sábado, julio 27, 2024
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¿Renacido militarismo electoral estadounidense para un mundo en crispación y guerra?

Estados Unidos de América y como nunca luego de haberse establecido como la primera potencia global hace 80 y años a raíz del fin de la segunda guerra mundial y ahora como respuesta propia frente a su ostensible debacle social, institucional y política y en su degradación como imperio en baja. Parecería que, de sorpresa, se encuentra ante la curiosa alternativa de revivir con Trump y de nuevo como presidente, el renacer de aquel fiero militarismo que le ha permitido gobernar los cuatro confines del planeta.

Solo hay que ver como el aliado estadounidense y “socio”, como se llama así mismo frente al resto de las naciones y su actual  desgaste moral originado con la derrota en Viet Nam y aumentado más tarde con su otra derrota en Afganistán, generó el nuevo tipo de estadounidense hijo de la guerra y como producto directo del consumo de drogas más desorbitado y a unos niveles, que a la fecha, 8 de cada 10 estadounidenses son consumidores de todo tipo de drogas ilícitas y que ha sido la razón y en paralelo con el establishment militar-industrial, del nacimiento de la industria del narcotráfico aplicada en gran escala a sus ciudadanos y hasta como componente “medicinal” y para imponerse sobre millones de idiotas y analfabetos funcionales.

Aquello ha sido tan ostensible, cuando y poniendo de ejemplo a República Dominicana en el 1965 y hasta la salida de las tropas estadounidenses un año después, aquel país cuyos ciudadanos no conocían el consumo de drogas, de pronto se vio con la experiencia de un tráfico de marihuana a gran escala y proveniente nada menos que desde los economatos militares estadounidenses de provisiones que la proveían y de la que mucho se veía en los clubes militares, por ejemplo en el sector capitaleño de Gazcue, en la casa del general Fausto Caamaño, donde y como club militar, estaba la base operativa del tráfico de drogas  y con el propósito de atraer una parte de la juventud dominicana, básicamente adolescentes femeninas como compañeras de baile y cama para sus soldados, todos, también jóvenes.

De esa parte nada favorable de los efectos colaterales de la invasión militar estadounidense de la época, ahora no se habla y peor, que ha quedado oculta en los archivos de los periódicos dominicanos de aquel entonces y que se esconde, porque aquellos adolescentes entre 15-17 años, quienes ahora son adultos de 57-59 años, eran grandes consumidores a los que los militares estadounidenses provenían  y quienes ahora adultos y con hijos, lo menos que quisieran, fuera que aquellas conductas sucias les fueran aireadas.

Todavía más, el efecto más perturbador de aquella invasión y posterior ocupación estadounidense, se dio con la presencia militar más dura en el gobierno provisional del presidente Héctor García Godoy y su subsiguiente poder en el gobierno siguiente nacido de las urnas, de Joaquín Balaguer en el 1966, quien para lograr su “revolución sin sangre”, debió aceptar pragmáticamente que ese militarismo fascistoide que la invasión estadounidense le dejara de herencia, se materializara en un gobierno civil y más acentuadamente, apoyado en la bota militar y como último recurso para enfrentar la bestial lucha política sangrienta que sobrevino y también heredada de la Guerra Civil.

Exactamente ahora, es el proceso que estamos viendo en EEUU, donde la ingobernabilidad social, el armamentismo a gran escala y el desorden moral hijo del consumo de drogas, ha dado por resultado y políticamente, una nación casi ingobernable, que como último recurso y sin que muchos no se hayan dado cuenta, ha dado a su vez, espacio a un sistema político estadounidense de hondas raíces militares y al grado, de que presidentes, gobernadores, senadores y representantes, provienen básicamente de aquel militarismo de guerra al que sirvieron en Corea, Viet Nam y Afganistán para poner los casos más notorios y como ahora en Siria, Irak y hasta hace poco Libia y para ya citar determinadas muestras de una nación-imperio, militarizada al completo.

Por eso y en la medida que EEUU se hunde en una anarquía social y política, vemos el resultado inmediato del reciente intento de asesinato del candidato presidencial Trump y acicateado nada manos que por el propio gobierno y su presidente Biden y con soflamas discursivas realmente subversivas, que llegaron al extremo, de que elementos de la policía del estado de Pensilvania y agentes del FBI, la CIA como del servicio secreto presidencial, coludidos tratando de bloquear a Trump, facilitaron las cosas para que un perturbado muchacho de veinte años y totalmente manipulado como adoctrinado, hubiese estado a punto de lograr, que con las balas que disparó el pasado sábado, hubiese podido matar al candidato del Partido Republicano.

Trump no fue asesinado y casi como un resorte, su reacción firme ha sido la designación de aquel joven capitán del Cuerpo de la Marina y quien desde el 2023 es senador por su estado de Ohio, James David Vance de 39 años, como su compañero de boleta a la posición de vicepresidente y quien es una persona absolutamente condicional a Trump, al estilo dominicano podría calificársele de “limpia saco”.

Al conocer esta designación y la que fue hija del intento de asesinato, pues Trump tenía otras opciones menos militaristas, entendimos de inmediato, que de esta fórmula electoral ganar las elecciones, la misma impondrá un cuasi gobierno militarista con disfraz civil y como la única manera de que un Trump de 79 años pueda gobernar con mayor o menor probabilidad de terminar su periodo más o menos bien.

¿Qué significará este tipo de nuevo gobierno estadounidense para el resto de las naciones?, el resurgir casi automático del nuevo militarismo, que en su característica global, no se olvide que EEUU tiene en la actualidad cerca de un millón de efectivos repartidos en cuatro ejércitos en el planeta y con más de 169 bases militares en más de cien países y ni qué decir, del ejército privado de 50 mil efectivos que solo responden al presidente de los Estados Unidos, quienes a su vez o aquí cerca, el Comando Sur y sus 25 mil efectivos y que serán el parámetro por el que otros gobiernos y en países como República Dominicana, generará expresiones militaristas de fuerza, a los que su gobierno deberá someterse y si no quisiera verse sustituido por una formula militarista civil pró EEUU  y que de suceder, auguramos que el sistema partidocrático autoritario que tenemos como democracia funcional, experimentará un giro fascista extremadamente perturbador.

Decir que tal panorama fuera el que quisiéramos, sería mentir respecto a nuestra siempre acerada creencia, de que el sistema político y dentro del estado social y democrático de derecho que se vive, con su más y sus menos, es lo mejor que se puede tener y para garantizar un gobierno civil y representativo y si sobre todo, hay libertad de palabra, información, prensa y disidencia.

Lamentablemente, tanto la clase gobernante como la otra política, sus integrantes no dan muestras de entender lo que está ocurriendo y los cambios tan extraordinarios que, en el derrotero de las naciones, el intento de asesinato del sábado en EEUU y la proclamación mañana de la formula Trump-Vance también allí, significará de giro trascendente y significativo y de cara a la paz mundial. Por eso nos permitimos alertar sobre la eventualidad.

Entre tanto, puntualizamos y porque creemos que se está ante un renacido militarismo electoral estadounidense para un mundo en crispación y guerra y al que todos debemos atender y no perder de vista su evolución. Con Dios. (DAG) 17.07.2024

 

 

 

 

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