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Mientras no se entienda que el ego de Trump es el de un dictador frustrado que muere de envidia por el poder absoluto de otros hombres fuertes como Vladimir Putin, Xi Jinping o Kim Jong-un, tampoco se entenderá, el porqué de ese apetito de guerra con el que cree que se pudiera igualar a Napoleón o al mismo Hitler

Lamentablemente el presidente estadounidense, quien como ciudadano fuera condenado como delincuente por un tribunal de su país y aun así logró lo imposible, de demostrar que el sistema democrático de su país ya no es el que habían creado los llamados padres fundadores, sino una muy peligrosa mascarada de poder absoluto y en manos de estadounidenses de primera y segunda generación. Precisamente y por ese ego fuera de toda proporción, la humanidad ha visto que un ámbito guerrerista muy crispado desde hace diez meses recorre el mundo y no para brindar esperanzas de paz absolutamente a nadie.

Por lo pronto, una de sus sobrinas dice sin ambages que la personalidad de su tío es la de una persona narcisista e insegura de sí misma, de gran ego y acostumbrada e imponer su voluntad y dicho de este modo: “Ha dejado una hoja de ruta para sus seguidores: cómo romper las normas, cómo manipular el sistema y cómo imponer un nuevo orden sin reglas”, asegura. “Así es como se expanden los límites. Así es como se salen con la suya. Así es como se normalizan las posturas más extremas. Así es como se suaviza el terreno”.

¿Cómo una persona con esas características, más otras que le retratan como alguien autoritario y ególatra pudo llegar a la presidencia de su país, a ese momento la líder del mundo unipolar?, sin duda por ese afán autodestructivo de cuando un país lleva ochenta años imponiéndosele a toda la humanidad, pues se pierde la perspectiva, el juicio queda obnubilado y el nacimiento de otra dimensión de vida o mundo paralelo, impide al personaje saber situarse en la parte del mundo en que habita.

Entonces y con un personaje de este tipo de naturaleza, es poco lo que los demás podríamos esperar de sentido común y sí cualquier imposición que el momento le impulse a entender como si su personalidad debiese de contenerse y si en verdad no quisiera vivir en una eterna confrontación, que de hacerla muy extremista, al final podría hacerle perder y mal su misma presidencia. Lamentablemente este presidente no piensa de ese modo.

Lo primero es, que Trump no entiende, que entre Rusia, China y demás naciones asiáticas, son miles de años en común y en materia de creación de la conciencia de su propia naturaleza y el auto freno que tal continuidad de vida en el tiempo les impone.

Ante esta realidad, por eso, mientras aquellas saben contenerse y nunca dar el último golpe y porque prefieren demostrar poder mediante la negociación y sin importar el tiempo que les tome, Trump es diametralmente distinto, pues es un provocador profesional, que si no se le contiene es capaz de llevar a los países que quiera y ni que decir al suyo, hasta el mismo infierno.

Ni que decir, que como psicópata y peligroso y si quienes le rodean, se impresionan y le tienen miedo, es evidente que podría llevar a que su país pierda el norte y cuando su gente venga a ver, ya sería tarde por el terremoto político y social que desataría.

Habla de que ha terminado “ocho guerras”, cuando en realidad no ha logrado ni una y creyéndoselo, ya vemos como hace interpretaciones extremas sobre el ámbito oscuro del narcotráfico, pero nunca comenzando por entender que su primera lucha debería de ser frenar el alto consumo interno y pactar o destruir los carteles internos de drogas y de financiamiento de drogas.

En vez de hacerlo, si que gusta de fabricar ensayos guerreristas de furia apenas contenida y la muestra la tenemos en la región del Caribe donde ahora la entiende como su teatro de operaciones camuflajeado para lograr apoderarse de las riquezas naturales y vías de transporte marítimas como transoceánicas, más pretender controlar las riquezas naturales de esos países.

De esta forma y con el pretexto de emprender una aparente lucha frontal contra los países productores de drogas, aterroriza imponiendo una especie toque de queda y control de las vías marítimas, al tiempo de obligar a los países caribeños a que ninguno se salga de su límite de las tres millas territoriales y en lo que poco le importa lo que dispongan tratados internacionales que su mismo país ha firmado y comprometido.

Lo justifica, insultando a más no poder a presidentes de otros países y a los que atrevidamente trata de ilegítimos y abiertamente, proclama que hay que sacarlos del poder y meterlos presos y lo dice con una cara dura tal, que para nada toma en cuenta la idiosincrasia, cultura y temple de todas esas naciones, la mayoría y desde sus pueblos originarios, más antiguas que las de su propio país.

De ahí que ahora y por semejante carácter tan anárquico, toda Latinoamérica se encuentra extremadamente sobre aviso y sus inmigrantes en EEUU, unos 25 millones, dispuestos a generarle una guerrilla interna a la menor señal de que este presidente ordene la invasión contra cualquiera de las naciones y pueblos al sur del Rio Grande.

Pero Trump, no entiende y tampoco se calla y ahora sus funcionarios más cercanos se muestran peores que él: Su vicepresidente, igual su secretario de Estado y el otro de Guerra y quienes están actuando con un rasgo copiado de impulsividad y desprecio hacia la opinión de los demás.

Por eso, mientras Trump se entretiene con la venta de armas a Ucrania para prolongar su guerra contra Rusia, detrás fondo se encuentra lo otro, de empujar a Europa hacia una dependencia total de la economía estadounidense, mientras, utiliza los laboratorios bacteriológicos creados por las políticas de Biden en Ucrania y para ver si puede dominar a las potencias del mundo multipolar de ahora.

Nosotros estamos muy seguros de que Trump y si nada le detiene, impulsará aún más el espíritu de guerra global, pues en la medida que el mundo arda y los países compren armamentos estadounidenses, la balanza de pagos podría llegar a un determinado punto de equilibrio, que para una economía tan endeudada, tal vez le pudiera servir para tratar de recuperarse.

En Europa por ejemplo y de ilusos, entienden que estarían en guerra contra Rusia a más tardar el 2030, pero mientras tanto, calientan los motores tratando de provocar a la gran potencia eslava y lo que nos dice, que esos países no aprendieron nada del surgimiento y caída del imperio británico y mucho menos, de la gran lección que ahora todos están padeciendo con esa irrefrenable invasión musulmana e islámica, de hecho, una colonización encubierta a la inglesa y que va a destruir a Europas desde sus cimientos.

Así y en definitiva Trump y en diez meses ha hecho del mundo, uno convulso y confuso y a este continente americano de habla latina le esperan momentos duros de confraternidad obligada para no perecer y ser extinguidos…pero la suerte estadounidense no será nada mejor y el tiempo lo demostrará, por eso, llegará un momento en que se pensará, que lo mejor sería, que el estado profundo frene a Trump con medidas expeditas y para salvarnos todos.

De esta manera y si se traza una caricatura, tal vez habría que ver a Trump en su papel de Napoleón de América y también, que a grandes rasgos decimos, que mientras no se entienda, que el ego de Trump es el de un dictador frustrado que muere de envidia por el poder absoluto de otros hombres fuertes como Vladimir Putin, Xi Jinping, o Kim Jong-un, tampoco se entenderá, el porqué de ese apetito de guerra con el que cree que se pudiera igualar a Napoleón o al mismo Hitler. Con Dios. (DAG) 04.11.2025

imagen de https://www.seattlemet.com/editors-note-1/2017/09/nazis-stole-our-art

Ultima actualización: 09:21 am

 

 

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