Desde que el PRM llegó al poder en el 2020, ya a los seis meses, comenzó a darse un retroceso ahora fenomenal en materia de inseguridad ciudadana y en la que resaltan más de 300 desapariciones de personas que hasta ahora parcería que se las hubiese tragado la tierra y lo otro de más de cien crímenes via asaltos y por los cuales, no menos de 150 ciudadanos han sido asesinados.
Al mismo tiempo se percibe una especie de alianza secreta entre las fuerzas del orden público y algunas castrenses con nichos de narcotraficantes y sicarios provenientes en gran mayoría desde el bajo mundo dominicano de Nueva York y el que para colmos, cuanta con una especie de “fraternidad” de estaciones de radio y lupanares mediáticos en internet y en las redes sociales, que le sirve a la delincuencia como especie de anillo protector, mientras concomitantemente, es imposible no enterarnos, de que hay policías al servicio de la delincuencia y lo que se nota en los antros de sexo y diversión de los que están plagados el Distrito Nacional y la provincia de Santo Domingo.
Mientras colateralmente, ciudades como San Pedro de Macorís y La Romana y toda la franja poblacional de Verón-Bávaro-Punta Cana y Cap Cana han sido invadidas por el ramal de clase media de la delincuencia sexual, la droga, la extorsión y el crimen y de la misma manera en otras ciudades en el territorio nacional y agregándosele la modalidad, de gente cercana al poder político y motorizando los nuevos nichos del crimen, la extorsión y el sicariato y lo más emblemático, en base a gente de uniforme actuando como guardaespaldas de personeros de este tipo de delincuencia.
Por más que las páginas de los periódicos escritos y las otras rojas y amarillas en cientos de periódicos digitales se hacen eco de semejante nivel de crimen e inseguridad, las autoridades parecería que no dan pie con bolas y peor, que cuando se circula en las carreteras, están las muestras vivas de delincuentes de uniforme quienes supuestamente patrullan para “llevar paz y orden” como garantía para los ciudadanos, cuando son los peores exponentes de los pillajes: El policial.
De esta manera, los dominicanos de clase media fuera de esos nichos de corrupción, no saben a quién acudir y lo que no sucede a nivel de los pobres en los barrios periféricos de las ciudades y en donde “el crimen sociedad anónima” funciona como una empresa que da seguridad a la gente y en base a un pago fijo mensual o hacerse “socios operativos” para el traslado de mercancías y personas y sin dejar de mencionar la variable de los cuartes policiales en barrios de las ciudades y como antros del pillaje y la extorsión.
Nadie en ninguna parte del territorio nacional en donde se esté, ignora este diario vivir ciudadano, siéndole imposible decir que nada de esto no ocurra y sí que, en la generalidad de los casos, observan, que los agentes policiales son los más firmes asociados del crimen y de todo este tipo de delito a gran escala.
La situación es tal, que el 90 por ciento de los ciudadanos no confían en la policía y un poco menos “en la guardia” o que cuando se trata de los operativos de los agentes de migración contra los indocumentados, se conozca, que en Migración hay una tarifa para dejarlos entrar al país o liberarlos de los apresamientos fortuitos que se hacen.
Es decir, la República ha caído en manos de la delincuencia a la sombra de las instituciones públicas y la que rivaliza con la delincuencia, llamémosla “normal” y coincidiendo con el apoyo tácito del poder político gubernamental y también el partidocrático.
Para colmos ya se ha desarrollado un nicho de criminalidad social emergente y en base a influenciadores en las redes sociales o promotores artísticos de toda especie y quienes como tienen conexiones en todo el mundo oficial y desde las más altas instancias del poder, ni siquiera se puede ir a una discoteca a pasar un rato y en donde la criminalidad no tenga agentes encubiertos que le dan seguimiento o que matan a aquellos clientes que muestran que gastan mucho.
Entonces, cuando todo este desorden inmoral se esparce por el tejido social, nadie entiende porqué en el gobierno no se es diligente para frenar tanta criminalidad y por lo que y de esa forma, se asume, que la República tiene y con muy pocas excepciones, un sistema de vida propio del Chicago de los años veinte.
Justo por ello, no son ni uno ni dos los ciudadanos que se preguntan porqué el presidente Abinader no se moviliza uno que otro día y noche, no en su vehículo oficial y escoltas, sino que ande en vehículos propios de cualquier ciudadano y para que se dé cuenta, que cualquier recorrido nocturno por el Gran Santo Domingo, como poco, podría ocasionarle que su vida estuviera en peligro o que si se va por alguna carretera, pueda caer en cuenta, de cómo es que las patrullas policiales y militares extorsionan y abusan de todo ciudadano que se movilice en su vehículo.
En otras palabras, el panorama que se vive, no es precisamente uno del que los ciudadanos puedan abrigar la mínima posibilidad de sentir que sus vidas y bienes están protegidos por el Estado y su gobierno y ahora que el gobierno actual cesa el 15 de este mes y el nuevo se inicia el 16, la única preocupación ciudadana que afecta el sentido común de las personas, es si para el nuevo cuatrienio, el presidente Abinader va a continuar dándole facilidades a la delincuencia y para que esta termine y definitivamente adueñándose a más de toda la República.
De ahí que se entienda, que lo primero que el presidente debe decir en su discurso de instalación, es de cuál será su política contra el crimen y viéndose, que la tan cacareada reforma policial ha sido de todo en cuanto a frustración y desasosiego.
Mírese por ejemplo todo lo relativo a sucursales bancarias, máquinas expedidoras de dinero en efectivo, supermercados y las mas que infinitas formas del comercio mayorista y detallista, en las que los comerciantes tienen que enjaularse y para ver “si más o menos” se salvan de la delincuencia juvenil que azota los barrios en donde operan, mientras al mismo tiempo, temen hasta llamar a la policía y porque saben, que, por serviles, esta les extorsionará. Pero parece que de esto el presidente Abinader ni se entera y como él es rico y su clan familiar intocable, la nación va por un barranco y él por el llano.
De ñapa, ahora se tiene la criminalidad médica, sanitaria y de enfermería, matando envejecientes, robando órganos humanos, practicando abortos a gran escala por el orden de los 80 mil por año y desde que llegó al gobierno el PRM y engañando a los pacientes o recetando “medicinas” que terminan por matar a quienes las consuman y con todo tipo de supuestos medicamentos para supuestas nuevas pandemias. ¿Seguimos?
Concluimos entonces con esta sola realidad: La inseguridad y el crimen se le han impuesto a la nación y las autoridades no hacen nada correcto para resolver la situación. Con Dios. (DAG) 13.08.2024
