Lideratos castrados

0
1461

Un rápido vistazo o auditoria progresiva respecto a la calidad y condiciones del liderato político dominicano e incluyendo a todos los grupos, personajes o tendencias de estos, da la penosa característica de un liderato de imposturas y falsedades y mucho oportunismo y encubierto dentro de un mecanismo de hipocresía continuo que se desdobla cada vez y dentro de una sumisión absoluta hacia aquel o aquellos que los otros entiendan los poderosos.

Para muestra, solo hay que ver lo reciente. Fallece un político de tiempos de cuando la Guerra Fría y en concreto, de la década de los setenta del siglo pasado ¿y cual es el gran mérito que este tiene frente a la población? Que parte de los “beneficios” que obtenía, los volcaba hacia los más pobres y siempre con la constante de regalar de todo y hasta alimentos crudos y darse ínfulas de supuesto cacique regional de moral laxa, pero de aceptables posturas de hogar y familia, que como esposo y padre le reivindicaban en lo privado.

¿Qué tal el comportamiento de la generalidad de los políticos en estos últimos 61 años “de democracia”? demagogos y amorales a más no poder y con ese sedimento oculto de resentimientos de la peor especie y el que salía a conocimiento general, al momento que el individuo ofrecía muestras de encono o venganza contra aquellos que le conocieron en su tiempo de lumpen y pobre que se arrastraba por doquier.

Es de esta forma, la “pasta” de la que están hechos la mayoría de los políticos criollos y ni hablar de los otros que se dicen supuestamente “izquierdistas, comunistas o progresistas”, quienes son mucho peores en inconductas, que la otra parte que se tipifica como “demócratas o de derecha” y lo que tan gráficamente se comprueba en la composición del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

Ahora bien, ¿cuál es el personaje decisivo que daña moralmente y manipula al público y al grado, de que es el verdadero centro de la corrupción a nivel general?, aunque parezca imposible, los miembros de la factoría mediática que dominan la vida pública desde sus medios de la prensa mercancía y dominada esta por la alta burguesía que se encuadra dentro de los llamados “barones mediáticos” y quienes como miembros de la depredadora oligarquía, solo entienden que los ciudadanos y como vasallos, sólo deben serles fieles a las directrices que sus medios imparten y si es que quieran escalar posiciones dentro de la pirámide social.

Al no existir una verdadera prensa libre y de independencia critica, nadie puede extrañarse que el dominicano sea sumiso en extremo y temeroso de cometer errores y enfrentarse a su mayor miedo: Caer en desgracia frente a quien sea, empresa o individuo, de la que obtiene su sustento.

Por eso y a partir de esta realidad, no existe la libertad de conciencia y mucho menos la libre expresión del pensamiento y de ahí, de tres generaciones políticas absolutamente castradas mentalmente.

Semejante vacío de orden moral normal y en donde y esto hay que recalcarlo siempre, nada es lo que parece, existe la impresión, de que por lo menos en los siguientes dos periodos gubernativos se pudiera descubrir que la nación esté creando nuevos valores de conducción que le den conformación a un nuevo estilo de políticos y de hacer política.

Solo hay que ver, que todos los días y todo el tiempo, el corrompido aparato de justicia vive aireando acusaciones e imputaciones de todo tipo contra políticos y funcionarios -civiles y militares- y también empresarios corruptos y nadie cae preso y lo peor, que con el mayor descaro, generales policiales de los que la mayoría no pasaría la prueba de una buena conducta en el ejercicio de sus funciones, se permiten el descaro de acusar a terceros de malas conductas y hasta de enriquecimiento ilícito, cuando son precisamente ellos los representativos de la corrupción desde el poder.

¿Qué ha significado toda esta inconducta amoral a gran escala?, que la mayoría de los jóvenes y este es un país de juventudes entre los 16-46 años y de los cuales, el 90 por ciento nació desde el 1961 a la fecha, asumen, que si no hacen lo mal hecho y no estudian y metiéndose en todo lo ilícito que les haga ricos, no valdría la pena vivir en su propia nación.

Y cuando en un país, su juventud entiende que debe meterse en todas las formas de ilícitos y sin excluir el asesinato o el robo a gran escala y peor, que como contribuyentes poco les importa robarse así mismos, es imposible que las pocas personas de bien y de conducta moral decente pudieran ser referentes a seguir y sí que, por el contrario, sean estigmatizadas y en la mayoría de los casos, acorraladas social y cívicamente y apenas se les deje vivir.

¿Puede un conglomerado humano de catadura tan inmoral, entendérsele con condiciones para que su país avance y se desenvuelva moralmente? Evidentemente que no.  Y por eso, República Dominicana no avanza como debe de ser a nivel de sus ciudadanos y quienes con todo y el gran progreso económico material que se reconoce, también se observa como la riqueza no llega a la mayoría de su gente y solo se queda en pocas manos y siempre para que los ricos reinen sobre las miserias morales de los demás y tampoco sin excluir las propias.

La nación, entonces se encuentra auto secuestrada y tanto, que parecería que no hay voluntad para resurgir moralmente y gobierno va y gobierno viene y todos son un calco de sí mismos y lo único que diferencia a sus presidentes, es el nivel de enriquecimiento propio que han obtenido al amparo del poder.

Del gobernante actual y antes de llegar a asumir la presidencia, ofreció la nota esperanzadora y al ser una persona adinerada por herencia familiar, de crear un fideicomiso que administre sus recursos y cada mes ofrecer su salario como ayuda social a personas o instituciones que les entienda beneficiarios. De suyo, un gesto que no se recuerda en presidentes anteriores, salvo Balaguer.

Este primer mandatario, Luis Abinader, ejerce el poder sintiéndose más cómodo encabezando y dirigiendo un gobierno plutocrático, el primero en toda la historia nacional y el que, por su propia composición elitista, a muchos le da miedo pensar que tantos intereses le hicieran caer en los mismos errores e inconductas de los dos anteriores y en particular los del PLD.

Hasta ahora, nada se ha visto de que el joven mandatario se haya “torcido”, pero sí causa inquietud, que por tanto empeño de hacer su trabajo bien y lo que no se discute, al final pudiera caer en el vicio de hacer promesas a nivel personal, que luego, los que le rodean no le permitan cumplir. Fuera de esa inquietud, es evidente que Abinader muestra y por lo menos hasta ahora, un accionar de conducta moral edificante, que por sí mismo, da esperanzas de que él pudiera ser el agente de cambio generacional que la nación anhela del 2024 hacia adelante.

Mientras tanto, lo usual es y que se nota en los sepelios de los políticos, que mientras los allegados y familiares y al paso del cortejo solo piensan en lo que aquel dejó, los transeúntes que con cara de hipócritas se muestran llorosos al pasar el catafalco y en silencio, murmuran: “así quisiera morir con dinero y poder y sin importar como”. Entre ambos puntos de vista es que se debate el destino nacional y por tanto liderato castrado. Trágico, ¿no es cierto? (DAG)