Cuando antes y en tiempos de que el periodismo se ejercía dentro de un esquema de autocensura informativa motivada en el horror que los dueños de los medios tradicionales tenían de que los ciudadanos pudieran expresar libremente su opinión, no había nada de lo de ahora, de evidentes desboques discursivos en el periodismo dentro de las redes sociales y al que queriéndole diferenciar del anterior, se le ha bautizado como periodismo ciudadano.
Por esta “evolución” y al generar el internet una manera totalmente distinta de como enfocar el periodismo desde el punto de vista de que cada ciudadano tiene derecho a expresarse por sí y sin condicionamientos de ninguna naturaleza, sino que se busca la opinión desnuda y en algunos casos, ríspida y como el mejor mecanismo de contrapeso frente al periodismo tradicional.
Y lo que sucede, porque la gente se cansó de que todo lo que se publicaba y sin importar los periódicos y revistas escritos que fueren, era un clon o copia de lo mismo y entre sí mismos y es por eso, que en esa ansía de sentir que la opinión libre, independiente y no condicionada, en la mayoría de las redes sociales, se ha caído en excesos, que ciertamente no escapan a la desinformación, el insulto y la procacidad.
Pero resulta, que hasta para lo difamatorio o injurioso hay público y al descubrirse nuevas formas de periodismo mercurialista, que incluso, han sobrepasado, aquellas muestras escandalosas de periodismo amarillo en los medios tradicionales.
Sin embargo, mientras en el pasado, hubo que tolerar la existencia del periodismo amarillista, ese tan rudo, por el que directores de medios cayeron abatidos a tiros a modo de terceros queriendo lavar su honra personal -caso Colé Pellerano, en el Listín Diario y para los años 30-40 del pasado siglo- la atrapada opinión pública nunca reaccionó con violencia ante esos excesos y nadie dentro de ese periodismo se le ocurrió motorizar una ley mordaza para callarlos.
Sencillamente todo el mundo se acogió al estado de derecho y confiando en el orden jurídico, se asumió, que quien se excediera, el afectado tenía pleno derecho a demandar ante los tribunales y hasta ahí.
Téngase entonces en cuenta, que ahora ha habido una extraña explosión de un griterío extremo en medios, periodistas y comunicadores tradicionales, quienes han llegado al grado y con apoyo de los dueños de los medios tradicionales y el respaldo del aparato oficial de propaganda y publicidad, de elaborar un anteproyecto de ley mordaza, por medio del cual, no solo que se destroza el estado de derecho sino que se quiere imponer una ley mordaza inserta dentro del recién promulgado código penal reformado y el que tiene hasta agosto de 2026 para ser implementado, pero al vivirse dentro de la estructura de un gobierno autoritario, ya la policía y ciertos órganos públicos como la Procuraduría General de la República y sus instrumentos de justicia represiva desde el ministerio público, han comenzado, abusiva, arbitraria e ilegalmente a aplicarlo.
De este modo y como todos los periódicos tradicionales odian a sus contrapartes en las redes sociales y a los que tratan como enemigos, ninguno se hace eco y tampoco critica el atropello que se está cometiendo y lo que ha facilitado las cosas para que la pasividad ciudadana aumente en su temor y provocando, que de golpe, los medios digitales en las redes sociales y no obstante disponer de una audiencia monstruo que ya quisieran los medios tradicionales, no ha podido hacerse sentir en lo institucional y exigir que el abuso de poder que se perpetra, sea descontinuado.
Es por eso, que de esta manera se ha llegado al punto, de que muchos ciudadanos y los intereses que les acompañan, asumen y alarmados, que frente a la catarata de difamaciones e injurias que se vierten desde ciertos lupanares mediáticos en las redes sociales, apoyan que el gobierno del presidente Luis Abinader, individuo desesperado por imponer una cortina de hierro a la libre opinión, cierre las redes sociales y como ya se está viendo, aumente el exceso de apresar, secuestrar y perseguir a comunicadores de lenguas afiladas y como primer paso, para luego imponer una censura general a la libre expresión ciudadana.
Para colmos, los autores de ese periodismo digital amarillista, en vez de entender que se han excedido y que no informan sino tienen una visión escandalosa de hechos y situaciones interpretados maliciosamente, ciertamente que no están haciendo un “buen periodismo” y lo que hay que corregirles, porque, los agravios personales que se perpetran desde una mayoría de programas en you tube y con franqueza hay que reconocerlo, es una manera prostituida de la comunicación….que ahora el gobierno aprovecha y con el apoyo de jueces politizados, logra que estos impongan sentencias absurdas de restricción de movimientos y sus chequeos mediante tobilleras electrónicas y que es un exceso de grave afectación de la libertad de tránsito y de ataque directo a la libertad de expresión.
Y para mayor critica, se conoce de empresarios y financieros con ciertas «debilidades de amistad» con narcotraficantes y lavadores de activos y siendo miembros de Competitividad, quienes inducen a que abogados suyos impulsen simples denuncias contra periodistas o comunicadores «controversiales» y para que los tribunales les formulen una atadura legal de índole criminal que les neutralice y amenace sus existencias y que es de una irregularidad realmente desconcertante como abusiva, que para mayor inri, toda la prensa tradicional y miserablemente, calla.
De ahí que recordemos, que en el caso del análisis político propiamente, este y si es absolutamente independiente a todos los poderes públicos o privados y a la ola de insultos y procacidades en las redes sociales, se va a caracterizar por ofrecer la diferencia y específicamente, cuando la expresión se trata con juicio y con prudencia y nunca con censura o sujeta a presiones de terceros y que es el caso -discúlpesenos el ego- de Por el Ojo de la Cerradura en sus 53 años de fundada como columna política apartidista y critica y sus 25 años como periódico digital, ahora y desde el 2018, forzado a ejercer esta suerte de “periodismo privado” debido a la afectación de cerco publicitario y político de parte de nuestros adversarios y competidores, que no aceptan un medio, que, como si fuera su espejo, les recuerda que el periodismo y la comunicación que hacen, no es el correcto.
Naturalmente, en una democracia y por más defectuosa que sea y como es la dominicana, entendemos, que si hay un ordenamiento jurídico que ofrece la alternativa de dilucidar los agravios, no es necesario crear ley mordaza alguna, menos un código penal retrógrado y ni hablar de pretender imponer la prohibición de las redes sociales, las que mal que bien, se ejercen en este país y dentro de sus imperfecciones, como el mejor contrapeso a los terribles excesos políticos, empresariales y mediáticos que ahora han logrado la esclavitud de los sentidos y para ciudadanos que se han dejado manipular por la corrupción que nace en el narcotráfico, la amoralidad, el lavado de activos, la evasión fiscal, la política y la profunda falta de equidad que caracteriza al periodismo en sentido general.
Justo por todo lo anterior es que decimos, que es grave, que alguna gente en las redes sociales no entienda, que el trabajo del buen periodismo y mucho más del analista político, es el de nunca ser activista político y en muchos aspectos ni siquiera social. Siempre neutralmente profesional. Con Dios. (DAG) 29.08.2025
última actualización: 09:07 am.