Desde que previo a la primera reelección del presidente Joaquín Balaguer para el año 1970 se hizo costumbre entre los políticos “opositores” no aprovechar las negativas del mandatario respecto a no reelegirse y en cambio, replicarle diciendo que no le creían y que sí entendían que iría por la continuidad y lo que luego fuera una costumbre que se magnificara a mayor en los años sucesivos.
A partir de aquel tiempo, los políticos criollos se han acostumbrado a mentir a conciencia y sin que en lo absoluto pudiera darles verguenza. De ese modo, en vez de aprovechar las palabras del gobernante diciéndoles que no se reelegiría y en consecuencia, actuar bajo ese predicamento para disputarle el poder con la eficacia que se requería, todos ellos y estamos hablando de los grandes políticos de entonces Bosch, Peña Gómez, etc., ninguno hizo por enfrentarle electoralmente y salvo para el último intento reeleccionista en el 1978.
Debido a ello, Balaguer siempre se les imponía y mucho más, cuando para el 1974 cometieron y bajo la etiqueta del “Acuerdo de Santiago” el error más absurdo y como fueras ese de retirarse de unas elecciones, que con mucho interés y viéndolo ahora en retrospectiva, perfectamente que esos “opositores” habrían ganado.
Ahora, parecería que los gobiernistas actuales se les adelantan a los opositores y mientras el presidente Luis Abinader no niega que la realidad continuista la tiene frente así, de marrullero -santiaguero al fin y al cabo- demora su decisión en cuanto a si irá o no a la reelección en el 2024, planteando, que dentro de año y medio se pronunciará sobre el particular y con lo que sibilinamente, es obvio que pretende que la Oposición no le entienda sus cartas ya marcadas, en tanto los suyos y comenzando por el oficialista PRM juegan a no hacerle caso y lanzarse con frenesí hacia una fantasmagórica pre campaña electoral a destiempo y con el expreso propósito de ganarle tiempo a cuando llegue la campaña electoral en sí.
De esta manera, ayer ocurrió el arrebato de quitarle a uno de los partidos “opositores” un importante militante a nivel municipal en la comunidad de Consuelo, en el este del país y con lo que, a nuestro juicio, se dio el pistoletazo de salida a los aprestos reeleccionistas.
Era tal la importancia del acto político-electoral mencionado, que al frente del mismo estuvieron el presidente y la secretaría general del partido oficial, con cuya presencia se avalaba directamente el plan continuista oficial, que por lo que se vió, parecería que una patana sin control es la que ha sido puesta en marcha. Abinader entre tanto y desde otra parte del territorio nacional, avivaba las masas en un acto político inaugural aparentemente administrativo y el que le permitía movilizar masas sin el temor de que se le dijese que estuvieran haciendo algún tipo de apresto electoral.
Mientras, el alcalde de que se trata, un señor apellido Padilla, agradeció a quienes le habían -palabras textuales- “servido de enlace” para que él pasara al gobierno y en lo que no había que tener mucha imaginación y para entender, que se refería al presidente partidario Paliza, quien “casualmente” es el influyente ministro administrativo presidencial.
Ante semejante realidad, es imposible negar que el PRM va por todas en procura de la reelección presidencial en el 2024 y por más que Abinader señale que esa es una discusión o tema que él la ha pospuesto para año y medio luego. Sobre todo, cuando y dicho por Padilla y aplaudido por los altos cargos presentes, también dijo, que “a partir de ahora el PRM es la mayor fuerza política del municipio de Consuelo, a los compañeros del partido, que hoy nos reciben, quiero que sepan que vinimos a trabajar y a crecer en favor de todos los dominicanos". Sin duda que mejor de ahí se daña.
Se está entonces ante una nueva situación extremadamente atípica para el uso dominicano: Un presidente de la República que insiste que el tema reelección no se debe tocar hasta dentro de 16 meses, mientras los principales cargos de su partido se hacen los chivos locos y arrancan con evidentes aprestos continuistas y que nadie que tenga dos dedos de frente podría ignorar.
¿Qué ocurrirá a partir de ahora, cuando se sabe que la única reelección que se le permite al presidente está avalada por un artículo constitucional, el 124? Pues sencillamente, que al momento de que se inicie la llamada “zafra electoral”, la industria colateral de la propaganda y de los cañonazos de papeletas a diestra y a la siniestra, cobrará una fuerza tan indetenible, que, si se llega a diciembre de 2023 con el mismo ímpetu y conociendo la pujanza económica del gobierno, difícil podría plantearse, que el carro reeleccionista, su conductor no entienda que su marcha es indetenible.
Desde luego, no estamos diciendo que la reelección sea mala en sí y mucho menos que no tenga que implementarse al tenor de lo que ordena la Carta Magna, sino que simplemente advertimos, que si el gobierno y su partido, llegaran un momento en este año, que entendieran, que su andar lo asuman a paso de vencedores, que la nación correría el riesgo de afectar las políticas institucionales que han facilitado las cosas y para que con todo y pandemia, la economía despegue y como no se había supuesto.
Y si esto es así, entonces por obligación habría que reconocerle al presidente, ese tacto que los dirigentes de su partido no muestran y el que, si se deja crecer tal triunfalismo, podría convertirse en lo más parecido a un tiro por la culata. Al mismo tiempo, creemos que el panorama político tenderá a despejarse y mucho más allá de la firma de todas las fuerzas políticas a propósito del documento a favor de ayudas a Haití por parte de la comunidad internacional y en el que percibimos y por las firmas plasmadas, que allí está la esencia de las fuerzas opositoras que apoyarán al PRM, en tanto en el horizonte, desde ahora vemos la probabilidad, de una alianza desesperada y estratégica, de ahora o nunca, entre el PLD y la FP y no para rezar y sí para sacar al PRM electoralmente del poder.
Por eso y en lo que el hacha va y viene, observamos ese huidizo silencio del auto engaño entre políticos, mientras el pueblo y entre malicioso y calculador hace sus apuntes. (DAG)
