República Dominicana ha transitado en menos de una década un cambio profundo en la forma de generar electricidad. De una dependencia histórica del petróleo, que llegó a superar el 90% del total, el país ha pasado a una matriz donde predominan el gas natural, el carbón y las energías renovables.
En octubre de 2025, las cifras oficiales del Ministerio de Energía y Minas sitúan la composición del sistema eléctrico en 39% de generación con gas natural, 27% con carbón, 9% con fuel oil y 25% con fuentes renovables. Dentro de este último grupo, la hidroelectricidad aporta un 6%, la energía eólica un 7% y la solar un 12%.
El ministro Joel Santos le dijo al periódico elCaribe que la meta del Gobierno es elevar la participación renovable al 30% para 2030, en cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos por el país. Para ello será necesario fortalecer el componente tecnológico del sistema mediante la incorporación de capacidad de almacenamiento, con el propósito de compensar la intermitencia del sol y el viento.
Mientras, la viceministra de Innovación y Eficiencia Energética, Betty Soto, ha dicho que las proyecciones apuntan a contar con 500 megavatios (MW) de almacenamiento para 2027 y el doble —1,000 megavatios— en 2030. “Sin almacenamiento, se pierde eficiencia en momentos en que no hay radiación o viento suficiente”, explicó.
Un cambio que tomó tiempo
El avance actual es resultado de una transformación sostenida desde mediados de la década pasada. En 2018, según la Asociación Dominicana de la Industria Eléctrica (ADIE), el 38.1% de la generación provenía de derivados del petróleo, 32.9% del gas natural licuado (GNL), 13% del carbón, 11.2% del agua, 3.1% del viento, 1.3% de la biomasa y apenas 0.5% del sol. Aquel año, la mayoría de las plantas del Este —Quisqueya I y II, CESPM, Los Orígenes Power Plant y Sultana del Este— operaban con derivados del crudo, mientras que el gas natural se concentraba en el Parque Energético Los Mina, Estrella del Mar 2 y las unidades AES Andres, en Boca Chica.
La entrada en operación de la Central Termoeléctrica Punta Catalina, en Peravia, con dos unidades a carbón, cambió sustancialmente la estructura de generación. Desde su puesta en marcha, ha aportado entre el 30% y el 35% de la demanda total del país, consolidando al carbón como una de las principales fuentes del sistema eléctrico nacional interconectado. En 2019, el país mantenía 1,825.9 megavatios instalados con fuel oil, aunque con una disponibilidad real de 1,026 MW. El 29% de la energía seguía generándose con derivados del petróleo, mientras que el GNL ya alcanzaba un 33% de participación, con 786.3 MW instalados y 705 MW disponible.
Ese mismo año, el Gobierno anunció la conversión de 750 megavatios de plantas del Este hacia gas natural, un proceso que marcó el inicio de la sustitución acelerada de combustibles fósiles más contaminantes por opciones más limpias y eficientes.
Mirada a un lustro atrás
En 2020, República Dominicana siguió dejando atrás la dependencia del petróleo. El gasoducto del Este concluyó su interconexión con las plantas Quisqueya I y II, que suma 450 megavatios convertidos a GNL. La entonces Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) informa en este tiempo, que el gas natural se había convertido en la principal fuente del país, con una participación cercana al 25%, seguido del carbón, con 20.6%. Para ese año, el parque de generación nacional alcanzaba los 5,187 megavatios de capacidad instalada, de los cuales 1,235 MW provenían del gas natural, 1,064 MW del carbón, 646.4 MW del petróleo y 616 MW de fuentes hidráulicas, de acuerdo con datos oficiales.
El impulso a la diversificación permitió que el país tuviera, para ese momento, una de las matrices más equilibradas de Centroamérica y el Caribe, con más de una decena de fuentes distintas de generación y un 22% de participación renovable. En agosto de 2022, la ADIE reportó que el gas natural había subido a 40.78% de la generación nacional, seguido del carbón con 30.97%, los derivados del petróleo con 10.96%, el agua 7.57%, biomasa con 1.02%, viento con 6.21% y el sol con 2.5%. Estas cifras confirmaron el declive del petróleo, que en años anteriores había dominado el sistema. “De ahí venía antes el 90% de la generación. Hoy apenas representa poco más del 10%”, destacaba un reporte del sector.
La organización subrayó la necesidad de fortalecer la red de transmisión administrada por la Empresa de Transmisión Eléctrica Dominicana (ETED), cuyo desarrollo resulta esencial para integrar nuevos proyectos de generación y aprovechar la expansión renovable. En paralelo, el precio del gas natural se había elevado de US$3.90 el millón de BTU a US$6.73 en 2022, lo que reflejaba las tensiones internacionales en los mercados energéticos sin detener la transición dominicana hacia una matriz más limpia.
El Gobierno, por su parte, proyectó incorporar 692 nuevos megavatios de generación renovable, de los cuales 250 MW ya estaban en operación y el resto se esperaba que entrara en línea hacia finales de 2023. Además, se anunció por primera vez la creación de una “reserva fría” de 700 MW, destinada a garantizar estabilidad ante picos de demanda.
En 2025, la República Dominicana mantiene ese proceso de modernización y diversificación. El peso del gas natural (39%) se mantiene como principal fuente, seguido del carbón (27%) y las energías renovables (25%). La proporción de fuel oil continúa en descenso, con apenas un 9% del total.
El país ha logrado, en siete años, reducir en más de dos tercios la participación del petróleo, al tiempo que cuadruplicó la presencia solar —de 2.5% en 2022 a 12% en 2025— y aumentó la eólica de 6.2% a 7%. La hidroelectricidad, con 6%, se mantiene como componente estable dentro del conjunto renovable.
La intermitencia y lo que se hará para afrontar eso
El Ministerio de Energía y Minas, la Comisión Nacional de Energía y la ADIE han coincidido al indicar que l reto inmediato de República Dominicana es tecnológico: el almacenamiento.
Han explicado esas entidades que las inversiones proyectadas en baterías permitirán almacenar energía suficiente para suplir la demanda cuando la generación solar o eólica se interrumpe (un remedio para la intermitencia). Con ello, este país se prepara para dar el siguiente gran paso en su transformación eléctrica, con una matriz donde el gas natural y las energías limpias se han convertido en la base del desarrollo energético nacional.
El cambio
Los años en los que los derivados de fósiles estaban a la cabeza de las fuentes para generar han ido quedando en el pasado.(EC-mp / OJO-jj)






