Desde el momento que vimos, que cuando anoche llegó en visita oficial el canciller de la Federación de Rusia, Sergei Lavrov, fuera recibido por un vicecanciller con rango de viceministro de política exterior y sin guardia de honor, de inmediato entendimos, que para el gobierno de Luis Abinader se trataba de una visita incómoda en la que ni la mínima cortesía sería guardada.
Y si nuestra apreciación es correcta, habría que esperar la única cita oficial que el visitante tiene y que es con su igual de exteriores, Roberto Álvarez, y por la que se supone que el ruso presentaría formalmente la apertura de su sede diplomática y para entonces, habría que hablar, que de parte oficial dominicana el visitante ha sido tratado con una descortesía extrema.
No nos sorprenderíamos, de que inmediatamente terminara la cita con Álvarez, Lavrov salga de inmediato hacia el aeropuerto y se marchara de un país cuyo gobierno le haya podido dar trato tan grosero y absolutamente injustificable como desproporcionado.
¿Cómo es posible que nuestras autoridades se comporten como una de gente no de Estado y sí de las sumisas de un país tercermundista que abiertamente se comporta como un lacayo vil del gobierno estadounidense?, ¿En qué texto legal este gobierno de Abinader se puede fundamentar para tirar por el suelo ochenta años de las relaciones diplomáticas entre este país y Rusia?
Pero lo más grave, es ver como el gobierno de Abinader no le importaría que, por su gesto tan inamistoso, los casi mil dominicanos que viven Rusia pudieran ser víctimas de algún tipo de desquite o desaire, aunque habría que decir, que en un país como Rusia donde las autoridades tienen un comportamiento sagrado en materia de asuntos de Estado, nunca cometerían ningún tipo de reacción negativa contra los ciudadanos del país cuyo gobierno y tan bochornosamente trató a su canciller.
Este medio, acostumbrado en sus 53 años de existencia a saber separar los asuntos de Estado de aquellos mundanos de la política diaria, experimenta una fuerte vergüenza por el desaire que ha sido cometido y el que no tiene ninguna justificación, salvo que a Abinader no le importa desairar a Rusia y si a cambio obtiene el favor y apoyo de Trump y lo que estaría por verse. En este plano Abinader debería recordar que siempre debe tener presente, que él es el presidente de la República y no el carga maletas del presidente de otro país.
Recordemos lo que ocurrió en agosto de 2020, cuando el nuevo gobierno desairó al embajador de China y en pleno acto de asunción al poder en el salón de la Asamblea Nacional y sin necesidad alguna y solo para que EEUU viera como se le daba trato de virrey a su secretario de estado, Mike Pompeo.
Luego se vió y cuando estalló la vagabundería de la supuesta pandemia Covid y en la que los laboratorios estadounidenses demoraban la entrega de vacunas que este país había pagado de antemano y para terminar dándole la boca a China, que espontáneamente se prestó a auxiliar a esta nación y enviando toda una serie de cargamentos de millones de vacunas.
Es decir, Abinader, primero le hace un desaire al país asiático y ahora esto nuevo del tremendo acto de grosería y descortesía extrema, que por lo que parece, este gobierno había preparado de antemano y si efectivamente esto es lo que está ocurriendo al momento de escribir este análisis político de Estado (10:45 am) y de lo que todavía nos negamos a creer que pudiera pasar.
El hecho es tan inusitado, que los principales medios de comunicación de este país, todos sometidos a la autocensura oficial y entre azorados y turbados, no le dan crédito a que pudiera ocurrir el desaire presidencial contra el canciller ruso y lo que, sin dudas, agravaría aún más el contencioso que de este desaire de Estado a Estado debería de sobrevenir.
Ya nos había sido extraño, que media hora antes de que el canciller Lavrov llegara a Las Americas, 08:30 pm, la Cancillería divulgaba la agenda a seguir y de la que relaciones públicas del Mirex había dicho, que al término de la misma Álvarez llevaría a Lavrov al Palacio Nacional a un encuentro “privado” con el presidente Abinader. Es decir, estaba prevista la reunión con el presidente.
Además, cuando la cancillería rusa y hace un mes, había divulgado lo de la visita de su canciller, se enfatizaba que «República Dominicana es un socio importante de Rusia en América Latina». Todavía más, no tiene ni treinta días de instalado el nuevo embajador ruso ante este país, Alexey Victorovich Seredin, quien presentó copia de sus cartas credenciales al canciller Álvarez, el pasado lunes 14 y para que ahora su primer acto oficial quede empañado por el desaire de las autoridades dominicanas.
Por lo tanto, se trata y en toda regla, de un acto inamistoso del gobierno nacional, que desde ningún punto de vista pudiera tener justificación y por más que Abinader quiera hacerse simpático con Trump y que a nuestro modo de ver es lo que subyace ante semejante inconducta tan poco diplomática y agresivamente inamistosa.
Si al final nuestras presunciones tienen asidero, habría que decir y para decirlo gráficamente, que el gobierno de Abinader se ha dado e innecesariamente un tiro en su pie y que el mismo Abinader, con sus cinco años en el poder ya debió de haber aprendido que la política exterior está absolutamente separada de los avatares políticos y mucho más, cuando gracias a la efectividad de esta, los intereses permanentes dominicanos se encontrarían garantizados.
Porque vamos a ver, después de este desaire, ¿qué país y su gobierno tendrá confianza en el gobierno dominicano?,¿acaso con este gesto, la comunidad internacional no nos verá y confirmado, que Abinader ha convertido a República Dominicana en un estado vasallo del estadounidense? De todo esto suceder, Abinader le ha asestado un rudo golpe al buen nombre y credibilidad de la política exterior dominicana y dado que se trata de una situación más que insólita, porque niega la probabilidad, de que efectivamente este país pudiera continuar siendo considerado por Rusia como uno confiable e importante.
Para nosotros y si nuestras presunciones son ciertas, es el más grave error en política exterior que gobierno dominicano alguno hubiese incurrido. Con razón que preguntemos: ¿Inusual gesto descortés del gobierno nacional hacia otro gobierno, cuyo canciller viene a inaugurar la sede de su embajada? Al final, reunión de cancilleres fue un estimulo para la colaboración y el entendimiento multilateral. Con Dios. (DAG) 30.04.2025