Hay situaciones como que no se entienden, pues eso de que a ciertos “antitrujillistas víctimas de la tiranía” hay que perdonarles sus crímenes porque dizque “asesinaron a Trujillo”, mientras al hombre fuerte hay que satanizarle a más no poder y porque supuestamente, “fue el dictador más duro y asesino del mundo”, como que es un recuento y cuento que nadie con sentido común y después de 63 años de esos hechos y habiendo pasado tres generaciones, puede permitirse siquiera suponer como que nada más por lógica hubiese sucedido y a riesgo de insultar la inteligencia de las personas.
En realidad, lo que ha habido es un conciliábulo entre periodistas, medios de comunicación y sus propietarios para mantener una historia falsa a través de la cual ellos pueden beneficiarse. La realidad fue y según la estación local de la CIA y que ahora ha trascendido por la desclasificación de los archivos sobre el asesinato del presidente Kennedy, que realmente, los asesinos “intelectuales” del cruel asesinato de las hermanas Mirabal y su colaborador Rufino de la Cruz, ocurrido el 30 de noviembre de 1960 con una cruel muerte a palos y luego tirando el vehículo por un barranco, fue autoría operativa de los siguientes señores y luego que el encargado local de la estación de la CIA les planteara la necesidad de hacer el hecho: Luis Amiama Tío, José René Román Fernández, Antonio Imbert Barreras y Secundo Imbert y auxiliados por sicarios del Servicio de Inteligencia Militar (SIN).
¿Por qué lo hicieron?, porque en la CIA se entendía, que solo un hecho criminal de gran crueldad podría generar una repulsa ciudadana casi unánime y facilitando las cosas para que se viabilizara el magnicidio y como en efecto sucedió. Pero ninguno de los antes mencionados lo hizo por la patria ni nada que se parezca y solo sí para escalar posiciones de poder y de gran enriquecimiento personal y que proyectado en el tiempo beneficiara a no menos dos generaciones de sus descendientes directos y que es lo que ha estado ocurriendo.
Ahora y como en cierta manera es una reacción lógica, familiares de los implicados y mencionados en esos archivos, sobre todo de segunda y tercera generación y quienes tienen cierta principalía pública por ser profesionales destacados o comunicadores en las redes sociales, tratan de encubrir la participación de sus parientes, pero no admitiendo siquiera la posibilidad de que hubiesen tenido responsabilidad directa, sino tratando de descalificar a quienes tienen la osadía de plantear la dura y fuerte versión que aquellos desclasificados han hecho correr y sin que realmente pudiera rebatirse.
Por eso, tratan de restarle calidad a lo registrado y con el supuesto de que quien dio la versión a la CIA fue un ex agente del SIN y al que califican en los peores términos, pero olvidando, que cuando en EEUU se rinde un informe de esa naturaleza y llega a Washington, el mismo ha pasado por todo un largo proceso de verificación en el que quien haya emitido la primera versión, no tiene la menor importancia y sí las conclusiones finales de la indagatoria y porque los hechos que se narran han sobrepasado todo cuanto una persona más o menos decente pudiera aceptar y al sorprendérsele con lo narrado.
Cayéndose pues en el grave error de aceptar el crimen, pero con el alegato de que no fue ejecutado por sus parientes y sí supuestamente por Trujillo. Es decir, si Trujillo mataba, él era el asesino, pero quienes siguiendo instrucciones de un poder extranjero, que fueron los casos, tanto de los asesinatos de las Mirabal como de Rufino de la Cruz y hasta del mismo Trujillo año luego, mataban, esos no podía considerárseles como los asesinos que fueron y sí «héroes», a cuyas familias, «la patria agradecida» tenía que premiar.
Cuando ese relato fantasioso es puesto a rodar en la tele, tratando de lograr que la gente lo crea y que como se vio recién, prácticamente nadie hizo caso, demostrándose, que hay veces que se llega a un nivel de descaro y desvergüenza, que debería abochornar y en este caso, a los dos narradores del nuevo intento de desmentido, uno, periodista con ínfulas de historiador y la otra, una versátil comunicadora extremadamente oportunista, que siempre ha tratado que los asesinatos perpetrados por determinados parientes, no la obliguen a dar explicaciones sobre preguntas inquisidoras por parte de “gente de maldad, crueldad y mucha envidia”.
Pero los hechos están ahí y las fuentes investigadas y contrastadas y por sus coincidencias en el relato “infamante”, no ofrecen espacio alguno para suponer que lo narrado no se corresponda a lo que realmente sucedió.
Hay que suponer, que dentro de 25 años y cuando los nacidos hoy serán adultos jóvenes y si el tema llega al 2050, los dominicanos de ese nuevo tiempo serán los primeros en rechazar lo que para ese tiempo será una simple historieta y descargada de la novelería emotiva actual. Se verá que los dos narradores, el periodista andará por los 85 años y la comunicadora, tal vez con 75 años y para el momento, cansados y nada dispuestos a volver a hablar sobre sus versiones, hijas del mercurialismo, la osadía y la desfachatez.
También la historia real y cruda estará ahí y cada vez que se hable de Trujillo, hechos de sangre como los que especificamos, volverán y con mayor fuerza a desmentir los intentos de recreación maliciosa y falsa, que dominicanos con otra mentalidad no proclive a dejarse influenciar por voces resentidas del pasado y muy alejados de la mentalidad de dentro 25 años, se verá que rechazarán de plano y sabiendo, que para toda generación nueva, la historia del pasado siempre es fría, impersonal si se quiere, pero devastadoramente nada emotiva y conociéndose también que todo se analiza con frialdad y objetividad y si se quiere conocer la verdad sobre lo que ocurrió y que ahora e inútilmente se quiere ocultar.
Esa y no otra es la razón de que los hechos de sangre que envuelven a las hermanas Mirabal y a su colaborador Rufino de la Cruz y por su impacto de absoluta crueldad, no hay manera de que una persona medianamente decente pudiera justificarlos y sí condenarlos. Por eso y en la medida que el tiempo pase y la historia sea recreada como la historieta familiar para evadir responsabilidades morales, debería terminar por obligar a los parientes de los actores principales de esos crímenes, a callar y dejar pasar y para no continuar soportando la alta carga de vergüenza ajena que les abochorna y no les deja vivir en paz.
Contraste enorme con las ocurrencias de los hechos que envuelven la muerte de Trujillo: Una conjura sediciosa de traidores respondiendo a un interés político de un gobierno extranjero y un hombre de Estado enfrentando solo y anciano, su cita con la muerte y la que le llegaba de manos viles y traidoras y tanto es esto, que Trujillo sigue a pie firme en la historia y proyectando una imagen viril y digna y de estadista, mientras sus ejecutores, cada día desaparecen en las páginas olvidadas de esa historia a la que no llegan quienes son traidores y criminales indignos hasta en sus mismas familias.
De esta manera concluimos y preguntando para entendernos. Entonces, ¿quiénes mataron a las Mirabal y a Rufino, son héroes y no obstante que son los mismos del magnicidio? Con Dios. (DAG) 04.04.2025