sábado, junio 29, 2024
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La realidad cruda de un penoso accidente que ocasionó la muerte de una persona joven y útil

De pronto uno va conduciendo su vehículo de motor, solo y en la madrugada y cuando sorpresivamente y yendo por calles medias oscuras o alguna avenida de alta velocidad, en un recodo ve que se le viene encima la figura de una persona masculina en calzoncillos quien de arrojado se tira a la vía pública a recoger lo que después se vio que era un arma y ocasionando el fatídico hecho, de que por lo sorpresivo y a la velocidad autorizada que se conducía entre 80 y 100 kilómetros por hora, no hubo manera de evadir la coalición.

Luego se supo, que el impacto generó la muerte accidental de la persona en calzoncillos y la que fue provocada por una de varias féminas nocturnas que le acompañaban en su vehículo y las que chillaban por el pago del trabajo sexual realizado.

Mientras y aun no respuesta de la ocurrencia fatídica, el conductor, en este caso una mujer, continua su marcha atolondrada y casi en sig zag y tratando de entender lo sucedido, mientras que, por la situación creada, entendió que debía de preservar su vida ante la probabilidad de que, si retornaba para saber lo ocurrido, aquellas mujeres y las que lucían violentas, pudieran agredirla.

La única opción posible, era simple: Hacer distancia, ir a su domicilio y ya allí conceptualizar la situación. En el ínterin, la conductora a ese momento ya tenía una crisis nerviosa y cuando llegó a su domicilio con el vehículo destrozado y no sabía que decir frente a lo sucedido.

Lo aconsejable, y prudente era quedarse en su casa, tratar de descansar tomándose un sedante y llamar a personas cercanas que la supieran aconsejar sobre qué hacer. Pasó la noche y el día la encontró con pesadillas y queriendo todavía asumir la verdad de lo ocurrido. ¿Se le podía acusar de haber cometido un delito o peor, el abandono de una posible víctima de tan fortuito accidente? Sería una temeridad haberlo hecho.

Por eso y ya con la mente más despierta y las ideas sosegadas, a las cuarenta y ocho horas -minutos más o minutos menos- fue a la estación policial más cercana a registrar lo acontecido, dar sus datos particulares y ponerse a la orden en su domicilio para las investigaciones, de las que seguro la autoridad policial iniciaría a lo inmediato.

En este lapso ya medios y redes sociales, daban rienda suelta a especulaciones temerarias y ocultando la situación real de un occiso ensangrentado y en calzoncillos en el medio de la avenida 30 de mayo y lo de su encuentro amatorio fortuito con chapeadoras, de esas que ahora trotan más que un camello en cualquier calle y las que a raíz de la muerte provocada por ellas, desaparecieron casi como por encanto.

Se sabía que el padre del occiso emitía sus puntos de vistas condenatorios y como era una figura pública de cierto valer, la prensa fue condescendiente con todo lo que dijo y a ningún periódico, noticiero radial o de televisión y los lupanares mediáticos en las redes sociales, ni de cerca, dudaron de lo que decía y además, escribidores y comentaristas se desenvolvían emocionalmente y poco que menos pedían la cabeza del “desaprensivo asesino que mató a un joven de preparación académica y de futuro”.

Mientras, la opinión pública daba como un hecho que era “una persona malvada” la que había cometido el atropello y ni por asomo absolutamente nadie le dio el beneficio de la duda. De ahí que cuando la joven conductora del vehículo siniestrado, Skarle Valentina Mujica, se presentó ante las autoridades y en compañía de su abogado, poco faltó para que alguien le hubiese querido ir a las manos, mientras en los mass media ya se hablaba de “esa asesina venezolana ilegal que tenía que pagar lo que hizo”.

Se creó un pasquín difamatorio y toda esa prensa y ni por asomo buscó su opinión. Solo se quería venganza y lo que era atizado por el padre herido en lo más íntimo de su amor como tal y quien todavía entendía que su hijo fue atropellado por un irresponsable.

El pasquín mediático comenzó a descomponerse cuando la autoridad del ministerio público entró en las indagatorias y entonces y con resistencia de la familia del occiso, los hechos reales empezaron a fluir.

Pero había un problema, ¿cómo decir la verdad si la prensa había condenado de antemano y en los peores términos a la conductora?, por eso, lo primero era socializar con el padre adolorido la verdad de los hechos, contrastarlos y tratar de no hacer caso al torrente de suposiciones e infamias que leguleyos y comentaristas proferían por esas bocas, uno queriendo el caso legal y los otros, regodeándose de que sus imputaciones fueran ciertas.

Al final, una juez responsable y de la nueva generación de jueces serios, firmes y decentes, no hizo caso a los decires e infundios, buscó en la ley y soberanamente decidió y después de ver que la joven conductora fue sorprendida por hechos que no había creado, dictaminó presentación periódica ante el tribunal, impedimento de salida del país y una garantía económica de un millón de pesos y que cumplidos esos requerimientos podría quedar en libertad y volver a su vida normal.

A ese momento el padre del joven Julio César de la Rosa Peralta, que en paz descanse; el respetable hombre público, don Julio César de la Rosa Tiburcio, dijo ayer martes y en las puertas del tribunal, que respeta la decisión del Sexto Juzgado Especial de Tránsito del Distrito Nacional, que dictó contra Skarle Valentina Mujica Zapata, por haberle causado la muerte de su hijo durante un accidente de tránsito.

«Nosotros respetamos la decisión, sobre todo lo que fue la manifestación de la conductora, donde nos dio las condolencias, mostró arrepentimiento por haber ocasionado la muerte y haber causado este dolor», dijo. Y agregó más: «como padre de un joven de esa misma edad, nos ponemos en ese lugar y por ello no podemos anidar ningún rencor ni malversación contra una persona que ocasionó un accidente de la forma que se ha provocado, un dolor así nosotros como creyente en Dios tenemos que reconocer que todo humano debe pagar por los errores cometidos». No menos de semejante declaración tan valiente, podía esperarse de un hombre reputado como serio.

Ahora hay que esperar que toda esa prensa difamatoria y las injurias perpetradas en las redes, den paso a la serenidad y decencia y se deje a la familia De la Rosa Tiburcio y a la familia Mujica, que en el tribunal se demostró que la joven era inocente de lo acontecido inesperadamente, ahondarse en su dolor y como ley de Dios, seguir hacia adelante y que por la sentencia emitida, reforzó este análisis y al plantear, sobre la realidad cruda de un penoso accidente que ocasionó la muerte de una persona joven y útil. Con Dios. 26.06.2024

 

 

 

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