La República se encuentra en una delicada transición política generacional y los políticos todavía no caen en cuenta

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Cuando se observa que hijos de políticos o seguidores de lideres viejos, son una pléyade de gente joven, quienes no obstante darse cuenta de que de ellos son el futuro y que por lo tanto tienen y deben arriesgarse e innovar y, sin embargo, caen en el grave error de perspectiva de encontrarse anclados a un viejo liderazgo, de suyo anacrónico y fuera de y tiempo y peor, sin que los viejos lideres tengan respuestas a sus reclamos y expectativas.

Es que debe entenderse y como lo hacemos nosotros, que si la apabullante parte joven de este país no rompe con el pasado político que lo único que ha hecho es atrasarlos en materia de posibilidades propias como futuros dirigentes de la nación, definitivamente la República y en materia de liderazgos nuevo se encontrará en la peligrosa situación de una castración orgánica que no permitirá que la nación avance y cuya gran responsabilidad recae en los medios de comunicación manipulando en extremo la realidad nacional.

Al mismo tiempo bastaría observar cómo es que los hijos de los viejos que aspiran a volver al poder o a la presidencia de la República, se han entrampado en sus propios miedos, al prácticamente negarse a ser independientes de sus mayores y lo más importante, empezar a transitar sus propios caminos.

Con el mismo razonamiento, habría que entender el por qué el Congreso Nacional y los ayuntamientos lucen estancados y al no facilitar las cosas para que nuevos valores sean quienes realmente marquen la ruta a seguir, en tanto y en líneas generales no hay a la vista lideratos nuevos que puedan tener un futuro predecible, más o menos cercano y ciertamente innovador.

¿Podría hablarse de monumental castración mental que no deja que la pretensión de caudillismo redivivo que encabeza el expresidente Leonel Fernández, evolucione hacia lo correcto, la búsqueda de una nueva representación política joven y de experiencia pragmática para presentar el presidente que este país requiere a partir de agosto de 2024 y desde la oposición o de esa “cruce” variopinto entre peledeístas y leonelistas que solo piensa en ellos mismos y quienes como tarados, solo saben movilizarse anclados en los odios y resentimientos de los dos expresidentes y dando la impresión de ser quienes controlan la oposición?

¿Y qué decir de esa tan variada fauna de individuos disfrazados de políticos de oficio y con una amplia veintena de supuestas formaciones políticas, quienes como partidos de alquiler en tiempos electorales, son parte del mercado de esclavos políticos que se alquilan al mejor postor y siendo todos, la terrible retranca que impide que la vida política de esta nación avance y evolucione?

Pero sin ir muy lejos, ¿por qué no admitir que los adocenados y falsos medios de comunicación y de información de masas y sus periodistas y comunicadores, son el fundamento falso de una atrapada opinión pública acostumbrada a vender sus decisiones electoralistas y con sus armas en las redes sociales como en programas de radio y televisión de a tanto por espacio, conspiran abiertamente para que la corrupción y el atraso mental se mantengan como objetivo a cumplir y con tal de que la población no despierte y entienda, que esta nación se encuentra en un delicado tránsito generacional, por el que castrados mentales mediáticos, también impiden que la nación avance por nuevos derroteros y con riesgo si cabe, pero también con esperanzas, de lograr un futuro mejor y por su propio esfuerzo y conciencia de progreso propio?

Para colmos, solo hay que conocer el componente humano de la llamada “clase gobernante” o de ese amplio grupo de comerciantes a destajo dentro de la burguesía y quienes como empresarios y financistas, fabricantes y mercaderes, prácticamente han secuestrado las instituciones del Estado e imponiendo un estado delincuente cuyo único interés es mantener a la población dentro de la corrupción más significativa y gracias a esa clase intelectual de resentidos sociales, no permiten que los ciudadanos piensen por sí mismos y solo se comporten como siervos de una partidocracia absolutamente contraria a los intereses permanentes de esta nación.

Precisamente por esta realidad, es que entendemos que todo este alarde de encuestas por encargos que solo retratan un momento determinado de un día, una semana o un mes, no ayudan en lo absoluto a separar la paja del arroz y por lo que la manipulación emotiva más artera y hasta ahora, impide que la República se sacuda así misma.

Prueba de lo que decimos, la vemos en la composición del gobierno actual y ni hablar de su cabeza, el presidente Luis Abinader, quien todavía teniendo la gran oportunidad de ser el líder que la nueva política requiere, luce empantanado en las viejas y obsoletas malas prácticas del pasado y que no le dejan resurgir por sí mismo y no obstante, siendo Abinader la pieza clave que el destino le ha colocado a este país y para que lo haga renacer de sí mismo.

Entonces, cuando se observa semejante panorama tan desigual y contradictorio es previsible dejar de dudar del proceso electoral que se nos viene encima y en el que y como nunca, parecería que la libertad de escogencia ciudadana sería extirpada de cuajo.

Hay que entender que un país como este y en transición generacional y con un presidente que no se atreve a romper con el pasado y siendo él y por su juventud, el evidente portaestandarte de la verdadera política que la nación requiere y que parecería que ni él mismo y menos la juventud, aún no ha caído en cuenta de cuál es su verdadero papel en el nuevo país político del 2024 hacia adelante que República Dominicana requiere, es una nación que definitivamente y aun cuando no lo parezca, va sin rumbo y sin objetivo preciso.

Recordemos, que en política y en la política de Estado mucho más, lo más peligroso es tenerse miedo de sí mismo, amarrarse o depender de las viejas políticas y no entender, que arriesgándose es que se gana, no se pierde y podría ser que se empatara en el peor de los casos y mucho más, cuando desde el exterior hay una configuración geopolítica de guerra abierta, por la que la institucionalidad nuestra pudiera experimentar parte de sus grandes turbulencias.

Piénsese, que el solo hecho de que en un país en el que más de 6 de sus 11 millones de dominicanos y casi todos en capacidad electoral, son jóvenes entre 18 y 48 años, debe ser uno en el que la dinámica de la juventud, presente las opciones de cambios estructurales, que alejen hacia el retiro a expresidentes que pasan de los 65 años y quienes generacionalmente no tienen absolutamente nada que ofrecer al país joven dominicano.

Esta realidad, al parecer, es una, que un presidente joven para estos tiempos y de 56 años, da la impresión de no haber descubierto y lo que no se perdonaría, de que encima que tiene la alternativa de su reelección constitucional, no sea el espíritu que avive la esperanza de cambios reales que esta nación y sus juventudes requieren. ¡Lástima si Abinader deja escapar su gran oportunidad! Y lo que nos obliga a plantear, que La República se encuentra en una delicada transición política generacional y los políticos todavía no caen en cuenta. (DAG) 19.03.2023