ONG ¿Nueva forma de pillaje?

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En el pasado siglo XX, se entendía que una “organización no gubernamental” (ONG) era un elemento o institución confiable, que dirigida por personas de determinada capacidad administrativa y conocimientos económicos, de alguna forma podrían ayudar al Estado en el que se asentaran, a contribuir al mejoramiento del nivel y calidad de sus habitantes y al mismo tiempo, ser una especie de garantía de que los recursos a emplear estaban garantizados por la presumible  idoneidad, seriedad y honradez de quienes las dirigen.

Sin embargo y poco a poco esa imagen de productividad que se tenía, empezó a fragmentarse y en el caso dominicano, desde que en julio de 1966 se inauguró la nueva etapa de resurgimiento democrático, que dio paso al desarrollo y crecimiento de la economía, la construcción de infraestructuras dirigidas a garantizar la mejoría de los ciudadanos como al establecimiento de un amplio programa de viviendas populares, que hasta ese momento no tenía antecedentes.

Al mismo tiempo, el Estado y por medio del gobierno del presidente Joaquín Balaguer, no solo que reestructuró las finanzas nacionales, sino que creó un amplio margen de superávit a la vez, que era incuestionable que las grandes obras públicas se hacían en base al ahorro nacional y no por préstamos internacionales en su gran mayoría.

Era una nación, que, en el aspecto de crecimiento y desarrollo y mejoría del nivel y calidad de vida, logró superar todo lo negativo que se dio desde el 01 de junio de 1961 al 30 de mayo de 1965 y guerra civil incluida, por lo que, sin duda, se entendía, que, de continuar semejante abanico de políticas positivas, República Dominicana sería una muestra interesante de lo que en aquel momento y como país subdesarrollado, podía lograrse.

Pero, con el reinicio del ejercicio democrático, se inició también el crecimiento de determinados oficinas, despachos o iniciativas paraempresariales, de instituciones denominadas ONG, que de improviso hacían fila para su reconocimiento como tales y luego, entrando a tropel a los despachos de los presidentes de las cámaras legislativas en busca de financiamiento estatal para su trabajos o labores “desinteresadas”.

En ese abanico cabía de todo, oenegés de periodistas (con las que algunos cubrían las prebendas oficiales que recibían como fincas, tendido eléctrico y asfalto en las vías de acceso a estas) empresarios, financistas, religiosos y servidores públicos civiles y de cuartel y de cuanto vivo tratando de lograr un financiamiento público “de ayuda a los demás” y que, en cierto modo, era un contrasentido y debido a que, a ese tiempo, las pocas oenegés que existían tenían sus propios presupuestos internacionales.

Concomitantemente, las oenegés que se crearon en aquel lapso, la mayoría de sus dirigentes, entendían que no tenían que dar explicaciones sobre el manejo de los presupuestos asignados y en base a semejante licencia, hija de los primeros pasos de la corrupción política en áreas de poder y en particular desde el Poder Legislativo, de buenas a primeras, a muchos dominicanos y sobre todo políticos, se les abrieron los ojos y entendieron, que con el disfraz de ongs tendrían recursos propios y de matiz privado. En ese quehacer, los partidos políticos fueron los primeros que aprovecharon la situación y crearon por medio de sus fundaciones, la arquitectura legal, que facilitó, que, consideradas como instituciones no gubernamentales, pudieran lograr los millonarios recursos que en la actualidad siguen sosteniéndoles y en paralelo a los recursos públicos asignados como infame y corrupta partidocracia.

De ahí que en el lapso de los doce años de Balaguer en el poder (entregó en el 1978) y de tantas oenegés, hubo que crear un capitulo en el presupuesto nacional y dado que más de 250 legisladores y exlegisladores disponían de sus particulares “organizaciones no gubernamentales”, así como también todo tipo de individuos relacionados con estas y destacándose periodistas y hasta medios de comunicación.

Salido Balaguer de esa primera etapa de poder, la otra fue 1986-1996 y ya en la nueva etapa “revolucionaria” de la que se agotarían ocho años (1978-1986) los gobiernos del “socialdemócrata” Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fueron prácticamente el destape para la creación de más oenegés en manos de políticos y cachanchanes políticos  y ahora con el interés encubierto de servir de tapadera a los millones de pesos que recibían fuera de los ingresos de sus dueños y desde luego, siempre desde el erario y este financiado por los contribuyentes, pues lo que hubo y hablando con propiedad, fue un verdadero festín y sin control auditor alguno.

Para colmos, mientras en el territorio nacional la corrupción se apoderaba de la vida institucional y política y con la mayoría de las oenegés de punta de lanza, desde el exterior hacían entrada y en particular, en la vecina Haití, una de organizaciones no gubernamentales ávidas por apoderarse de los miles de millones de dólares que en ayudas, la comunidad internacional ofrecía luego del terremoto de 2010 y en la que descollaban oenegés propiedad de destacadas figuras estadounidenses de la política sobre todo y siendo una de ellas, asociada a un expresidente que prácticamente obtuvo casi la totalidad de los recursos enviados.

Esa “experiencia” fue tan descriptiva y para decirlo de algún modo, que hubo por parte de esas instituciones “privadas”, que emplearon una parte mínima del presupuesto recibido en Haití y en tanto por medio de testaferros, esos dineros fueron a parar a inversiones propias en materia de infraestructuras privadas en terceros países, como también en el vecino inmediato a Haití.

Ahora y desde todo este tiempo que señalamos, las oenegés y en gran mayoría, han sido instrumentos de políticos  y empresarios y también de parte de una variedad de intereses internacionales, de esos que procuran y por medio de “estudios de infraestructuras”, acometer las mas grandes de las engañifas y al lograr que los países a los que llegan, garantizar que por esos estudios hay financiamientos listos a escoger y los que en letra chiquita, los contratos dicen que las personas a emplear, son las oenegés las que lo determinan e igual los salarios y los que deben darse en dólares o euros y eso sí, pagando todos esos gastos los contribuyentes de las naciones que reciben esos préstamos y a cuentas de estos. De esta manera y viendo todas estas “experiencias”, la observación e interrogante son más que válidas: ONG.  ¿Nueva forma de pillaje? (DAG)           

 

Nota: En la imagen viviendas no terminadas en Haití "por falta de fondos"de la ONG a cargo.