en materia de lo que llamaban “invasión pacífica” y de la que paradójicamente, se beneficiaban grandemente al disponer para sus negocios de mano de obra prácticamente esclava y de consumidores totalmente sumisos.

Un día y al llegar a la comunidad de Elías Piña en su viaje de inspección a caballo por la frontera y ya en la mesa de honor del club local, la gobernadora de Montecristi, Isabel Mayer, inició la tanda de argumentos y conjeturas con miras de que el dictador diera la orden de expulsar a los haitianos  “y si no se quería que la negritud se apoderara de las familias dominicanas y los negocios se dislocaran ÿ debido a que hasta la moneda del país vecino circulaba en toda la línea noreste y el Cibao central”.

Durante un buen rato los allegados a la mesa se turnaban en tratar de manipular a Trujillo y quien como a ese momento ya estaba en asuntos de baile y tragos, hastiado, dio la orden de que se expulsara violentamente a cuanto haitiano se encontrara en calles de pueblos y caminos de parajes.

La orden quedó a cargo de sargentos políticos miembros del Partido Dominicano y su implementación, por individuos armados de cuchillos, machetes y colines y todos civiles y con uno que otro de uniforme actuando por su libre albedrío, no porque recibiera instrucciones sobre el particular.

El resultado y en tres días, que fue que duró aquello en su nivel más álgido, se mostró en más de diez mil haitianos expulsados hacia su país y no más de tres mil asesinados.

Pero los dominicanos de ahora y por las narrativas interesadas y nada veraces, entienden que murieron más de 35 mil haitianos y lo que es una mentira grosera que se fundamenta en un solo hecho y que se demuestra en un solo dato.

Hubo una rueda de prensa y en la que había periodistas estadounidenses y cuando uno de ellos le preguntó a Trujillo si él confirmaba que habían muerto “entre tres y cinco mil haitianos”, Trujillo e indignado, le corrigió y diciéndole, que fueron 35 mil. A partir de ese número, el exilio antitrujillista en Cuba, Venezuela y EEUU lo magnificó a más y llegándose a propagar la grosera mentira, de que en realidad habían sido 50 mil. Hasta aquí el hecho de que hablamos.

Ahora vamos al dato y para demostrar que semejante matanza nunca ocurrió en la dimensión que se ha querido hacer creer, pues si hubiesen sido 50 mil muertos y no los 3 mil que anales diplomáticos del Departamento de Estado registran y el dato queda confirmado, de solo 3 mil muertos, porque desde el 1937 hasta este 2022, hablamos de 85 años, nunca ha sido descubierta fosa alguna que contenga esos muertos y por lo otro, que los pocos fallecidos, prácticamente todos fueron llevados a Haití y otra minoría recibió cristiana sepultura en cementerios dominicanos y de cuyos registros existen.

Lamentablemente, el discurso de odio contra Trujillo se cambió por un discurso de odio contra la nación dominicana y principalmente de parte de Haití. Sin embargo, nadie se detiene a descubrir la gran afectación que Trujillo y sus asesores le hicieron a la soberanía nacional y al regalarle a Haití más de 15 mil hectáreas en la zona noreste y que a ese momento era el limite entre los dos países por aquella parte de la isla y como un medio de callar la vocinglería de la prensa internacional, en tanto al gobierno del país transfronterizo, el dominicano le compensaba por las tres mil muertos y 15 mil desalojados con cerca de medio millón de dólares de aquella época y que fueron dineros que se quedaron en los bolsillos de los funcionarios haitianos.

Es decir, quien sí se benefició con largueza de aquella estúpida y maliciosa propuesta de la gobernadora Mayer y compartes, fue el país vecino y al obtener los más de cinco millones de metros cuadrados que agrandaron su territorio y lo que nos hace decir, que Trujillo y sus funcionarios, sí que son culpables de la afectación del territorio nacional y por lo que al retorno de la “democracia” en junio de 1961, tanto el dictador como ellos, debieron de haber sido juzgados en ausencia por traición a la patria.

Naturalmente, lo sorprendente de toda esta tragedia narrada maliciosa y mentirosamente por los antitrujillistas y la prensa dominicana, ha sido, que esos grupos manipularon de forma tan grosera la mentalidad dominicana, que todavía, las más de 8 generaciones que han pasado desde el 1937, no ha habido uno de sus integrantes que no sienta complejo y vergüenza “por lo que le hicimos a Haití” y a lo que tajantemente hay que responder, que no se puede continuar creyendo tal historieta y sí por lo contrario, que cada dominicano ponga su cara en alto y con orgullo se muestre como tal.

Y es precisamente por esta manipulación, que indeseables haitianos como Claude Joseph, aprovechan la falsa narrativa para hablar de negritud, persecución contra haitianos y sobre el supuesto anti haitianismo y del que dice, existe entre una fuerte mayoría nacional y lo que nunca ha sido así.

Desde luego, hay y como en toda sociedad o pueblo, extremistas que no razonan y que emocionalmente no son mas que unos atrasados mentales y como es el caso de los ultranacionalistas del Instituto Duartiano, pero en vez de mirar hacia esos reductos de fanáticos y  los que existen en las dos Repúblicas limítrofes. Creemos que se debe hablar de lo que nos une.

Por ejemplo, los mas de millón y medio de familias binacionales compuestas por ciudadanos dominicanos de origen haitiano o de haitianos de origen dominicano y a quienes los extremistas de los dos lados les hacen objeto de sus escarnios o de que, gracias al crecimiento y desarrollo económico dominicano, tenemos entre nosotros mano de obra haitiana que paga sus impuestos y formada por gente fundamentalmente honrada y  que integran a cerca de un millón de haitianos o que República Dominicana se ha convertido en la fabrica y agro industria a gran escala que abastece al pueblo haitiano y en razón de lo cual, Haití nos compra productos dominicanos por más de 600 millones de dólares cada año y que contribuye, que por esas compras, no menos medio millón de dominicanos están empleados directamente y más de un millón indirectamente.

En resumidas cuentas, si todos tenemos presente los aspectos que reseñamos, tendríamos que entender que ese complejo casi histórico, de que el dominicano se sienta culpable frente al haitiano es uno que no tiene base alguna de existir y por lo que observamos, que no hay razón de tener ese complejo dominicano de creerse menos que otros y en particular, de guardar culpas escondidas por Haití y lo que rotundamente no es cierto.

Y mucho menos, si recordamos, que cuando la primera República, el Haití de entonces hizo matanzas propiciadas por sus militares, de más de 100 mil dominicanos y destruyó más de mil pueblos y comunidades y que sepamos, los haitianos no muestran pena alguna por esos hechos realmente criminales y de los que sí es verdad, que no fueron cometidos por sus generaciones actuales. (DAG)