Golpe mortal contra la unidad familiar de esposos o parejas y con el perverso interés, de que las relaciones entre estos no sean de amor y si de interés mercurial y vengativo

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Durante días y después que nos enteramos, de que la azarosa feminista preponderante en el Senado de la República había logrado que sus colegas masculinos se colocaran así mismos la soga en sus propios cuellos y con el pretexto de que “las relaciones sexuales no consentidas entre pareja se las entienda violación”, pudimos entender el alcance fatídico como demoniaco con el que los grupos feministas habían logrado darles la vuelta a las relaciones sexuales entre esposos o parejas.

Y al caer en cuenta del terrible despropósito que se pretende, de que bastaría que una esposa o pareja denuncie a su cónyuge o amante porque se acostó sexualmente con ella sin que esta hubiese consentido el acto sexual, automáticamente pudimos entender, que realmente, lo que se quiere es la destrucción plena del fundamento de la familia que son las relaciones sexuales con fines de procreación.

De ahí que esta mañana observáramos al pie de una declaración del obispo católico de la diócesis de Santiago, Carlos Tomás Morel Diplán, que fuera interrogado al respecto por reporteros de medios, que “lo que se quiere, es que las feministas tengan más amplio dominio sobre el libre albedrío del hombre, no sobre el de ellas y por lo tanto, que la relación de pareja entre cónyuges, amantes o esposos, no se correspondan al mismo sentimiento original de cuando se casaron o unieron, amarse el uno al otro y procrear hijos, sino que la mujer sea la dominante y el hombre su esclavo y en una relación sado-masoquista inequívoca. Otra piedra más para destruir a la familia.

“Entendiéndolo, asumimos que la plaga de lesbianas que existen mayoritariamente entre fiscalías y juzgados estarán de plácemes, teniendo otra herramienta legal con la que destruirán los hombres. Cretinos los diputados y senadores hombres, que ciegamente procuran caer presos al momento que sus mujeres decidan arrinconarles. ¡Vivan las feministas a ultranza!”

Por supuesto, fundamentamos nuestro criterio, en los cientos de casos que llegan a nuestra redacción y de todo el país, de mujeres jóvenes, que por el solo placer de dañar a sus esposos o parejas formulan denuncias descabelladas y a las que sin importarles razonar como se debe y violentando el derecho del denunciado a exponer su criterio, las fiscales arremeten y los meten presos por quince, treinta días o tres y hasta seis meses y por una simple denuncia sin sustento alguno, salvo el afán de maldad, de parte de una mujer que se comporta como mujerzuela o peor y porque es amante clandestina de la fiscal que persigue a quien denunció.

Es como nos expresó un perjudicado: “¿Usted sabe lo que es, no encontrar trabajo y solo sinvergüencerías, drogas o violar tarjetas de créditos, al tiempo que cuando voy al colmado para tratar de cumplir mi deber de alimentación en el hogar, encontrarme con que todo va para arriba y uno sin dinero y que medio galón de aceite pasó de 145 a 320 pesos o que 2 libras de habichuelas pasaron de 39 a 115 pesos?

Ciertamente, que con una situación económica tan desgraciada y que está pasando la población de clase media-media hacia pueblo, en la que no hay trabajo, solo problemas y nadie sin dar una ayuda o encontrarse con que las ayudas sociales gubernamentales no son tales y que la burocracia se le impone al hijo de machepa, tanto, si lleva un hijo a inscribirse a una escuela y allí no se le da paso por ser pobre, mientras que aquel que llega en automóvil, de inmediato le registran al hijo e igual en los hospitales, donde a los ciudadanos de a pie se les trata peor que si fueran perros y nadie dice nada y la prensa también calla y ¿para que encima de tantas penurias, ahora vengan senadores y diputados a afectar a la mitad de la población dominicana, toda esa de 4.5 millones de hombres y solo por pretender hacerle caso a las feministas lesbianas que tienen acceso a fiscalías o juzgados?

Realmente, cuando se está en la piel de quienes no tienen nada y ni siquiera esperanzas y se repasa el rosario de abusos que se les perpetra y a los que hay que agregar la violenta represión policial de pura macana que desde el poder se alienta, ¿en que cabeza cabe que en este país pueda haber paz y tranquilidad social?, es un milagro que el pueblo dominicano todavía no se haya levantado indignado y tratara de arrasar con todo frente a tanto abuso de poder, contra quienes no tienen voz y quienes son las victimas “naturales” de tantos atropellos.

Para colmos, entonces, viene esto, de que si un esposo o pareja o amante quiere tener sexo y la esposa, mujer o compañera se niega a cumplir con ese sagrado deber marital, la fémina encuentre respaldo militante entre fiscales y juezas insensibles y mucho peor, actuando como lesbianas que tienen interés en las descocadas que ponen querellas sin ton ni son y sin que al marido, esposo o amante perjudicado, para nada se le escuche y por lo contrario, se le tranque de inmediato y como si fuera un criminal.

Hechos suficientes para que estemos totalmente de acuerdo con el obispo Morel Diplán e instemos a senadores y diputados masculinos a que no aprueben semejante disposición de leguleyos que se intenta imponer en códigos y leyes, pues de hacerlo, la familia será la gran perjudicada y por una sola razón, que ningún joven querrá casarse o “juntarse” con una muchacha, sabiendo que códigos y leyes solo están para proteger a la mujer y en un plano superior al masculino y que no debe ni puede ser.

Recordemos, que de la costilla del hombre y de acuerdo con el relato bíblico, nació la mujer. Por lo tanto, su grado de inferioridad se encuentra trazado por Dios y limitado por la misma naturaleza y si esta realidad se tiene en cuenta, entonces se nos dará la razón, cuando decimos que es un golpe mortal contra la unidad familiar de esposos o parejas y con el perverso interés, de que las relaciones entre estos no sean de amor y si de interés mercurial y vengativo. Senadores y Diputados hombres, deben reflexionar seriamente al respecto. No es posible que una mujer tenga más derechos legales que un hombre. ¡No señor! (DAG)