viernes, junio 28, 2024
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Puede que, si el sistema político se recicla así mismo y los indicadores los hemos dado en parte en estos días, tal vez lo único que nos falta y ante tanto desorden institucional aún no se haya dado abiertamente: Un gobierno de fuerza de origen castrense y con un líder militar populista

República Dominicana tiene y aproximadamente 11 millones de habitantes, de los cuales  y entre militares y policías activos, cuerpos de seguridad y de investigación, son cerca de 150 mil efectivos, quienes a su vez tienen familias compuestas por un promedio de seis individuos y lo que quiere decir  y para ponerlo en perspectiva, que un posible voto castrense e incluidos los más de cien mil retirados, que ahora pertenecen a los organismos privados de vigilancia en empresas y familias y si agregamos los desplazados de los institutos armados por mala conducta, fácilmente podría hablar de un millón de uniformados en activo y el resto en el sector privado y añadiendo el componente familiar.

Agréguesele a estas cifras, que el común del dominicano y si no la tiene, se inclina por la subcultura militar y por esa razón es, que la mayoría de los ciudadanos de 25 a 65 años tienen un comportamiento extremadamente conservador y que se comprueba en el accionar de las preferencias políticas.

Al mismo tiempo, todo ese sector conservador de pura subcultura castrense, siempre se comporta, tal como si en al país lo rigiera algún tipo de gobierno de origen militar y de ahí que esta República, la mayoría de su gente, no solo ama el uniforme militar y lo que se comprueba en los desfiles militares, sino que son fervorosos seguidores de los presidentes de la República de comportamiento castrense.

Cuando esta realidad se descubre, se entiende porqué el dominicano está acostumbrado a las medidas draconianas de control y por lo que y por más que se le acose o cerque o se le impongan medidas draconianas, la mayoría busca una justificación para acomodarse.

Esto es tan así, que desde el 1966 y con Balaguer y llegando al 1978, la ciudadanía, en vez de abogar por un gobierno de profunda raíz democrática y de libertades públicas, se inclinó sumisa ante la etapa postrujillista fundamentada en la Guerra Fría y para colmos en la nueva etapa 1978-1986 con dos gobiernos del PRD, partido supuestamente democrático y seudo liberal, con el que las actitudes y comportamientos autoritarios volvieron a resurgir, pero bajo el disfraz de un populismo convertido en lo más parecido a un totalitarismo de la plebe.

¿Consecuencia? Que ese mismo pueblo “manso y bueno y trabajador” dio su voto masivo para que Balaguer volviera al poder en el 1986 y quedándose hasta el 1996, y  ya sin los crímenes obligados de la Guerra Fría y las luchas ideológicas y dando el resultado, de que los llamados grupos “de izquierda liberal” personificados en el PLD, pactaron con Balaguer y para impedir que el PRD volviera al poder y el partido morado establecerse por primera vez en la presidencia de la República, hasta que en el 2000, una extraña alianza entre el partido de Balaguer, el PRSC con el PRD, dio como resultado un nuevo gobierno del PRD, que terminó de rodillas en el 2004, cuando el mismo Balaguer de siempre  apoyó al PLD  y para que este retornara al poder y en donde se quedó hasta el 2020 con dos periodos de gobierno con un presidente y otros dos con otro presidente.

¿Cuáles las características de estos periodos gubernativos? El surgimiento de una claque militar que sustituyó a las del PRSC como del PRD y creando un nuevo ramal afín al PLD, por lo que el militarismo clandestino tomó fuerza en el desenvolvimiento de esos gobiernos y dando también el resultado del condicionamiento popular hacia gobiernos los más parecidos a democracias autoritarias.

Para no ir más lejos y como muestra de lo que decimos, ayer un general policial retirado de apellidos Guzmán Fermín, publicó en su cuenta de X  @GuzmanFermin1  sobre “una reunión de evaluación y planificación de trabajo hacia el 2028” de ex militares adscritos a la célula castrense de la Fuerza del Pueblo (FP) e identificando a sus “oficiales”, nada menos que con sus rangos de cuando estaban en activo y lo que es de una ilegalidad absoluta y puntualizando, que son “los encargados de la  defensa del voto de la Secretaría de Seguridad y Defensa”. ¿Habría que entender que el presidente de la FP está alentando una variable de partido militar?

Recordemos, que en el 2020 ocurrió un cisma entre todas las fuerzas políticas tradicionales y su ramal castrense, que dio por resultado la salida del PLD del poder y para dar paso a un partido emergente de origen socialdemócrata, pero propiedad de una familia de origen libanes; nuevo partido que tenía mucho de origen PRD y con ostensible apoyo de veteranos exmilitares, quienes rápidamente crearon un nicho de militarismo político a ultranza.

Pues bien, ese partido emergente que antes se llamaba Alianza Social Demócrata (ASD) se reconvirtió como Partido Revolucionario Moderno (PRM) a su vez, hijo putativo del PRD. Con esta bandería, la política dio un cambio de tuerca y facilitó las cosas para que el PRM ganara las elecciones y se alzara con el poder. A ese entonces, el país estaba acuartelado por razones de la pandemia global y lo que fue aprovechado por el nuevo gobierno, encabezado por un joven político de apellido Abinader, heredero del fundador del partido, su papá Rafael.

Este periodo 2020-2024 del militarismo subyacente en la imagen de democracia autoritaria, creó las condiciones para que Abinader (se le ha visto de uniforme militar) deviniera en un gobernante con características autoritarias y que apoyado en un temible aparato de propaganda, que a su vez estaba hermanado al militarismo tradicional, dando por resultado para las elecciones de este año, que el PRM ganó la reelección en base a unos resultados electorales realmente amañados y en un ambiente de alta militarización.

Pero ¿qué ocurrió?, que el pueblo dominicano, acostumbrado a la servidumbre obligada del hombre y gobernante fuerte y apoyado este en un formidable clientelismo social y casi equiparable a la corrupción reinante, mansamente dejó hacer, provocando, que Abinader y como diestro gladiador retuviera el poder y ahora proyectándose hasta el 2028.

En pocos días luego de las elecciones, la nación se alineó con el presidente reelecto y lo más sorprendente, la oposición dejó hacer a un PRM, que públicamente y anunciado por seis empresas demoscópicas sesenta días antes, habían detallado a que niveles tan abrumadores, Abinader y el PRM se quedarían con el poder y como la oposición no hizo nada significativo para evitarlo, ya se está ante un hecho consumado.

Ahora bien, todo luce que Abinader ha empezado a ponerse el traje de caudillo con cierto aire castrense francamente inocultable y que a nuestro modo de ver, daría para que este involucionara hacia un gobierno de democracia autoritaria, que conociéndose la mansedumbre dominicana, no debería soslayarse la posibilidad, de que quien lo herede y sea en el 2028 o cuando Abinader tenga circunstancias que le obliguen a retirarse del poder, que su lugar fuera ocupado y en etapa abierta de régimen militarista-populista y con un pueblo ya acostumbrado a las órdenes de mando y de inmediato cumplimiento.

Sin embargo, ahora solo hacemos el esbozo de lo que consideramos podría ocurrir y por ello preferimos decir, que puede, que, si el sistema político se recicla así mismo y los indicadores los hemos dado en parte en estos días, tal vez lo único que nos falta y ante tanto desorden institucional, que sorprende que aún no se haya dado abiertamente: Un gobierno de fuerza de origen castrense y con un líder militar populista. Con Dios. (DAG) 15.06.2024

 

 

 

 

 

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