Los accidentes continuos que ocurren en el Boulevard del Este son hijos del descontrol humano y el desmedido afán de lucro, de una sociedad y población, nada dispuestos a aceptar vivir bajo reglas de orden y civilidad

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Ahora los golpes de pecho y los lamentos hipócritas como falsos, de individuos que hacía tiempo se daban cuenta del peligro que se cierne sobre las personas y vehículos que recorren aquella vía, al tiempo que la autoridad y tanto la nacional como la municipal, miraban para otro lado y por su desmedido interés en aprovechar hasta el mínimo instante por ganar dinero y sin importar como.

De ahí que todos los que tienen que ver con el surgimiento del polo turístico Verón-Bávaro-Punta Cana y Cap Cana, sean los primeros en oponerse a todo cuanto de una u otra forma pudiera significarles pérdidas económicas y aunque fueren mínimas, si por vivir en orden se afectaría el movimiento continuo de las cajas registradoras. Por eso no hay suficientes ambulancias ni estaciones sanitarias y clínicas para atender emergencias y mucho menos un cementerio decente que cubra la última morada de quienes fallecen y tampoco señales de tránsito para que quienes se desplacen sepan por donde van y que como el presidente de la República solo viaja en helicóptero o avión, nunca verá.

Solo hay que ver como los hoteles se han creado y se manejan como recintos cuartelarios en donde reglas de alta policía impiden, que entre sí, haya libertad de movimientos y de tránsito entre las personas, al tiempo que los grupos gansteriles de empresas de transporte y tanto turístico como regular, no solo que siempre hacen de las suyas si no que mantienen una abierta como demoniaca competencia contra el tiempo y con tal de que “los guagüeros” lleven en el menor tiempo posible a los turistas de un lugar a otro y sin importar que por el afán, los ciudadanos de esos lugares y circundantes sean las primeras víctimas de sus desafueros.

Al mismo tiempo, a nadie sorprende que las autoridades de orden y policía actúen como chivos sin ley  a  las que los accidentes y muertos y heridos que se produzcan y con tal de que los mismos no trasciendan a esa “prensa tan molestosa”, poco les importa y si a cambio los ingresos se mantienen al tope y el ministerio de Turismo y en base a propaganda enfermiza, magnifica a mayor todo lo de la industria turística, al tiempo que los emprendedores que crearon o tuvieron idea de qué hacer en tales lugares, ni por asomo quieren darse cuenta de la industria paralela de sexo, drogas y lujuria que está instalada en paralelo a sus hoteles.

Es de ese modo, que grupos gansteriles o societarios de EEUU, España y Europa, compiten rabiosamente entre sí y frente a una autoridad, a la que lo único que le interesa, es que los ingresos fiscales sean mayores y lo que facilita, que la mayoría de todos esos hoteles transfieren sus ganancias a bancos y sociedades suyos en paraísos fiscales de la zona caribeña, mientras el Estado y supuestamente, el dominicano, apenas nada puede hacer para detener esa orgía de que por cada dólar o euro que entra, ni siquiera una décima parte se queda en las arcas nacionales.

Justo por ello, es la curiosa hermandad de intereses, esa que hace posible que el individuo y en particular el ciudadano de a pie extranjero y preferentemente haitiano, es explotado y junto al dominicano, con salarios miseria y casi ninguna seguridad social, en tanto se permite que el transporte regular entre municipios sea una locura o máquina de daño que no tiene punto de comparación.

Y que son las razones del por qué los accidentes de tránsito son tan constantes y con vehículos pasando del límite de velocidad asignado y con una autoridad solo atenta a los privilegios, las canonjías como al soborno. En realidad, nada es lo que parece. Mientras los residenciales turísticos y en gran mayoría son guetos en los que sus habitantes son lo más parecido a piezas de intercambio de esa maquinaria de dinero, vilezas, lucro y dolor a la que realmente se circunscribe la industria turística en la zona.

Desde luego y para que todo quede oculto y rápido, de inmediato se hace como que todo se corrige a contra velocidad y ya ayer mismo en la tarde, las evidencias del horroroso accidente provocado por el vuelco escandaloso del autobús que llevaba 52 turistas de Bávaro a la isla Saona, prácticamente quedaban borrados y de golpe se presentaban policías de tránsito motorizados parados en determinados lugares con sus máquinas de controles de velocidad y como justificación para el pretexto que facilite el soborno fácil y porque todo hay en la viña del Señor.

De igual modo, desde las lujosas oficinas de la seccional de ministerio de Obras Públicas, se dispone el cierre del lugar en el cruce de la ocurrencia y dizque “para mejorar la intersección”, mientras el cabeza de los organismos a cargo de la regularización del transporte a nivel nacional hablaba de “todo lo bueno dentro de la ocurrencia acaecida” y en abierta demostración, del gran desprecio que se le tiene a la vida humana.

Es por eso por lo que ya en la tarde-noche de ayer, todo parecía que volvía a la normalidad y los vehículos de pasajeros transitando a más de cien kilómetros por hora, mientras los de turistas y de hotel en hotel, a mucho más, en tanto los dueños de vehículos de motor privados deben encomendarse a Dios y para ver si de improviso no se topan con un loco que no quiera atenerse a las reglas y los envié al otro barrio.

Realmente, ese es “el verdadero espíritu de Punta Cana” un lugar que la propaganda pinta y describe como lo mejor, en tanto en Verón hay una lucha salvaje por la existencia y en donde su más de 50 mil habitantes se matan y atropellan entre sí en una loca carrera por hacer dinero y sin importar como y lo mismo en Bávaro, mientras lo que se llama “Punta Cana” es la vitrina mentirosa que describe una especie de paraíso y solo para los más ricos, en tanto cada domingo y con fingida humildad e igual ocurre en Cap Cana en sus capillas católicas respectivas, los emprendedores que las originaron van contritos y de rodillas a postrarse ante Dios y los más desvergonzados  y con sus manos ensangrentadas, recogiendo las limosnas, que los “fieles”, todo un grupete de personas interesadas  en servirles, les ofrecen miradas de puro servilismo y locos porque los que controlan todo les saluden y les atraigan ante sí.

Naturalmente, en toda la zona hay mucha gente decente conformada por emprendedores y comerciantes y profesionales liberales, que entienden, que pueden ser parte de los bienes y servicios que facilite que la zona repunte como el nicho humano de desarrollo de mayor potencialidad en el país, pero pagando el precio terrible de una autoridad de control que no existe y una jungla de intereses económicos, que asumen, que todo aquello es suyo y de ahí la vil explotación que se experimenta y que fundamentalmente, es la razón de que ni los turistas  son entendidos como personas y sí solo como piezas de cambio dentro de un mercado atrapado y en el que cada cierto tiempo y como ocurrió ayer, exige su ofrenda terrible en vidas humanas inocentes.

Razones más que suficientes y para proclamar, que los accidentes continuos que ocurren en el Boulevard del Este son hijos del descontrol humano y el desmedido afán de lucro, de una sociedad y población nada dispuestos a aceptar vivir bajo reglas de orden y civilidad. (DAG)