Los gobiernos estadounidense y canadiense han coincidido en alertar a sus ciudadanos al momento que viajen a este país y por entender….

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Si miramos los hechos en perspectiva, realmente habría que dar por sentado que los gobiernos de los países que advierten a sus ciudadanos que sus visitas a República Dominicana podrían ocasionarles serias afectaciones a sus patrimonios como a sus respectiva seguridad física no dicen toda la verdad y por lo que les instan, no a que no nos visiten, sino que sepan a qué atenerse cuando se trata de ir a determinados barrios populares en las ciudades o cuando se trata de desplazamientos a determinadas comunidades del interior.

En este aspecto, no entendemos que EEUU y Canadá estén pidiendo a sus ciudadanos que no visiten en este país y mucho menos cuando hasta ahora los 500 mil y tantos turistas que hay en el territorio nacional y tanto estadounidenses como canadienses, no han experimentado ningún tipo de hecho gravoso o de agresión personal, salvo cuando se cae en lo sorpresivo, de entrar o desplazarse por algunos lugares a los que los mismos dominicanos tienen cuidado de visitarlos y los que la mayoría de las veces tienen mayores indicadores de violencia que muchas ciudades norteamericanas.

Por lo tanto, muchos entendemos, que ha sido un exceso de nuestras autoridades, así como de determinados medios de comunicación y de información de masas, el rasgarse las vestiduras por los llamados precautorios efectuados por los gobiernos norteamericanos a los que hacemos referencia.

Todavía más, todos conocemos y por los boletines de prensa de agencias informativas internacionales, de  los tremendos grados de inseguridad que se viven en Puerto Rico, Colombia o Venezuela  y ni que decir en México, Chile o Perú, equiparables en asesinatos y asaltos a los que ocurren en Haití, donde recientemente se ha visto como 14 personas y con el pretexto de que eran “delincuentes”, los pobladores de un barrio en particular y desesperados por sus fechorías, les mataron sin más y quemándoles vivos en las calles de Puerto Príncipe mediante “el método” del pere lebrum (un neumático incendiado colocado entre los hombros de una persona) y hablamos de un país, en el que un ejército de 10 mil pandilleros en 100 pandillas diferentes tienen el control de la nación vecina.

Recuérdese, además, que, en lo referente a Haití, es desde EEUU, que quienes las patrocinan desde su burguesía, proveen las armas de guerra que manejan o en el caso de México, que la droga Fentanilo es enviada de EEUU y si nos vamos muy cercanos a Puerto Rico o Jamaica, su normativa delincuencial está signada por la cocaína y la marihuana y mezcladas con otras drogas.

Así los hechos y, en consecuencia, es posible que las autoridades dominicanas y parte de sus mass media, entiendan como un exceso los llamados precautorios de los gobiernos estadounidense y canadiense tratando de alertar a sus ciudadanos al visitarnos y lo que, en la práctica, queda desmentido por el alto nivel de seguridad que los mismos ciudadanos dominicanos y en líneas generales proveen a quienes nos visitan.

Para comprobarlo solo hay que visitar los litorales de playa y turismo en cualquier parte del territorio nacional e incluso, ver el incremento del turismo sexual por el que abogan ciertas estadounidenses y canadienses al venir a nuestros centros vacacionales y que se conozca, en ese ámbito nunca se ha visto ningún tipo de crimen o robo a gran escala.

Ahora bien, que en barrios del Gran Santo Domingo o en ciudades como La Romana, Santiago, La Vega o Puerto Plata, la criminalidad social tiene presencia, sin duda que absolutamente nadie lo oculta y como igual sucede en las principales ciudades norteamericanas donde la criminalidad tiene unos indicadores extremadamente realistas en materia de crimen social instigado por el uso indiscriminado de todo tipo de armas de fuego legales y lo que en este país nunca se ha visto nada semejante.

Realmente y en el fondo, de lo que se trata, es de la mortificación de la industria hotelera estadounidense y canadiense por el gran desplazamiento de sus ciudadanos hacia las costas dominicanas y que por lo visto es una situación que preocupa a la hotelería norteamericana y en razón de que los pocos centros hoteleros que tienen aquí, no se encuentran llenos de sus turistas y como si sucede con los centros dominicanos y europeos, que con cerca de mil establecimientos se reparten en las zonas este, noreste y norte de esta nación.

Más bien, entendemos que hay que considerar, si bien es molesto que la falta de competitividad de los hoteleros estadounidenses y canadienses se refleje en estos ataques directos contra una parte sensible de nuestra economía, no lo es menos, que la realidad indica, que con todo y alertas y como ha estado aconteciendo ahora, que desde que fueron emitidas han aumentado los viajes de norteamericanos a nuestras costas y como reflejo de la pujanza de nuestra industria turística y que por interés propio, es un tema que llena de orgullo a los dominicanos.

Obsérvese, que de los siete países que hemos citado en materia de violencia criminal y no social, todos han perdido más de un 25 por ciento en sus indicadores de llegada de turistas, fenómeno que no se da en este país y cuya garantía mayor es la práctica de economía de escala que mantiene a las cadenas hoteleras, todas con establecimientos en estos países y por lo que cuando se pierde algo en competitividad, la filial dominicana siempre les saca de apuros y dado que sus ganancias son mayores al promedio.

Ahora bien, lo que EEUU como Canadá, es decir, sus gobiernos. Harían bien en colaborar con la economía dominicana, es instando a los carteles mafiosos dueños de hoteles en este país y cuyas bases operativas están en La Vegas, Nevada; a que en vez de repatriar sus utilidades a las Bahamas y para evadir los pagos de impuestos dominicanos al nivel correcto, los gobiernos norteamericanos les conminaran a ser trasparentes en sus ingresos y no generarle pérdidas a esta economía en materia fiscal.

Creemos entonces, que, si los gobiernos de Biden y Trudeau cumplieran con este propósito, seguro que nuestra balanza comercial en materia de turismo fuera más manejable y provechosa para este país, que es donde están las grandes inversiones en hotelería y las que siempre encuentran los incentivos fiscales que les hacen establecerse.

Entonces, cuando se traza una perspectiva realista sobre la parte buena o mala de la industria turística, se verá que por la evasión constante de los hoteles norteamericanos a República Dominicana se le hace más daño a este país que todo cuanto en hipotética inseguridad pudiera darse.

¿Se entiende por qué decimos, que los gobiernos estadounidense y canadiense han coincidido en alertar a sus ciudadanos al momento que viajen a este país y por entender que el clima de inseguridad en sus calles obliga a que las personas se tomen sus precauciones, pero que no dicen toda la verdad?

Por ejemplo, ¿acaso el continuo bombardeo de inmigrantes dominicanos que han delinquido en EEUU y porque sus mafias los han preparado como tales, no debería entenderse como la causa básica del incremento en la delincuencia que EEUU y Canadá ven con preocupación que aquí hay y que pudiera afectar a sus ciudadanos? (DAG) 26.04.2023