Si se entiende que las cifras oficiales respecto a que supuestamente se llegó al mismo nivel de empleo de antes de la pandemia, se corresponden a un espejismo que estalla y cuando se conocen los indicadores de que el 70 % de quienes tienen algún trabajo son informales y que el resto se reparte entre empresa privada y los 600 mil empleados o personas sin funciones, que reciben un ingreso oficial fijo y un millón y pico por sus labores en la empresa privada, de inmediato se entiende que la economía dominicana no va bien y mucho menos a buen camino.
Sencillamente nada y hasta ahora, es lo que aparenta o se pregona y mucho menos lo que se pone a circular propagandísticamente, en tanto y de contrapartida, hay una gran verdad que despierta más interrogantes que esperanzas ciertas, de que la economía vaya bien y con la liquidez suficiente para su manejo.
Nos referimos al asombroso hecho, de que mientras el gobierno cuenta con ingresos extraordinarios y expresado por sus agentes fiscales, sobre los 100 mil millones de pesos y su presupuesto para el año que viene parece que llegará al billón de pesos, en la práctica, el mismo gobierno ha hecho saber, que el Poder Ejecutivo retiene el gasto y en un nivel, de que casi 85 mil millones de pesos el presidente los tiene sin gastar y sin que hasta ahora se avizore, que es lo que en realidad se propone sobre este particular.
Paralelamente a esta situación, el poder adquisitivo del peso dominicano continua descendiendo y tanto, que los 22 mil millones de pesos entregados como salario 13 o regalía pascual hace una semana, en menos de siete días ya han sido consumidos y todos los que reciben ingresos del Estado, se las ven y se las desean, al conocer que ahora deben esperar el salario regular para tratar de ver si llegan al fin de mes y lo que de acuerdo a los propios consumidores, es un indicador de que prácticamente no hay circulante y ni hablemos del sentir de incredulidad del comercio en general.
Tal situación y tan de contrastes, si se escuchan los anuncios oficiales de supuestos miles millones de pesos en nuevas inversiones o los 69 mil millones de pesos que supuestamente 64 empresas y corporaciones invertirían en sus instalaciones y solo el año que viene, en tanto los empleos se debaten entre una partida de cerca de 24 salarios mínimos, que definitivamente haya que entender, que alguien o muchos se están volviendo locos al pretender engañarse y engañar a todo el mundo.
De ahí que el sentimiento generalizado sea de duda y porque nada evidencia que realmente la economía vaya bien y mucho menos, cuando 4 de cada 10 dominicanos están por debajo de la línea de pobreza y cuyo reflejo más cruel se tiene en los más de 20 viajes diarios y de ilegales en lanchas o yolas hacia el cercano Puerto Rico o los miles de ciudadanos que quieren escapar del territorio nacional buscando una vida mejor y lo que acaba de descubrirse patéticamente, con más de 20 inmigrantes criollos tratando de entrar desde México e ilícitamente hacia Estados Unidos y que fueron víctimas de la tragedia en Chiapas en el camión donde iban 160 indocumentados y 55 murieron.
¿Cómo puede hablarse de que la economía popular va bien, cuando una persona, comerciante minoritario, lo vende todo, reúne un millón 200 mil pesos y se embarca en la aventura de hacer un viaje ilegal con escala en México y para intentar entrar ilegalmente en EEUU y ahora resulta, que se le presume muerto y que es la situación que ahora confronta y pregona el papá de uno de los accidentados, Catalino Brito?
Por lo que se conoce “cada indocumentado dominicano pagó alrededor de 20,000 dólares para la travesía. Ellos abordan un avión hasta Panamá y de ahí a Guatemala, para continuar en carretera hasta la frontera mexicana hasta llegar a Estados Unidos” y lo que recoge una crónica periodística en el matutino centenario capitaleño de este día.
Si de lamentar es la situación que se narra, casi de locura es la reacción de muchos, quienes se enteran, que desde hace una semana, en el gobierno están otorgando pensiones privilegiadas a determinados personajes de la farándula y del periodismo y quienes sin duda tienen derecho y como lo han experimentado otros, de disponer de una pensión oficial en reconocimiento a sus trabajos y esfuerzos de más de 20 o 40 años de labor ininterrumpida, pero que alarma que ocurra, en momentos que tanta gente que tiene ingresos de clase media baja no llega a fin de mes y otros tantos solo se mantienen con menos de tres dólares estadounidenses diarios, al tiempo que la clase media a alta se solaza en espectáculos artísticos, en los que solo las entradas cuestan no simplemente 5 mil pesos sino que se llega a la escandalosa suma superior a los 200 mil pesos y que es un reflejo grave de la enorme desigualdad social que se vive.
Contrastando entonces este panorama con la realidad que también se vive, al conocerse que todos los partidos integrantes de la partidocracia ya se encuentran en plena campaña electoral a destiempo y en la que el dinero sobre valuado corre a raudales, que necesariamente haya que entender, que si no se está al borde de una grave explosión social, se estará cerca y de ahí a que haya un desaliento absoluto de la población hacia las ofertas electorales y tanto, que de aquí al 2024 cualquier cosa podría pasar en materia de afectar las crisis de lideratos y partidos, todos perdiendo terreno con la entrada de nuevas colectividades políticas y también nuevos lideres y ante el ostensible fracaso del liderato político actual, todo ese que se agrupa dentro de la inescrupulosa partidocracia que tiraniza este país desde el 1996 y compuesto por traficantes de la política y todos millonarios.
Solo queremos advertir la situación, como tampoco dudamos de la buena fe del presidente Luis Abinader queriendo rescatar la economía y resolver lo más efectivamente posible, en lo relativo a la necesaria mejora general en materia de nivel y calidad de vida, pero parecería que el primer mandatario está solo y que ni siquiera su partido, el PRM, hace lo necesario por ayudarle, en tanto desde el gobierno plutocrático que encabeza Abinader, tampoco se ven empeños ciertos por darle el respaldo necesario a las políticas innovadoras y de futuro, del gobernante. ¿Qué es lo que finalmente ocurrirá y ante los tantos egoísmos de los grupos de poder y tanto políticos como empresariales, mediáticos y fácticos? Nada se sabe o peor, tampoco se vislumbra y la incertidumbre generalizada se apodera de una fuerte mayoría ciudadana. ¡Qué Dios nos asista! (DAG)