De simple matasello bajo censura en la Era de Trujillo, la prensa nacional tradicional se ha convertido en el monstruo que aniquila la libre expresión y mediante su propia política de autocensura y con la que ha impuesto la dictadura plutocrática de 64 años que tiene la República.
Mientras Trujillo estuvo vivo y ejerció el poder, la prensa de aquellos 31 años y en un país de 2.5 millones de habitantes, conformó y manipuló la mentalidad de los ciudadanos. Pero desde hace 64 años, esa misma prensa se erigió en el verdadero factor dictatorial de facto, que al servicio del empresariado, el mundo financiero y la alta burguesía, ha terminado por imponer, no una simple dictadura, sino una tiranía de hecho y en base a patrocinar todas las formas habidas y por haber de corrupción, política y social y denegación de los derechos ciudadanos.
Llegando a su nivel de ahora, que la mayoría de los medios tradicionales son las armas de reglamento del capital económico y financiero y también su mecanismo encubridor para que la mayoría de la gente no conozca, que esa misma prensa que se dice “liberal y democrática”, es ahora mismo y en un país de 11.5 millones de habitantes, la especie de nefasto poder tras el trono que patrocina o es cómplice de ese capitalismo salvaje desbordado, que a cambio, la llena de canonjías y privilegios y como pago por ocultar ese desborde de amoralidad, concupiscencia y dolo que caracteriza la economía de este país y como subterránea la otra que no paga impuestos y lava activos provenientes del narcotráfico y apoyando la corrupción política y social desde el poder.
Justo por ello es, que los dueños de toda esa prensa mercancía, potentados nacidos en estos últimos 64 años y alcahuetes de las peores actitudes y compromisos para auto enriquecerse a cambio de manipular a la población y no dejar que la gente razone por sí misma y se busque su propia libre expresión de análisis y critica regulatoria de los excesos de los barones mediáticos y las comparsas de súcubos que giran en torno a todos ellos.
¿Una muestra evidente? : Para la década de los años treinta, un ciudadano de apellido Paradas, debió asesinar al subdirector del Listín Diario, Colé Pellerano, al haberse sentido difamado e injuriado en su honor y ahora otro director del mismo periódico y con una desvergüenza realmente atrevida, es alto cargo público y como supervisor de políticas gubernamentales y generando una maridaje cómplice entre el poder y la labor de criterio independiente de un periódico que se ufana en ser la supuesta expresión mayor y mejor del periodismo nacional y teniendo de base operativa aquella expresión del director de apellido Herrera, que descaradamente decía, que «noticia es lo que yo quiera que se publique».
De esta manera, otros medios y periodistas han calcado los pasos mercantilistas del mencionado matutino y encontrándonos, que la mayoría de los periodistas que dirigen medios, quien no es un empleado público, es un cómplice de las fechorías de políticos y empresarios, quienes han impuesto la dictadura de silencios en la que ya se debate esta nación y por lo cual, la República no encuentra una salida institucional aceptable.
¿O como llamaríamos a esta otra muestra detestable de periodismo de un barón mediático, con el comportamiento poco profesional, de una cadena de radio y televisión con plataforma en internet, cuya cabeza, dueño de más de 100 emisoras y de un centro nocturno, que de acuerdo a entendidos y por falta de supervisión y mantenimiento, el techo se le vino abajo y matando a más de 300 personas y ahora se nos dice, que la primera audiencia del tribunal “que conocerá el caso”, será en enero, mientras el rosario de dolor, muerte y vergüenza lleva ya siete meses y el sector mediático guardando silencio más que cómplice?, ¿no es eso, complicidad y privilegios por sus relaciones con el poder político gubernamental?
También, solo hay que conocer el desfile de los periodistas políticos, la mayoría millonarios gracias al tráfico de influencias y quienes, desde su mismo Colegio y pasando por el rosario de sindicatos, han logrado imponer una mordaza al verdadero periodismo y precipitando a la nación dentro de un esquema dictatorial, tan vertical, que en el trujillato nunca se dio a tal nivel y mucho menos que el poder mediático se fundamentara en la corrupción más expedita.
Es por eso, que entendiéndose esa prensa falsa y prostituida como la entidad que decide quien es quien en este país y al considerarse que ella compone el verdadero supra poder de Estado que lo controla y dirige todo, no es nada extraño, que los dominicanos no nos demos cuenta de que hemos sido víctimas del alcance de esa prensa de estafas, fraudes y trampas y al grado, de que por su manipulaciones, la nación está dividida, mientras esa prensa infame protege al régimen plutocrático y al gran empresariado y en particular el que se catapulta y ejerce poder fáctico desde el Consejo Nacional de Competitividad.
La situación es pues tan asfixiante, que periodista o comunicador que va en contra de esa tiranía mediática, es arrojado al peor de los ostracismos y hasta impidiéndole ejercer en los medios que el Estado subvenciona con dinero en efectivo directo o mediante anuncios y también con cargos públicos.
Ni que decir, que de esa manera este país no puede ni debe continuar. No es posible que empresarios analfabetos funcionales, que tienen cadenas de radio y televisión, plataformas en internet o presencia en periódicos de edición diaria y por haber corrompido a tantos, sean quienes determinan el ciudadano que es o no apto para ejercer en la vida nacional o a quien hay que condenar para que todas las puertas les sean cerradas, ni siquiera en la inquisición en tiempos medievales, una minoría había llegado a tanto.
Con razón que ayer, un despacho periodístico trajo la reacción del presidente Luis Abinader, cuando reporteros encomendados para que le hicieran preguntas incómodas y también capciosas, queriendo lograr que el mandatario condenara la expresión popular de una marcha generalizada e impulsada por el opositor, Fuerza del Pueblo (FP) y de cerca cien mil personas reclamando una mejoría en la pésima calidad de vida que se vive y a lo que Abinader sorprendió a esos reporteros y al decirles, que había que acostumbrarse a ejercer la democracia.
La respuesta presidencial, aturdió a esa prensa, que creía, que de Abinader obtendría una respuesta ácida con la cual pudiera utilizar de ariete contra los adversarios de su régimen y al salirle el tiro por la culata, no pudieron sus reporteros, obtener el efecto que creían conseguir, de presentar al presidente como el instigador de una nueva persecución política contra ciudadanos que discrepan de su régimen y de lo que por supuesto, si hubiese ocurrido, las cajas registradoras de esos medios y las billeteras de esos directores, periodistas y comunicadores, se habrían beneficiado, a la par que habrían hundido a la nación en una de grandes confusiones y crispaciones a gran escala.
Por eso aplaudimos la respuesta presidencial y ojalá que la misma sea el inicio de una acción gubernamental correctora de posturas, señalamientos y políticas y que ayuden a Abinader a tener más cercanías con la población y de ser posible, que prohíba el enrarecido clima mediático de autocensura, todo ese que impide que los dominicanos podamos estar adecuadamente bien informados.
Además, existe una prensa independiente a todos los poderes públicos y privados y que actúa prácticamente en la clandestinidad, que si Abinader se interesara en captar como aliado objetivo, se llevaría la gran sorpresa, de que uno que otro de sus miembros podría ser un insospechado aliado suyo, pero no del PRM. Ojalá que lo intentara, total, no tendría nada que perder.
Nos detenemos aquí y esperando que esa prensa corrupta y corruptora, entienda, que como la prensa tradicional mercancía que es, intrigó e instigó para que el gobierno le cayera encima a la marcha de la Fuerza del Pueblo. ¡Periodismo de rastreros, ese! Con Dios. (DAG) 03.12.2025
