Muchos medios y periodistas y también historiadores desconocen el lugar prestante que ocupa un comerciante y su estación de combustibles, como fundamento de las luchas ciudadanas por crear la democracia en este país.
Por eso, hay que disculpar al matutino centenario capitaleño, que en su crónica titulada: “El lugar secreto desde donde se planificó la revolución del 65”, omitió el nombre del ciudadano que facilitó su establecimiento y su área circundante, para que allí toda suerte de conspiradores contra el régimen autocrático del Triunvirato (la expresión política del grupo Vicini como cabeza de la oligarquía tradicional) pudieran reunirse y elaborar sus planes de revolución social.
Todo se inició, cuando el entonces capitán, Héctor Lachapelle Díaz, logró el consentimiento de su cuñado, Don Simón Bolívar Bello Veloz, uno de los héroes ocultos de lo que luego fue la revolución de abril de 1965, para que en sus instalaciones se iniciaran las reuniones que dieron al traste con el gobierno de Donald Reid Cabral.
Es a partir de esa decisión por parte de ese comerciante, que luego devino en un discutible millonario de los combustibles y los préstamos con usura, que los conspiradores pudieron fraguar sus planes golpistas y burlando a las autoridades policiales y de inteligencia de aquel entonces.
Ahora viene uno de aquellos conspiradores, retirado ya como capitán de navío y profesor universitario, Jesús de la Rosa, a dar su versión de aquellos hechos y ante lo cual, hay que corregir lo que a muchos nos parece una barbaridad, de no mencionar al señor Bello Veloz y quien, sin duda, por su valiente y decidida actuación, facilitó las cosas para que, a su momento, la revolución de Abril surgiera y jugara un papel definitorio para la vida nacional de los últimos 57 años.
De ahí que recordemos que en la avenida San Martín con calle Oviedo, fue el “lugar secreto” en la gasolinera de Bello Veloz, donde en el 1964 se reunían aspirantes a conspiradores de origen militar. (DAG)
