Después de que a lo largo de los últimos 40 años, entre República Dominicana y República de Haití, no una sino varias veces se han dado circunstancias de interrupción de sus relaciones políticas y siempre ha ocurrido que en la mayoría de los casos, la culpa de esas rupturas provisionales que luego se convierten en contenciosos legales, han tenido su origen en las crispaciones provocadas por la alta burocracia haitiana, que siempre ha entendido que puede darse el lujo de provocar los mayores desencuentros y con el solo propósito de sacarle el mayor beneficio a la supuesta pobreza del “país más pobre de América”.
Con el correr del tiempo los nacionales de ambas Repúblicas y en cierto modo, han sabido amoldarse o casi acostumbrarse a los dimes y diretes que la alta burocracia haitiana siempre origina y sin importar los montos de dineros que se pierden por tales provocaciones o la cantidad de incautos haitianos que les hacen el juego.
Últimamente, la alta burocracia gubernamental haitiana, se ha decidido por explotar un nuevo foco de desencuentro: La construcción de un canal de riego, más bien de trasvase de agua del río Masacre, que naciendo en República Dominicana tiene un curso de 48 kilómetros y al acercarse a la frontera, da un giro de nueve kilómetros en la misma franja fronteriza y hasta entrar en territorio haitiano apenas dos kilómetros y medio.
En apariencias, el propósito de la obra es garantizarse un abastecimiento de agua con fines de riego de una amplia zona agrícola haitiana. Viendo el trazado de la obra, resalta, que la misma se construye en territorio haitiano y que el agua proviene de la parte baja del río, por lo que en la práctica no afecta el resto de las aguas río arriba en el territorio dominicano.
La polémica quedó servida, desde el momento que los ultranacionalistas de ambos países se tomaron la discusión, entrando de ese modo la parte política y que, fomentada por la alta burocracia gubernamental de Puerto Príncipe, se inició un ácido debate que no ha permitido que el sentido común se imponga entre los que discuten, ahora un grupo de zoquetes ultranacionalistas y con un sentimiento de odio que no les deja pensar.
Ya se sabe, que un burócrata y excanciller haitiano y junto a unos comerciantes de su país, es el que está detrás del tema. El político, porque quiere sacarle beneficio electoral para su carrera propia y los comerciantes, porque ven una buena oportunidad para enriquecerse mediante una especie de creación de un acueducto privado.
La obra y no obstante que el gobierno cubano facilitó los profesionales de la ingeniería y por lo poco que ha trascendido, evidencia determinadas fallas técnicas que no la hacen aceptable y en razón de que sus efectos medioambientales afectarían sensiblemente toda la franja fronteriza en su parte sur y que es el factor que ha hecho que los dominicanos se pongan en alerta y demanden su suspensión hasta que técnicos de los dos países y con una mediación internacional se pongan de acuerdo respecto a su viabilidad.
El nivel de la crispación política ha aumentado y mientras desde Puerto Príncipe. Gobierno, burocracia y mass media, han levantado una campaña desinformativa que ciertamente hiere sensibilidades, su contraparte dominicana a entendido, que ante la sinrazón había que imponer la fuerza y rápidamente la frontera común ha sido militarizada con tropas y armamentos en preparación de combate (no olvidemos que Haití está secuestrada por grupos pandilleros bien armados).
Concomitantemente, el gobierno dominicano cerró la frontera por tiempo indefinido, suprimió los visados para ciudadanos haitianos y ha generado una acción de fuerza drástica con la expulsión de más de 100 mil haitianos indocumentados, aunque otras fuentes hablan propiamente de 50 mil, pero aumentando el nivel de las deportaciones y lo que de suyo, en un país que recibe un promedio de 3 millones de dólares en remesas de sus trabajadores en República Dominicana, sin duda es un golpe que afectaría la entrada de divisas fuertes a la economía haitiana.
De respuesta, el gobierno del primer ministro provisional Ariel Henry, eleva el discurso provocador anti dominicano y ordena el cierre de la entrada del lado haitiano al mercado binacional de Dajabón, provocando que hasta se hable de ruptura diplomática en toda regla y a este día, prácticamente el diálogo está roto entre los dos gobiernos.
Como hasta ahora se ha visto, la parte provocadora es la haitiana, en tanto su contraparte dominicana, apenas está atendiendo las peticiones de que la frontera se abra para fines humanitarios desde el punto de vista del aprovisionamiento existente en medicinas de todo tipo en las oenegés que trabajan en Haití y para las empresas multinacionales que usan el territorio dominicano para abastecer sus sucursales y negocios en Haití.
Lo mejor debería de ser, que la situación baje de nivel y se llegue a acuerdo civilizado con mediación de la OEA, que ya se ha ofrecido al respecto.
Sin embargo, hay toda una gran parte del Haití que no depende de la burocracia oficial, toda esa que se fundamenta en el libre comercio y la industria ligera en el norte del país y cuyo centro es la ciudad de Cabo Haitiano y con amplios negocios con su contraparte dominicana en la región noroeste y cuyo centro de vida se encuentra en la ciudad de Santiago, el motor de la economía dominicana y de nada menos que de 13 de las 31 provincias dominicanas y más de la mitad tiene negocios directos con comerciantes y ciudadanos haitianos.
Cabo Haitiano, dinámica urbe que se encuentra en el departamento norte y en donde su gente se caracteriza por un espíritu de libertad y libre albedrío que no se encuentra en Puerto Príncipe, la capital del país y la que solo vive del presupuesto que alimenta a su burocracia parasitaria y periodistas y políticos, su gente siempre a soñado con ser un territorio independiente del resto de Haití y como lo fuera en el reinado de Cristóbal(1811-1820) y no una y sí varias veces ha tenido planes de separarse de Haití y convertirse en país independiente.
Esta realidad, que vive en el sentimiento de los habitantes del departamento y en la misma ciudad de Cabo Haitiano, consideramos que debe ser alentada por República Dominicana y como la única vía de castigar a la burocracia gubernamental de Puerto Príncipe, que todo el tiempo ha pretendido ser la piedra en el zapato dominicano.
Consideramos entonces, que en este sentido, hay que dar el primer paso de crear una cámara de comercio entre Santiago y Cabo Haitiano, que refuerce los lazos entre las dos ciudades, su comercio y su flujo de negocios y estudiantes y sin que en principio haya que suponer dividir a Haití y sí fortalecer a la parte del país y su gente que realmente trabaja y es emprendedora y como segundo paso, abrir una sucursal del principal banco dominicano, el Reservas y con miras de afianzar las relaciones comerciales entre las dos ciudades y desde luego, dejando de opción a los haitianos si continuarán o no comprendo y vendiendo en los mercados binacionales y de ahora en adelante, chequeados biométricamente y de nuestro lado, mantener la frontera totalmente cerrada.
También hay un aspecto que debe decirse: Que los dominicanos y tanto los del poder, el empresariado y sus fuerzas vivas, estamos hastiados de la forma de actuar de quienes gobiernan y viven en Puerto Príncipe y como políticos, burócratas y medios de comunicación y con ese abusivo discurso tan intolerante y permanente anti dominicano y anótese, tan profundamente de desagradecidos y ante lo cual y como salida factible para eliminar estos desencuentros, alentamos una ciudad de Cabo Haitiano, libre e independiente y de fuerza económica y pujanza propia y sí queremos las mejores relaciones entre las dos Repúblicas. Con Dios. (DAG) 17.10.2023





