La partidocracia y sus engañifas comienzan con sus estadísticas amañadas

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Desde que el 20 de diciembre de 1962 se efectuaron las primeras elecciones “en democracia”, no ha habido un día en el que los grupos políticos militantes y encuadrados como partidos o grupos político no actúen a espaldas de sus militantes y electores y mediante las mafias que los controlan y las que no son de acceso fácil para sus seguidores.

En este plano, recordamos como los principales partidos que tenía la República para aquel entonces, el Revolucionario Dominicano (PRD) que apenas tenía año y meses de haber regresado del exilio antitrujillista y la recién nacida Unión Cívica Nacional (UCN) y sus dirigentes “se mataban” por llenar las listas de candidaturas a puestos congresionales y municipales y en las que lo único que importaba era el nombre y la relación familiar dentro del entorno social en el que se vivía y los dos y muy demagógicamente, llenando los listados de juventud y tigueraje de barrio (lumpen) compuesto este por tanto estudiante universitario o de secundaria o prestanombre oportunista dentro de la baja burguesía que pudiera tener o dar algún tipo de golpe de suerte.

Para la época, hablamos de una República Dominicana de apenas dos millones y medio de habitantes y en la que ya empezaba a asomar la desigualdad social a un grado significativo y desde que las diez familias de la oligarquía tradicional encabezada por la familia Cabral y detrás La Vicini, empezaban a apoderarse de los bienes productivos y riquezas del país y que habían sido manejados y desarrollados por la pasada dictadura en interés de dejar de herencia a los dominicanos, la formidable infraestructura productiva que pocas naciones tenían y lo más extraordinario, siendo una economía que no tenía deuda externa de ninguna especie e interna , una mínima y manejable y con un peso oro de mayor valor que el dólar estadounidense.

Debido a esas circunstancias de prosperidad económica real y en la que no había inflación y los recursos públicos se manejaban con eficiencia y con una población realmente cándida en materia política.

La partidocracia asentó sus bases en función de imponer una terrible lucha de clases de origen en el PRD y su otrora líder, Juan Bosch, en tanto lo que había de clase media se confinaba en su absurda concesión elitista de miembros de la burocracia oficial civil y militar o de los grupos primarios de la economía y la agricultura y quienes como tenderos de orígenes español, árabe o turcos preferentemente y provenientes la mayoría de Haití, donde ya se habían aposentados, tenían esa concepción de supuesta clase social de familias de “primera, segunda y tercera”.

Es de esa manera que, jugando con la virginidad política de tantos, aquellos partidos políticos empezaron a colocar e imponer sus mañas y trampas y todas, como influencia directa de la gleba antitrujillista proveniente del exilio enraizado en Cuba, Venezuela, Costa Rica, Nueva York, Miami y San Juan.

Por vía de consecuencia, cuando se llegó a las elecciones de diciembre de 1962, la trampa y como materia prima del destape político fue el instrumento a imponer y el que 58 años luego (1962-2020) y ya como partidocracia o conjunto de formaciones, grupos y partidos políticos mercantilistas se entronizó en la vida nacional y al extremo, de que teniéndose ahora 10.5 millones de dominicanos, de los que cerca de 3 millones están en el exilio económico migratorio y una economía endeuda hasta la coronilla y con una clase media realmente de apreciar, mientras los grupos económicos y financieros y en su parte más delincuencial, unidos al bandidaje político, hacen lo imposible por dominar a los aproximadamente 7.5 millones de electores y aprovechando el escaso desarrollo y para no hablar de estancamiento político y social de la población.

Debido a ello, tenemos 22 “formaciones y partidos” políticos y de los que apenas 6 pueden ser entendidos como tales, en tanto el resto es la expresión más dura del mercantilismo político empresarial como partidos de alquiler y funcionando siempre como herramientas para “hacer bulto” y hacer creer que realmente en esta República existe una democracia funcional.

¿Cómo es la mecánica de trabajo de todos estos?, aparentar tener la militancia, mayor de lo que la realidad objetiva en materia de la población nacional les impone.

Véase por ejemplo y con el asunto de ya que mismo hay que cumplir con la ley electoral y presentar ante la Junta Central Electoral (JCE) el registro de miembros partidarios, todos los partidos “mayoritarios” compiten entre sí para efectuar la payasada de entregar unos números abultados, que no resisten la auditoria menos rigurosa. Por lo pronto, los llamados “tres grandes”, no se andan por las ramas y presentan supuestos listados de más de un millón y pico de empadronados, cuando la ley electoral, lo único que les exige, es que presenten listados y no determinada cantidad que pasara individualmente del 5 % de los ciudadanos registrados en capacidad de votar.

Ahí entonces la primera trampa y cada uno tratando de engañar al otro o mucho peor, pretendiendo que los electores son un grupo de saratacos e imbéciles que nunca se darán cuenta de que todos esos partidos y a partir de semejantes listados, lo que procuran es engañarlos y convertirlos en dóciles eunucos todos dispuestos a sacrificarse por ellos.

Sobre el particular, lo que ocurre, es que los miembros de la partidocracia entienden y muy erradamente, que, a mayor cantidad de registrados, supuestamente ellos estarán legal y legítimamente reconocidos. Cuando no es así. Que bastaría con el registro de 100 mil o medio millón de militantes registrados y si se quiere ir lejos y que estos se encuentren realmente registrados en los domicilios que los “contables” de los partidos les han asignado. Y está tan enraizado este concepto de trampa a gran escala, que tampoco los “inspectores” de la JCE y la mayoría de ellos, militantes emocionales de los mayoritarios, se muestren con la escrupulosidad debida al momento de hacer la comprobación de listados, quehacer delincuencial en el que todos los partidos también están de acuerdo con un comportamiento “flexible” de parte de estos.

Realmente, el sistema político dominicano, está, no solo podrido y sí paralizado en el tiempo y manejado por lideres y presidentes intrínsecamente corruptos y corruptores y la prueba es, que a nivel de lideres nacionales, ninguno puede demostrar que los millones de pesos, dólares y euros que poseen y tanto en efectivo, negocios o inmuebles, tengan otro origen que no sea el de haberse apropiado ilegal e ilícitamente de los recursos nacionales a su paso por el poder y en los últimos 58 años.

Consecuentemente, a nadie extraña que digamos, que la partidocracia y sus engañifas comienzan con sus estadísticas amañadas y de lo que saben muy bien y hasta si fueran políticos honestos, pudieran dar testimonios, los políticos del pasado y que hay que cambiar. Como Abinader, Leonel, Hipólito y Danilo y toda esa plebe de dirigentes envilecidos dentro de todos los partidos minoritarios de alquiler que les hacen coro. (DAG)