Por los continuos latrocinios perpetrados por Washington contra todos los países latinoamericanos y del Caribe, desde que EEUU se inició en julio de 1776 como país independiente de Inglaterra, todos y de una u otra manera han tenido que mantener una lucha permanente para impedir que Washington les robe sus riquezas naturales y pretenda dominar a la fuerza a todos esos países.
El antecedente inmediato de semejante conducta depredadora y asesina fue la herencia que el imperio inglés les dejó a las trece colonias de americanos de origen inglés que formaron y crearon una nueva nación, que ya se había originado por la terrible practica inglesa de asesinar a los nativos del país y robar y saquear sus territorios y que es la genética que siempre ha marcado a la nación angloestadounidense y a más, desde la década de los años 1820. Cuando el presidente James Monroe la estableciera como advertencia y barrera contra todas las naciones de no colonizar ni “intervenir en América”.
En cierta forma fue una salvaguarda que Estados Unidos de América como tal se imponía a sí mismo para garantizar su propia supervivencia cómo nación, pero la que a los pocos años de implementar, la reinterpretó como el principio de su propia lucha imperialista y colonizadora contra todas las naciones al sur del rio grande y que como la historia y los hechos recientes lo describen, ha sido un ejercicio militar colonizador y depredador estadounidense que sirvió de coraza para que Washington emprendiera la más grave guerra colonizadora de exterminio contra todos los países latinoamericanos y caribeños.
Debido a tal antecedente, no ha habido país latinoamericanos que no haya experimentado directamente por vía del militarismo yanqui o indirectamente mediante sus bancos y en esto, en unión con la banca inglesa y todo el sistema financiero dirigido por la banca Rothschild y que han sido los dos factores que le han permitido a EEUU ser una potencia mundial en base a millones de cadáveres de todos estos países y la riqueza increíble que Washington saqueara en bienes, riquezas naturales y activos de todos ellos.
Y originando la curiosa interpretación sobre derecho de posesión estadounidense, de sostener, que quien sea propietario del subsuelo es el propietario del suelo, mientras que en todas las naciones al sur del Rio Grande el propietario del subsuelo es la nación y no los individuos y por más tierras que posean en su superficie.
O esa peligrosa reinterpretación trumpiana, de entender, que supuestamente las propiedades de empresas estadounidenses en otros países, él las interpreta como que son parte del territorio estadounidense e imponiendo automáticamente, un «derecho soberano» de EEUU sobre ellas y lo que de hecho es un principio surrealista si se quiere, de recolonización continua o derecho de extraterritorialidad a favor de las empresas estadounidenses y lo que obligaría a no aceptar las inversiones estadounidenses y que advertimos para que se tomen las medidas de lugar.
Esa y no otra en la razón de la desmesurada y provocadora interpretación que el presidente Donald Trump tiene como supuesta justificación para pretender reclamar ahora a Venezuela, que las tierras y pozos de petróleo que EEUU le había robado y saqueado, a Venezuela como a los demás países y que aquella nación había logrado recuperar expropiándolos y que como se entiende juiciosamente es un contencioso que corresponde su dilucidación a los tribunales y en este caso a la Corte Internacional de Justicia y si algún país depredador como EEUU se atreviera por reclamar.
Si este antecedente se tiene en cuenta, el abusivo como desconsiderado reclamo de Trump no tiene razón de ser, salvo que se entienda la mentalidad de corsario y matón de ese presidente y quien como persona y después de más de 33 casos de ilícitos perpetrados fuera condenado como delincuente, pero quien por una de esas curiosas veleidades humanas, su país le levó a dos periodos alternativos a la presidencia estadounidense.
En este sentido, la Casa Blanca y mediante su mentirosa vocera podrá afirmar cuanto quiera en cuanto a su interpretación de que la incautación y posterior nacionalización del petróleo venezolano y realizada por el presidente Carlos Andrés Pérez “fue un robo a EEUU” porque millonarios saqueadores como Rockefeller “crearon la industria petrolera” y lo que en el exacto sentido del término, lo que el presidente venezolano hizo fue recuperar el patrimonio petrolero de su país.
Por lo tanto, Trump no tiene ninguna razón en lo que dice y peor, pretendiendo que en base a la fuerza de las armas recuperará lo que entiende suyo y lo que en lo absoluto no se corresponde a la realidad y mucho más, cuando para hacerlo deberá violar la soberanía del país dueño originario de sus fuentes de hidrocarburos.
Ahora bien, lo que subyace en el fondo de esta absurda pretensión, es el interés de Trump y sus aliados en la política de su país, de haberse fijado el reto de desalojar del Continente la presencia de grandes conglomerados industriales chinos como rusos y de otros países, explotando las riquezas naturales de algunos países americanos y en base a contribuir a la industrialización y desarrollo de esas naciones y en lo que Trump y ya como asunto de política interna, quiere recuperar fuerza geoestratégica para desalojar a empresas de esos dos países fuera de este Continente.
Como los lectores podrán entender, ya no se trata de parte latinoamericana y caribeña de ir en defensa del presidente venezolano Maduro, quien llegó al poder tanto y con los mismos métodos reprochables que a Trump también se le critican, sino que lo que está en juego, es la defensa de un país soberano a quien otro le quiere avasallar y robar sus riquezas naturales.
Por suerte y en esto Venezuela no está sola y tanto Rusia como China así lo han hecho saber y reafirmando sus apoyos a Caracas y teniendo de fundamento y expresado por el canciller chino, de oponerse a la “intimidación unilateral”, lo que por lo menos, abre un espacio para que poco que mucho, Trump y su ejército deba dominarse o de lo contrario, atenerse a una guerra de defensa de la soberanía de cada uno de los países latinoamericanos y caribeños y quienes de este modo se encuentran ya ante el reto de defender lo suyo o morir en el intento.
En tanto esta situación pudiera ocurrir, anoche y en su mensaje a la nación estadounidense, Trump y después de haber hecho pregonar que hablaría para ir con todas contra Venezuela, aterrizó y para decir un término gráfico y entendible, en lo conflictivo de la política estadounidense, amenazada ahora y derivada de sus políticas, por un colapso económico que ya está casi a sus puertas, prefiriendo entonces no entrar en su discurso guerrerista.
De todas maneras, no que el peligro ha pasado, sino que por ahora tácticamente el estadounidense ha demorado, mientras tanto, solo tres gobiernos de tres países en el Continente apoyan a Trump: el dominicano, el de trinitense y el granadino, es decir, República Dominicana, Trinidad-Tobago y Granada, los tres islas-estados y los que de pronto y por grave error de sus presidentes y gobiernos se han brindado como bases militares de hecho para la guerra estadounidense contra Venezuela y cuyo costo material será impredecible, porque si el conflicto estallara, de inmediato serán el objetivo de los militares venezolanos y aliados y lo que les acarrearía un terrible costo político de supervivencia, puesto que su pueblos no están de acuerdo con semejante compromiso.
Solo pensar, que como producto de esa absurda alianza, República Dominicana pudiera ser bombardeada y su Palacio Nacional estallando en miles de pedazos, sería suficiente para entender, que la suerte política del presidente Luis Abinader estaría echada, pues la nación no lo toleraría ni un minuto en el poder.
Nuestra posición y también la de una mayoría nacional es oponernos a que nuestro país haya sido convertido en una base militar estadounidense y nuestro reclamo, para que el presidente Abinader retire la autorización que diera para que tropas y equipos estadounidense ocupen la base militar aérea de San Isidro y la ocupación militar de un área del aeropuerto Las Americas y con el mismo fin guerrerista.
Haciéndonos recordar que los supuestos derechos de tierra que a decir de Trump le corresponden a EEUU, se fundamentan en el robo y sangre derramada de millones de habitantes al sur del Río Grande y lo que es absolutamente inaceptable y vil. ¿Derecho de extraterritorialidad para empresas estadounidenses? Con Dios. (DAG) 18.12.2025





