jueves, agosto 8, 2024
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Si como se pregona la nueva reforma fiscal estremecerá desde sus cimientos a la sociedad, no entendemos como el presidente Abinader podrá consolidar su mandato y salir airoso y si solo gobierna para los ricos y la clase de burócratas privilegiados que creó

Vayamos a las matemáticas. Con la llegada de Abinader en el 2020 al poder, no menos de un millón de dominicanos pobres y clase media de ingresos bajos, subió de golpe en su status económico y por eso, ahora el ramal de clase media del PRM es el más “venturoso de Dios”.

Al mismo tiempo, otro millón de personas de clase media hacia arriba dio un repunte en sus ingresos y facilitando las cosas para que otro millón perteneciente a la alta burguesía se enriqueciera mucho más. Paralelamente, la alta burguesía dio un salto exponencial en sus ingresos nivel y calidad de vida, que, a este día, ni se recuerdan que las penurias existen o que hay millones de pobres que pasan necesidad y no llegan a fin de mes.

Para remate, las políticas del PRM empobrecieron de golpe a no menos dos millones de dominicanos que ya habían empezado a transitar de pobres a acomodados a adinerados y dando por resultado, que todos esos niveles de clase económica ahora se resumen en pobres y muy pobres y burguesía baja en quiebra y sin posibilidades de resurgir.

Sin embargo y por declaraciones del mismo Abinader a la Cámara de Cuentas, se le entiende que pasó de tener una fortuna de origen familiar de dos millones de dólares a una extremadamente saludable de ochenta millones y pico de dólares y con él, un fuerte nicho de ricos importadores tradicionales entre comerciantes de origen español y haitianos bien establecidos y quienes conforman la nueva clase económica, que para su mayor bienestar, aspiran a que con la nueva reforma fiscal se encumbren a un nivel de riquezas, que tal vez uno que otro de ellos jamás supuso que en un lapso de menos de cuatro años pudieran obtener.

En este recuento, tampoco podemos dejar de lado al llamado “capital tradicional”, compuesto por las diez fortunas principales de esta nación y las que, medrando al puro estilo de la vieja oligarquía, simplemente y para decirlo con franqueza, es el reducto social “de gran respetabilidad” que se encuentra por encima de la cúpula económica y financiera de esta nación.

Al final, vienen los de abajo, millones de trabajadores hecha días, quienes, al levantarse, no saben que comerán o como conseguirán para obtener el peso subvaluado que les permita sobrevivir y quienes ahora dependen de cuanta tarjeta de asistencia social del gobierno les sean ofrecidas.

Mientras tanto y por su publicidad engañosa, el gobierno hace creer o peor, se lo cree, que la nación está bien y que vamos a mejor y que nada ni nadie impedirá que la economía dominicana emergente llegue a todos, cuando la realidad marca, que el alto grado de productividad industrial y económica NO llega a todos los ciudadanos y por eso del incremento del desamparo y la ruindad a nivel de no menos tres millones de dominicanos entre 15 y 25 años, como también, que es la razón de que el deterioro de la clase media es tan significativo, que el 90 por ciento de las familias viven de préstamos y el endeudamiento en el que viven es tan grosero, que no menos de un millón de ciudadanos se encuentran mentalmente afectados, así como que otra significativa mayoría y para sobrevivir, ha tenido que caer en la droga, la trata y tráfico de personas, también de armas, la prostitución y el turismo sexual.

Por todo lo anteriormente planteado, lo que surge, es que esta es una sociedad en la que la inequidad social llega a niveles tan extremos, que la mayoría de la gente y en su afán de sobrevivir, de hecho, son enemigos de sí mismos.

Preocupa entonces, que en el gobierno se acaricie una reforma fiscal integrista, pero para la clase media y los pobres y nunca para los socios del gobierno plutocrático y lo más grave, que en base a los barones mediáticos dueños de la concentración de medios en pocas manos y ellos mismos, dueños de los medios de producción y del dominio de la colocación de empleos, este poderoso segmento de gente rica continue sin pagar nada de impuestos y sus empresas y negocios mucho menos.

Nuestro temor, ¿cuál es? Que Abinader y llevado de informaciones erradas quiera imponer un rodillo que se lleve de paro lo poco de productividad que profesionistas y propietarios de único dueño, más los chiriperos disfrazados como proveedores del Estado, disponen y que hasta ahora es la herramienta por la que la economía no ha colapsado.

Desde luego, claro que hay que incrementar los impuestos para los que más producen y al tiempo de crear un solo impuesto sobre la renta que no pase del 15 % o que el billón de pesos de los fondos de pensiones de los trabajadores dejen de estar manejados por el sector financiero y sí por una amplia cooperativa popular que rescate a quienes han aportado esos fondos y que de hacerse, incrementará la productividad doméstica y daría esperanzas ciertas a los emprendedores, de que todavía la economía sería salvable.

Cómo se sabe, nosotros no somos economistas, ¡Líbrenos, Dios!, pero sí nos apreciamos y como muchos de clase media media en declive, de tener sentido común y practicarlo y nadie entiende el porqué el gobierno quiera generar lo más parecido a un suicidio colectivo y que de suceder, pocos podríamos salir indemnes y que es lo que indefectiblemente ocurrirá si el gobierno no deja de pensar en su cartera y sí en como llenar los bolsillos de ciudadanos trabajadores, profesionistas, etc., pues de hacerlo y en menos de seis meses la economía daría pasos inmediatos para recuperarse.

Abinader, es un titulado en economía y en la práctica, un empresario de la hotelería, cemento y construcción y empresas de estudios universitarios y paralelamente, proveniente de una familia de prósperos comerciantes sin inconductas de ninguna naturaleza o tal vez mínimamente significativas. Además, es católico practicante y eso es mucho para descubrirle como una persona que se le entiende -salvo prueba a contrario- de moral y conducta decente y cabeza de un hogar realmente ejemplar. En ese aspecto, a él apelamos y nos mostramos esperanzados de que haga su reforma fiscal, pero de corte humano y si cabe el término.

Recordarle, además, que los peligros acechan, sin duda que sería de necios. Pero Dios Santo, si como se pregona la nueva reforma fiscal estremecerá desde sus cimientos a la sociedad, no entendemos como el presidente Abinader podrá consolidar su mandato y salir airoso y si solo gobierna para los ricos y la clase de burócratas privilegiados que creó. Con Dios. (DAG) 27.05.2024

 

 

 

 

 

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