Mientras la policía era dirigida por directores cajotas y asesinos, siempre se entendía que sus políticas de represión absoluta se habían afincado y el año dos mil, fue su gran partida.
Pero de un tiempo a esta parte, los gobiernos populistas que se han tenido han impuesto una política sostenida de represión policial, mediante la cual desde destacamentos en las ciudades o en provincias, se ejerce de “tránquenlo y hablamos después”, que ya está a llegando a niveles realmente preocupantes.
Ahora resulta que parecería que hay una orden secreta de que cuando algún abogado vaya a defender a un preso al que policías le han robado o conminado a entregarles bienes, de inmediato los efectivos en cada cuartel los muelan a palos.
Para colmos, a hora el gobierno a inventado un esquema de dos jefes, uno institucional y el otro extranjero y los dos, disputándose quien es más duro que el otro.
¿Resultado? Los cuarteles quedan bajo control del asesor extranjero, mientras el institucional solo está para el manejo de las apariencias y las declaraciones cosméticas.
¿Hasta cuándo la ciudadanía aguantara tanto abuso de poder? (DAG-OJO)