¿Qué se puede esperar del discurso-rendición de cuentas del presidente Abinader. Realidades, enigmas, acertijos sueños y garras y más allá la todavía nebulosa reeleccionista y al final expectativas positivas por su optimo ejercicio como gobernante?

0
256

Si algo se descubre de la vida política criolla del presente, es que increíblemente, las viejas taras, mañas y mentiras que han acompañado el discurso político en los últimos sesenta años, contra todo pronóstico y no obstante la existencia de tres generaciones nuevas, continua invariable y sin que por lo visto fuera posible que nada haya evolucionado y que el pensamiento de tantos continuara como estacionado en el tiempo.

Al mismo tiempo y si se hace una comparación de los titulares periodísticos desde el 1961 hasta el presente, se evidencia como se destaca la especie de pensamiento natimuerto y oportunista, retratado ampliamente en los titulares y editoriales periodísticos, en los que todo el tiempo, la realidad se oculta o se disfraza atendiendo a los intereses del momento y no que exista un pensamiento lineal en evolución constante, que ayudara al necesario enfoque más abierto y en función de la dinámica nueva y dentro de una sociedad de gente joven, que se supone debería existir y no la continua de una  y lamentablemente con mentalidad fosilizada que a duras penas es capaz de ofrecer tímidas muestras de independencia de criterio y de libertad de espíritu.

Con razón entonces que la mayoría de los dominicanos se comporten como súbditos y no como ciudadanos de amplia responsabilidad cívica y social y dando por resultado, el sorprendente hecho de que de cada 100 dominicanos adultos, no menos 80 no conocen, no tienen o no quieren las prácticas normales de personas con acusada responsabilidad cívica.

Y lo que da como resultado este otro escenario tan marcadamente revelador, de que entre los jóvenes y adolescentes de 10 a 18 años, no existe el menor interés por adquirir una buena educación y ser parte de hogares y familias de alto comportamiento moral y sí lo contrario, que prácticamente todos, quieren una vida fácil de enriquecimiento ilícito y de practicas de todo tipo de conducta que les distinga como individuos de actitud y comportamiento desaprensivo y sin ningún tipo de muestra de educación moral y cívica.

Para remate y en una muestra todavía más desquiciante del derrotero de esta juventud incierta que se tiene, que no es la propia de alguien que por su propia naturaleza evolucione hacia una conducta y tipo de valor que le haga ser un ciudadano de conducta y practicas decentes, nuestros jóvenes de ahora y cuya muestra más hiriente se tiene en los llamados teteos barriales en los que el alcohol, la droga y el desenfreno son la carta de representación que al mismo tiempo es afianzada con ese cierto tipo de “revolución cultural” de la música urbana, la procacidad y las malas palabras como norma de vida de relación, se tiene con ese incentivo acultural, de un periodismo  que pauta e incentiva la educación de los sentidos y de una libertad sexual, francamente subversiva y escandalosa en el orden inmoral.

Solo hay que escuchar los programas en la radio y ver los de la televisión y atender las demostraciones de “comunicación popular” rastrera en las redes sociales, para entender que la República que habrá dentro de no tan lejos como veinte años y llegando a la mitad de este siglo y desde luego si la racionalidad y el comportamiento cívico no logran imponerse, que definitivamente haya que asumir, que poco que mucho, este país dará un cambio traumático en su comportamiento de relación, que nada habría que dejarle a la imaginación para entender también, que el desorden moral hará que esta nación se fusione aculturalmente y de una manera, que pocas dudas habrá cuando se vea como se produce la temida fusión con otros países y tanto el vecino cercano como los ubicados en la no lejana Norteamérica.

Lo que vemos, es que los inmigrantes dominicanos en EEUU básicamente y también en Europa habrán influido de una manera tan destacada en el comportamiento de los dominicanos, que no habría que descartar que República Dominicana sea parte de una nación fusionada, tanto con Haití como con EEUU y tanto, que, si se tratara de un inédito experimento social, poco habría que decir que la nación fundada por los trinitarios podría desaparecer al completo.

De ahí, que ahora que se cumplen 179 años de la separación de Haití, recuérdese que en el 1822, ese país transfronterizo y siendo de prominente economía plantacionista desarrollada y con un ordenamiento de gobierno mucho mejor estructurado que el nuestro, ocupó la parte oriental de la isla y la que había proclamado su independencia del reino español, el primero de diciembre de 1821 con el nombre de “Estado Independiente de Haití Español” y que como tal duró hasta el 1844, cuando al separarse de la nación ocupante, el 27 de febrero de 1844 resurgió y por voluntad trinitaria, con el nombre de República Dominicana y desde entonces es una nación independiente y en estos tiempos como poderosa economía emergente, mientras la nación vecina, ha retrocedido en el mismo lapso y hasta llegar al punto de un estado fallido que está en guerra consigo misma.

Lamentablemente, si nuestros políticos entendieran la evolución del tiempo y como destino de cualquier país o conglomerado humano, serían los primeros en aprender de la historia verdadera que dio paso a la nación dominicana de ahora y la que con tanta insistencia, medios de comunicación por un lado e historiadores por el otro, se niegan a aceptar el por qué hemos llegado al punto en el que los dominicanos nos encontramos y peor, que los mismos gobiernos que hemos tenido y todos, pero significativamente el actual, han mantenido y mantiene una persistente política, de que nuestra nación se adapte al “dominicano de la diáspora o del exterior” y facilitando los instrumentos institucionales necesarios para que los dominicanos que no hemos cambiado de nacionalidad lleguemos a sentirnos como ciudadanos de segunda clase en nuestra propia nación y lo que en estos días hay que atribuir a la composición del Gobierno Nacional con su fuerte segmento de hijos de extranjeros inmigrantes que en la generalidad de los casos no llevan ni seis generaciones como dominicanos.

El fenómeno, lejos de ser estudiado con detenimiento y para entender que esa política acultural de la negación de la dominicanidad y para dar paso a extranjeros de origen dominicano dirigiendo el destino nacional, terminará por afectar  nuestro libre albedrío, así como nuestra cultura y con lo que la fusión de este país con otro o con otros, podría hacerse realidad, al menos de aquí al 2050.

Desde luego, no nos atrevemos a acusar a nadie del mundo político directamente y menos a los miembros actuales del gobierno y como parte de la clase gobernante y de esta, al mundo financiero y en el que las decisiones las toman gerentes extranjeros que obedecen a los mandatos de sus oficinas centrales en otros países y quienes como una mentalidad colonial rediviva, hacen lo necesario para que en el gobierno haya un cierto desapego a las políticas nacionales y para favorecer las políticas de los países a los que esos gerentes extranjeros pertenecen y cuyo mayor ejemplo lo vemos en Ucrania y su claudicación con respecto a su propia cultura originaria.

Para nosotros, entonces tiene sentido que preguntemos, ¿qué se puede esperar del discurso-rendición de cuentas del presidente Abinader. Realidades, enigmas, acertijos, sueños y garras y más allá la todavía nebulosa reeleccionista y al final, expectativas positivas por su óptimo ejercicio como gobernante?  (DAG)