Fue el Consejo Nacional de Educación, el ente que dispuso la derogación de la política de género, no el ministro de Educación, quien solo la ejecutó

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Es una lástima, que en este país a todo se le busca la manera de personalizarlo y como la mejor forma por parte de terceros, para tirarle responsabilidades a alguien en particular. Ahora se trata de las protestas de grupos interesados formados por supuestos “izquierdistas y progresistas”, quienes han puesto el grito en el cielo y desgarrándose sus manchadas vestiduras, atacando en lo personal al ministro de Educación Ángel Hernández y como si este y en lo relativo a la derogada orden departamental 33-2019 que establecía la implementación de la política de género en el Ministerio de Educación, hubiese actuado unilateralmente y no por mandato de los miembros del Consejo Nacional de Educación.

La tan torcida forma y rebuscada, de buscar por parte de disidentes a todo, a quien tirarle las culpas de lo que entienden una decisión errada, mientras que los que siempre critican y le buscan un pero a todo y en su papel de expertos obstaculizadores de las mejores iniciativas a favor del país, encuentran de inmediato apoyos complacientes dentro de las factorías mediáticas y las que rápidamente truenan a favor de los que disienten.

Véase, que, por ese controvertido jueguito de no aceptar para nada, que quienes se arriesgan a tomar decisiones puedan hacerlas sin que se piense que podrían obtener el reconocimiento de unos medios que actúan con puntas de lanzas de intereses escondidos y que, como en el caso de la absurda pretensión de instalación de una política de género, han hecho lo indecible por distorsionar la realidad natural de los dos sexos y diferenciados desde el nacimiento de cada persona.

En función de tal absurdo, quienes quisieran que en los centros educativos y a nivel de pre primaria, primaria, intermedia y secundaria básicamente, se diera  la necesaria confusión de roles o calidades de cada niño o joven y como persona que tiene su sexo fijado desde el momento de su nacimiento o desde su concepción como señalan terceros, la sociedad o mejor dicho la ciudadanía, experimenta el más formidable ataque sexista y dirigido por mentalidades distorsionadas que genéticamente no se aceptan tal como  la  naturaleza les formara.

De este modo se tiene y ya tomando por asalto las instituciones educativas, que los protagonistas de semejante debate tan impropio y en este caso, de docentes supuestamente calificados profesionalmente a nivel académico y cuya tendenciosa finalidad posterior, sin duda, va dirigida a darle un vuelco tal a las relaciones entre las personas y con miras de distorsionar la naturaleza especifica de cada sexo.

Realmente y que debe tenerse muy presente, que lo que se procura con estas críticas “opositoras”, es atacar a la familia como la célula básica de la sociedad y queriendo afectar el propósito natural de esta y que es el que cada pareja de hombre y mujer procree hijos y los forme y eduque.

Por eso y en el arrastre de interés tan prejuiciado, se tira al suelo la formación moral, religiosa y conocimiento de origen biológico del sexo de cada individuo y con la pretensión de hacer creer, que ya formados y cada uno viviendo como hombre o mujer, por sí y su libre albedrío, las personas pudieran conceptualizarse con la especie de derecho a describirse, no ya como parte de un hipotético tercer sexo, sino como uno nuevo a base de laboratorio o cirugía y que mejor se aviniera a sus inclinaciones sexuales o practicas sexistas.

Así ocurre el surgimiento del inventado lenguaje sexista, que de pronto, la parte de los arribistas miembros de la clase media y de la pequeña burguesía quisieran, que como dóciles sin voluntad propia, las personas se comportaran y lo que a su vez ha originado una especie de “toma de identidad”, de todo un grupo de parecidos a enfermos mentales, queriéndose destacar en la práctica del debate público.

Ahora resulta, que las madres subrogadas de alquiler o las uniones civiles de personas del mismo sexo y lo peor, la creación de hijos por paga para que individuos del mismo sexo sean presentados eufemísticamente como padres y como el resultado de la mal denominada política de género y ya como una distorsión de lo que otros entendemos, como las variables sexuales entre personas de igual sexo y las que bien empleadas, necesariamente que no atacan a la familia, pero sí que las retan.

Así caemos y en esta degradación antinatural del individuo como persona con libre albedrío, que hay sociedades en las que se aboga por el aborto como un hecho criminal potestativo de adolescentes y adultos y sin importarles colocarse al margen de lo legal y natural, que, de suyo, es otro tipo de ataque contra el derecho natural a la reproducción e inherente a toda mujer.

¿Cómo es posible, de que, en aras de la política de género, se autorice y acepte el genocidio de cientos de miles de futuros individuos y por medio de personas que practican el aborto y como negocio médico o paramédico con fines de aniquilar el derecho natural a la reproducción humana?

Una cosa es, que la mujer a “abortar”, lo pretenda hacer por ese equivocado criterio de autodefensa ante una violación y cuando el nacimiento debería ocurrir y aunque a cambio, el nacido sea entregado a entidades de caridad y auxilio para su crianza o el otro tan atendible, de preservar la vida de la embarazada a un mal parto y como madre a favor de sus hijos y de la preservación de la unidad familiar.

Pero ahora, lo que los criminales grupos feministas abogan con las prácticas abortivas (naturales o médicas) es simple y llanamente, por la extinción de la especie humana y concomitantemente con la creación “profesional” del ser “transgénero”, que, al decir de especialistas, son calificadas como personas “que tienen una identidad o expresión de género que difiere del sexo que se les asignó al nacer” y quienes, al cambiar de sexo por asistencia médica, se les denomina transexuales.

Para uno y otro caso, se está ante una grave destrucción de la personalidad humana y lo que se puede observar con cuidado, desde el momento que una madre “liberal o progresista” le inculca al hijo varón que se vista como hembra y actúe con el sexo al que se le quiere inducir.

Viendo toda esta realidad, se entiende que todo este conjunto de hechos y de acciones, actitudes e iniciativas chocantes contra la ley natural, son el producto directo de esas políticas de género, que cuando se le imponen o son adoptadas por determinadas sociedades, la estructura social se desestabiliza al completo y la célula familiar quedaría como el último reducto de supuesta “inmoralidad social” que es llevada a vías de extinción y en lo que, los mass media en sentido general, tienen grave como grande responsabilidad.

De ahí que sea tan importante que la sociedad esté alerta y que en el caso dominicano, se entienda que el paso dado por el Consejo Nacional de Educación es el correcto y por lo que no se puede descuidar salirle al frente a sus enconados opositores propagandistas y tal como aquí hacemos y al recordar, que fue el Consejo Nacional de Educación, el ente que dispuso la derogación de la política de género, no el ministro de Educación, quien solo la ejecutó. (DAG)