jueves, julio 4, 2024
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Nardos, espinas y azucenas ante el fracaso de una generación política agotada y otra que pugna por surgir, es la única esperanza que queda y para que, como nación, sobrevivir

Todavía la corrupta clase gobernante dominicana no ha caído en cuenta de que está viviendo tiempos últimos y antes  de ser sobrepasada por los acontecimientos y de ahí su inútil resistencia frente a la revolución generacional y que de golpe, le ha caído a su, francamente peor y abusiva clase política, que incapaz de ver más allá de la punta de sus narices, de que se enfrenta a la parálisis del sistema político partidocrático que desde hace 63 años ha vivido e impuesto su tiranía de grupos a toda la nación y esclavizando a una ciudadanía en base a mentiras, engaños y noticias falsas.

Por entrampamiento semejante, sus iguales en Europa y ahora en EEUU y hace poco en Haití, están viviendo el final de los tiempos y simplemente, porque ninguno de sus miembros supo entender las señales que el descompuesto sistema les estaba indicando a la desesperada y en cuanto a renovarse o morir.

Debido a esa carencia de miras y de capacidad de autocrítica, los sectores de izquierda política y mediática, en aquellos países y como en este y actuando como los alter egos de la clase política, arropada esta y todavía, por el viejo caudillismo y representado este en los lideres de los partidos PRM,PLD, PRD y FP, tampoco supieron entender a tiempo, que su sistema político estaba fracasando y de hecho, colapsando y llevando hacia un clima de desorientación absoluta, a políticos de oficio, que por lo que se ha visto, hace tiempo que dejaron de estar a la altura de los acontecimientos para dirigir y guiar a sus países y ni qué decir del dominicano.

Mientras tanto y a nivel de la base social conformada por los hijos de los inmigrantes que fueron acogidos, se dio la explosión de voluntades atrapadas entre sus deseos, odios y resquemores y que son los parámetros que están llevando ahora a la vieja Europa, a experimentar lo más parecido a una situación de extinción de unos sistemas políticos, que anquilosados en el tiempo, fueron incapaces de adelantarse a los acontecimientos que sobrevendrían cuando los hijos de  esos inmigrantes de origen africano y de religión musulmana, propiciaran el ajuste de cuentas, contra una sociedad de mentalidad patriarcal, imperialista y de gran mentalidad colonialista, que todo el tiempo sojuzgó a sus naciones originarias como a sus mayores.

Y el resultado lo estamos viendo y en lo más parecido a fichas de dominó cayendo unas sobre otras: Los gobiernos son incapaces de comprender el fenómeno que ocurre y los gobernantes y en gran mayoría apelan a la arbitrariedad y creyendo que de ese modo sus conciudadanos volverán a dejarse someter.

No hablemos de todos, mencionemos cuatro: Alemania, Italia, Francia y España y como muestra del terremoto político y social que asola a la península europea, en donde ahora no caen todavía las testas coronadas sino sus clases políticas y que enfrentadas a una grave ola de nuevos ciudadanos hijos de esa inmigración forzosa de los hijos de las colonias a la urbe metropolitana, se les enfrentan, desafían y queriendo actuar con una explosión social desde adentro, de la que y como se está viendo, ya es imposible que quieran conjurar.

Alemania, en manos del fracasado burócrata Olaf Scholz, de hecho, se está desintegrando así misma y de ahí la revolución política que la estremece. Italia lo mismo, pero la innovadora primer ministro Meloni ha sabido contener la ola destructiva, convirtiéndose ella en la cabeza de esta nueva realidad crítica y lo interesante, recibiendo el apoyo de una nación, que, con su gente, conectó con su pensamiento renovador y aunque no lo parezca, revolucionario de derecha.

Pero donde más patéticamente el caos social inducido por políticas fracasadas ha podido notarse, es en Francia, donde un presidente cercano a los cincuenta años y de la alta clase social y burócrata, Emmanuel Jean-Michel Frédéric Macron e hijo putativo de la familia Rothschild, lucha  y casi sin opciones, para hacer valer y convencer y al grado, que ahora la derecha tradicional de siempre, la dirigida y motorizada en su nueva variable, por la señora Marine Le Pen, determinantemente a tocado a las puertas del poder con su fuerte y arrollador éxito electoral del pasado domingo y del que los indicadores dicen, que para el día siete, a la segunda vuelta, será la dueña absoluta del Parlamento o asamblea francés y para no hablar del gobierno en sí mismo.

Mientras en España, esa nación, cuya característica principal es que se odia a sí misma y como decía el desaparecido canciller alemán, Otto Eduard Leopold von Bismarck-Schönhausen, príncipe de Bismarck y duque de Lauenburgo, de que “era el único país que conozco cuyos habitantes , cuando no tienen a quien odiar se odian y se matan entre sí”, se debate  en una lucha sin cuartel con su primer ministro, que allí lleva la etiqueta de “presidente”, Pedro Sánchez y el que a todas luces, ante su fracaso como gobernante y antes de caer, quiere hundir a su país en una vorágine de odios regionales, impulsados por los terribles asesinos de la terrorista Eta.

De los países arriba mencionados, parecería que Alemania y a pujos, busca su camino, en tanto Italia y con Meloni  está haciendo el suyo y respondiendo a los intereses de sus ciudadanos y en parecido interés vemos a un Macron de 46 años, llevado de la mano por su primer ministro Gabriel Attal de 35 años y por lo menos, pretendiendo llegar a buen puerto, mientras entre Marine Le Pen (55 años) y Jordan Bardella de 28 años, lideresa y presidente respectivamente del partido Agrupación Nacional, se encuentran a punto de marcar el más estremecedor como dinámico tiempo de cambio y que lleve a la nación gala y a su política,  a un renacer que haga factible salir del entrampamiento que la fracasada izquierda la ha llevado.

Así se tiene, que Europa busca su nuevo camino y teniendo de manos la flor del nardo y que por su pureza representa en las personas, a las mujeres vírgenes y el que en hebreo su significado es luz, da orientación y fuerza de voluntad a quien la posee, mientras al mismo tiempo la acechan las espinas, siempre promotoras del dolor y la desesperanza y representada en la corona que llevaba Jesús y la que, para burlarse de su autoridad y provocarle dolor, el ejército romano se ensañó en el gran profeta e hijo de Dios, mientras al mismo tiempo, se tiene la flor de la azucena  y como muestra de que toda acción, actitud o política, también puede llegar a tener o abrigar determinada  integridad, decoro y honradez, pues al ser un símbolo de lo puro, es la mejor concreción de cuando las buenas políticas llevan al éxito a favor de un país, un conglomerado social o para una economía de riesgo y rescate.

Apliquemos todo lo anterior a lo que ocurre en esta isla bendita que acoge a República Dominicana y a la República de Haití y observemos, que, en este microcosmos, el país vecino a empezado a recomponer su clase gobernante, pero al costo de traer del exterior a altos y exitosos tecnócratas haitianos al servicio de organismos internacionales y para que estos encabecen el proceso renovador que liquide el caos institucionalizado que se ha vivido y del que quedan sus rémoras y con ese pandillerismo que hay que extirpar y sin importar la violencia del poder que se emplee.

Observemos entonces la experiencia dominicana y nos daremos cuenta de que su clase gobernante todavía no se ha dado cuenta, de que desde el 2000 empezó a transitar un camino sin retorno, primero, con el desgobierno del PRD 2000-2004 y los cuatro gobiernos desarrollistas siguientes del PLD, pero débiles en limpieza de conducta y propiciadores de la corrupción a gran escala de ahora y que como para cerrar el círculo vuelve el PRD, pero como PRM a imponer su sello de corrupción marcada.

Sin embargo y al encontrarse el país político en el tránsito del cambio generacional más radical. Parecería que la mano divina ha visto a los dominicanos con ojos de piedad y por eso ahora, tenemos un presidente de 56 años con un amplio círculo de burócratas de 25 a 45 años promedio, que, si el presidente Luis Abinader efectúa la conceptualización de lugar, podría darse cuenta, de que en sus manos está, impulsar la revolución generacional y moral y junto a voces de juventud y experiencia del resto del país político y todos del mismo ámbito de edad. Lo correcto pues, es anhelar semejante paso evolutivo para bien de la nación, de lo contrario y si Abinader fracasara, estará en las nuevas generaciones castrenses académicas, las que deberán llevar el paso evolutivo que las viejas políticas de la partidocracia y feroz y empecinadamente, todavía se resisten.

De esta manera, solo nos queda decir, que con nardos, espinas y azucenas ante el fracaso de una generación política agotada y otra que pugna por surgir, es la única esperanza que queda y para que, como nación, sobrevivir. Con Dios. (DAG) 02.07.2024

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