domingo, septiembre 1, 2024
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Mientras exista el mercado atrapado para proteger al empresariado, no habrá forma de que el crecimiento económico llegue a la población. Limosnas sí, pero crecimiento, no

¿Qué cambio tan grande ha habido desde que a finales de los años setenta del pasado siglo, el PIB estaba en el umbral de los 600 millones de dólares estadounidenses y ahora se encuentra cerca de los 94 mil millones de dólares al año y del que pudiera decirse que un amplio sector poblacional de pobres, pasó a clase media y de esta hacia más arriba, cuando se observa, que en este lapso de 52 años, cerca del sesenta por ciento de la población se ha empobrecido y que apenas un 10 por ciento subió a clase media pobre y que los ricos, aumentaron en más de un 50 por ciento sus ingresos y riquezas?

Si a vamos a tratar de ser lo más objetivo posible, necesariamente que habría que entender, que el crecimiento sostenido del producto bruto interno, esto es, de todo lo producido por la nación en un año, ni por asomo a facilitado las cosas para que los dominicanos y de clase media-media a pobres hubiesen podido lograr un racional como verdadero alto nivel de calidad de vida, salvo la evidencia de esas inquietantes estadísticas y las que muestran, que cada año ha habido un aumento continuo de más de un cinco por ciento sostenido en materia de juegos de azar y de amplio consumo de alcohol y acompañado de esa situación tan inquietante, del incremento del narcotráfico y del lavado de activos y en los que ciertas manos empresariales no están lejos.

Situaciones estas dos últimas  y como nuevo tipo de “rubros comerciales”, que han ido ganando espacio y también como lastimosa muestra de un penoso estado de derecho, que facilita las cosas para que el crimen organizado y desde la mayoría de las grandes fortunas, negocios y corporaciones, penetren a mayor en la sociedad y al grado, de que ahora, ya está establecida la economía clandestina de lo ilícito a gran escala y en la que tanta gente de clase media baja a media hace lo indecible con tal de escalar socialmente como nuevos ricos y ni hablar con el apoyo del aparato político de la nación en el que quien sea gobierno de turno, es el primero en ser tolerante y en cierta manera, hasta su cómplice.

Precisamente por este tipo de situación tan irregular y que se une a la terrible sumisión del carácter dominicano hacia todo aquel que sea rico o poderoso con grandes como decisivas influencias políticas, sociales, castrenses, mediáticas y religiosas y al grado, de que la gente prefiere hacerse de la vista corta cuando los de arriba se enriquecen desproporcionadamente o cuando desde el poder, lo utilizan como herramienta a mano e impune y como ya se está comprobando con las denuncias, imputaciones y apresamientos del ministerio público contra los corruptores, corruptos y corrompidos del gobierno anterior y lo otro, que ni siquiera en susurros se habla, de tanto dueño de litoral que es chantajeado, amenazado, perseguido o asesinado si se llega al caso, por capitalistas de apariencia “honrada” del ramo turístico de hoteles y sentamientos hoteleros de playa y residenciales y con la finalidad de apoderarse de las tierras de quien acosan.

Este último hecho, de tantos “padres de la patria” de la industria turística, quienes con apariencias de serios y solo porque se les supone con un gran capital propio, se han enriquecido desproporcionadamente y en base a tierras bañadas con la sangre de quienes despojan de sus propiedades, es la muestra más significativa del abusivo y corruptor  “estado de derecho”, que se dice existe en esta nación y mediante el cual, la justicia se muestra incapaz e incompetente para favorecer a quienes, propietarios o herederos, han sido víctimas de crueles despojos inmobiliarios y los que ahora se exhiben como parte de los terrenos de grandes extensiones hoteleras de grupos o corporaciones y teniendo de contrapartida, las abusivas expropiaciones gubernamentales de tierras privadas y sin el pago del justo precio de estas.

Supóngase entonces cómo no se va a vivir en este estado de desigualdad casi absoluta y en el que, para estos casos, no hay prensa que se atreva a denunciarlos y mucho menos lideres de opinión y ni hablar de la mayoría de los de ahora, del año 2000 al 2020, enriquecidos gracias a los “aportes “de quienes les pagan para que callen y escondan la horrenda galería de hechos sangrientos que tienen que ver con el capitalismo salvaje que domina las instancias de poder de esta nación.

¿Puede extrañar, que de cada cuatro pobres, por lo menos dos vivan por debajo de la línea de pobreza, en tanto otros cuatro más se empantanen en el lodazal de la corrupción política, económica, financiera y empresarial al más alto nivel y a la que los gobiernos buscan la vías para justificarlas y no sancionarlas y apelando al criterio de que “hacen inversiones para darle trabajo a la gente” y con contratos de trabajo tan abusivos, que el empleador tiene derecho a despedir sin más, a cualquier  empleado que apenas llegue a los tres meses de labor y para de inmediato sustituirlo por otro y quien tres meses luego, correrá la misma suerte?

Cuando esta realidad cruda y cruel se observa, necesariamente que también hay que entender el por qué la población no tiene acceso al crédito para capital trabajo y como al menos se hacia en el gobierno anterior con su llamada banca solidaria y la que con el cambio de gobierno ha desaparecido abruptamente y lo otro tan infortunado, de que por el mercado atrapado que solo permite a los ricos que sólo ellos tengan fortuna y capital de trabajo y fabriquen o comercien mercancías de baja calidad y alto precio, una gran parte de la población sobrevive dentro de la miseria absoluta y la mayoría de sus miembros sobrevive a su vez, en base a la prostitución, la droga o el hurto pura y simple.

¿Se podría suponer, que algún día este panorama tan tétrico, de tanta desigualdad, que solo este pueblo de sumisos sabe aguantar, terminara? Muchos lo dudamos y precisamente por ello, este tipo de crítica social y dirigida a que se haga conciencia, de que una nación, no puede, no debe ni merecer vivir dentro de tanta desigualdad y carencias que la envilece y que para nada dignifica a su componente humano.

De ahí que digamos que mientras exista el mercado atrapado para proteger al empresariado, no habrá forma de que el crecimiento económico llegue a la población. Limosnas sí, pero crecimiento, no. (DAG) 

 

 

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