¿Podría verse como auspiciosa la proyectada reunión del jueves entre el presidente Luis Abinader y la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris?

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Si se conoce que en materia económica y de políticas económicas entre dos socios comerciales tan importantes entre sí como lo son EEUU y República Dominicana, no existe nada que pudiera obligar a algún tipo de encuentro entre sus gobernantes, toda vez que solo el agregado comercial estadounidense en la capital dominicana dispone de todos los datos habidos y por haber y para darle una vuelta al revés a los datos macroeconómicos de ambas economías y países. Sería más que previsible, que las expectativas sobre la reunión de Estado Abinader-Harris, será una en la que no habría temas sorpresas, pero sí políticas de las que ninguno de los dos actores pudiera desconocer del todo.

Por lo tanto y por obligación, habría que entender, que se trata de una visita y encuentro político  de una y si se quiere, sorpresiva trascendencia y de la que no creemos realmente que sea para beneficiar a nuestro país y sí que la reunión está proyectada dentro del esquema de revisión de datos y estadísticas y planteamientos de unidad de futuro, que Washington requiere de sus socios geográficamente claves y ahora que sus políticas están siendo cuestionadas por otras potencias económicas globales que también se entienden como parte de un mundo multipolar.

Desde este punto de vista pragmático, es probable que nuestro joven presidente se encuentre con una serie de opciones por las que el gobierno de Biden, requiere un posicionamiento claro y sin duda alguna de su igual dominicano y el que por un lado, pudiera contribuir a reforzar la imagen un tanto caída de un EEUU no del todo potencia unipolar, pero sí lo suficientemente fuerte y poderoso para demandar a determinadas naciones y gobiernos de esta parte de las Americas, también determinadas políticas de corrección y ajuste y para el caso de una eventual política de guerra menos convencional que la que ahora libra frente a Rusia y con el pretexto de esta haber invadido a Ucrania y que ha ocurrido, como contrapartida al golpe de Estado propiciado por EEUU y Occidente en el 2014, que por lo visto, arrastró a Ucrania a una situación lo más cercana a ser considerado satélite estadounidense.

Y es que en definitiva y a nuestro modo de ver la situación, el reto que Washington tiene a mano, justo cuando se cumplen 21 años de los acontecimientos derivados y motorizados a partir de la caída de las torres gemelas neoyorquinas, que a largo plazo significó un principio de alineamiento entre las naciones y frente al todavía en aquel momento, posicionamiento unipolar estadounidense y el que por sus vastos intereses globales y dada la situación generada en la meseta asiática con la derrota de la URSS en Afganistán, para Washington, era más que importante adelantarse a los acontecimientos.

Si por ahí empezamos el análisis y recordamos la demanda estadounidense de que tropas dominicanas participaran en la guerra contra  el Irak de Hussein y lo que en efecto se hiciera y como antes con presencia militar y policial criolla en la antigua Yugoslavia, a resultas de la critica situación de Kosovo, que en principio entendamos, que algo de este tipo de colaboración y a largo plazo podría conocer un Abinader, al que en cierta forma, ni los consejos o recomendaciones de su embajadora en la capital estadounidense y tampoco lo que le pudiera decir su canciller, podrían facilitarles expectativas a favor de nuestros intereses o como mucho, mediatizados a esto y lo otro.

Mientras tanto, solo hay que ver los disparates  que sobre la posible reunión ya pautada, se plantean los medios y periodistas criollos y ni hablar de los comentaristas de “al minuto por segundo" en las redes sociales, donde el analfabetismo funcional más crispante, es la especie de fruto prohibido que suele manejarse y para pretender explicar lo que no se entiende, a una ciudadanía, que solo está atenta a sus agobios económicos, al alza del costo de la vida, la pérdida de poder adquisitivo del peso y hasta donde la inflación “secreta” que todo el mundo sabe que existe fuera de la cosmética del Banco Central, ha llegado a penetrar en los bolsillos de los consumidores.

Naturalmente, Abinader tratará de salir de la reunión, “del apuro”, se diría en criollo, pero seguro que tendrá el necesario cuidado de no formarse ningún tipo de expectativa promisoria para la estabilidad de su gobierno y el reforzamiento de la economía y sí entender aquello de que cuando un rico busca a un pobre es para fastidiarlo y no para beneficiarlo.

Tampoco será que la contraparte estadounidense no le ofrezca alguna especie de caramelo a la parte dominicana y lo que debe decirse, conociéndose, que en el Departamento de Estado hay reportes y boletines en los que sus analistas y en ciertos aspectos, se contradicen y al no entender todavía la manera de hacer política y ejercer el poder por parte del presidente dominicano.

En cambio, lo que sí estamos seguros, que la vicepresidenta Harris le tocará al presidente Abinader, será todo lo relativo a la hasta ahora no conocida “política de salvamento” que el presidente Biden quiere implementar en Haití, donde tampoco queda de estado de derecho formal y sí mucho de estado fallido.

Sobre este particular, también nos atreveríamos a suponer, que en la medida que las respuestas de Abinader satisfagan los aspectos geopolíticos del gobierno estadounidense, podría ocurrir un “sorpresivo” encuentro con el mismo Biden y de una manera, que los dominicanos pudiéramos entender que Abinader hubiese sido “ungido” por segunda vez y como le ocurriera en California con la última cumbre de Las Americas y para que ahora vaya sin obstáculos hacia su reelección constitucional.

En definitiva y en una escala de cero a diez puntos, ahora mismo podríamos darle un 5 a la reunión proyectada y lo que nos obliga a preguntar: ¿Podría verse como auspiciosa la proyectada reunión del jueves entre el presidente Luis Abinader y la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris?

Las fantasías, en política nunca han sido bienvenidas y las especulaciones menos, pero un razonamiento aceptable sobre un hecho publico que se anuncia, sí que sería manejable y esta es nuestra pretensión. Buen viaje presidente Abinader. Que Dios lo acompañe y de a mucho. (DAG)