martes, febrero 11, 2025
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Lo peor del viejo imperialismo estadounidense amaga desde el gobierno de Trump. Pretende violentar la Constitución del país e imponer presiones abusivas e inadecuadas a terceros países. al pretender expulsar del país a ilegales denigrando los derechos de las personas

Lo que ya se veía venir en cuanto a la pretensión abusiva e intolerantemente inconstitucional del presidente Donald Trump, ha comenzado lo que parecería será una fuerte batalla legal, que decididamente va en una pretensión autoritaria imposible de aceptar en democracia.

Trump plantea y violando la Carta Magna que solo por nacer no se es estadounidense  y menos, si sus padres son ilegales y por tal criterio tan atrevido, ha chocado de frente con el Tribunal Supremo federal donde uno de sus miembros no solo ha vetado la pretensión, sino que advierte que es una violación constitucional intolerable.

EEUU es una nación de inmigrantes en los que el bisabuelo de Trump fue un europeo que llegó al país a los 16 años como ilegal y como él, los tantos más de 70 millones que llegaron al mismo tiempo o posteriormente y quienes se encontraban en tal condición de no tener papeles, pero amparados por la enmienda 14. Situación muy distinta en la Constitución de la República Dominicana, que dispone en su artículo 18, que los hijos “de padres en tránsito” no son dominicanos. Es decir, que habiendo nacido en este país si los padres son ilegales no adquieren la nacionalidad por nacimiento.

En EEUU, al contrario, la 14ª enmienda de la Constitución establece que «todas las personas nacidas» en EE.UU. «son ciudadanos de Estados Unidos» y por eso el decreto firmado por Trump carece de absoluta validez y lo que acaba de advertírselo el juez federal de Seattle, John C. Coughenour a instancia de cuatro gobernadores demócratas y provocando la decisión presidencial cinco demandas judiciales en marcha.

La medida de Trump, afectaría y de acuerdo con especialistas, a no menos 250 mil bebes nacidos en el 2016 y por efecto acumulativo, dice un reporte de la BBC y para el 2050 significaría la afectación directa de 4.7 millones de acuerdo con el Instituto de Políticas Migratorias.

Por lo tanto, Trump solo le quedaría la vía de la reforma constitucional, pero para ello, requeriría el voto de dos tercios en ambas cámaras del Congreso y la ratificación de las asambleas estatales. Ahora bien, Trump tiene mayoría en el Congreso Federal y ello le ofrece una alternativa que nunca tuvo en su primera presidencia.

Cuando se analiza la situación en perspectiva, se hace claro que, para el presidente, su pretensión tiene de frente a la mayoría de las organizaciones de derechos civiles y lo que al contraponerse a la mayoría parlamentaria republicana y al analizarlo en frío, nadie cree que Trump pudiera tener éxito.

Desde luego, lo que pudiera llamarse “el efecto Trump”, retrata de cuerpo entero a un presidente que solo entiende el espíritu de las leyes si las mismas van de acuerdo con su voluntad y lo que de suyo será una situación por la que el sentido realmente totalitario del presidente no se aviene al estado de derecho y peor, que el mensaje político que envía al resto del mundo y que es extremadamente hostil para sus ciudadanos sin papeles en EEUU.

Colateralmente, el mismo Trump acaba de emitir otro decreto en represalia contra el gobierno de Colombia, porque el gobierno de ese país criticó duramente la muestra de fuerza coercitiva que el estadounidense acaba de ofrecer con la deportación de los primeros colombianos ilegales, a los que y al llegar a su país lo hicieron esposados y sus pies encadenados y que fue una imagen que ofendió a toda Colombia y lo mismo ocurrió con Brasil.

El presidente Gustavo Petro reaccionó prohibiendo los vuelos migratorios y por el trato indigno a sus ciudadanos y lo que fue suficiente para que la embajada estadounidense allí emitiera un comunicado que advertía que en represalia por esa actitud, se suspendían los visados de cualquier clase y como si esta decisión no fuera insultante, Trump avanza otra peor si cabe, la imposición de aranceles de emergencia del 25 % a todas las importaciones colombianas e incrementándolas a una semana al 50 % y toda una retahíla de revocación de visados a funcionarios colombianos “así como a sus aliados y simpatizantes”, más, sanciones de no visados “para todos los miembros del partido, familiares y seguidores del gobierno colombiano”.

La andanada represiva siguió a peor con “inspecciones reforzadas por parte de Aduanas y Protección Fronteriza a todos los nacionales y cargamentos colombianos por motivos de seguridad nacional y coronando con la “aplicación completa de sanciones financieras y bancarias bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA)”.

Para agregar más sal a la herida abierta, Trump enfatizó que “estas medidas son solo el comienzo y que no permitiré que el gobierno colombiano incumpla sus obligaciones legales respecto a la aceptación y retorno de criminales enviados a EEUU”.

Solo faltaría, que Trump declare la guerra contra Colombia o que esta rompa relaciones diplomáticas y de todo tipo con EEUU, para que se entienda que el desproporcionado abuso de poder del estadounidense es una especie de meta mensaje para todos los países del continente que no hagan lo que Trump quisiera.

No hay ni que decir, que esta política tan agresiva de meter miedo, evidencia que tiene un solo objetivo de aplicar la Doctrina Monroe de “América solo para los americanos” y la que, de entrada, ya no hay país latinoamericano que no la entienda como una grave agresión a cualquier nación soberana. Al final del amago, pues en eso fue que quedó la bravuconería del estadounidense, todo se diluyó en agua de borrajas, pues a esta mañana ya se conocía que el decreto y las otras disposiciones fueron suspendidas, pero eso sí, queriendo la prensa estadounidense colocar a Petro como si el colombiano se hubiese arrodillado, cuando lo cierto, fue que, por su postura firme, Trump debió de dar marcha atrás. 

De acuerdo con el derecho internacional, no existe forma alguna de aceptar las disposiciones autoritarias del inquilino de la Casa Blanca y sin que no haya una reacción negativa a lo interno de EEUU y de sus aliados en el planeta y peor, que, con sus decisiones, se hace claro que Trump se aparta del orden correcto en las relaciones con otros estados.

Del lado dominicano, entendemos que el presidente Luis Abinader deberá considerar fríamente lo que se le viene encima y si acaso protestara por el trato poco digno que dominicanos ilegales en EEUU pudieran recibir de las autoridades migratorias estadounidenses.

Dicho sea de paso, la anunciada visita oficial para esta semana del Secretario de Estado (canciller) Marcos Rubio, se muestra como una que no será del todo auspiciosa y menos, cuando ayer y en Puerto Rico, en el área de Santurce, concretamente en el barrio obrero, donde un 35 % son dominicanos ilegales, se iniciaron las redadas para fines de deportación.

Hasta donde conocemos, en EEUU hay 200 mil dominicanos ilegales, frente a más de un millón de estadounidenses de origen dominicano y cerca de 500 mil dominicanos residentes legales y lo que hasta ahora ha mantenido un cierto equilibrio social, que podría venirse abajo, si la política migratoria de Trump le es aplicada y que como hay que suponer, provocaría de parte dominicana un rechazo casi absoluto.

Aun así, muchos esperamos, que desde Washington no se emita una persecución indiscriminada de dominicanos ilegales y que es una aspiración, con el solo objetivo de que las relaciones entre los dos países no se descalabren y lo que nos hace advertir, que lo peor del viejo imperialismo estadounidense. amaga desde el gobierno de Trump. Pretende violentar la Constitución del país e imponer presiones abusivas e inadecuadas a terceros países y al pretender expulsar del país a ilegales denigrando los derechos de las personas. Con Dios. (DAG) 27.01.2025

 

 

 

 

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