No es asunto de querer fastidiar a alguien o a algún sector de influencia económica y poder político de este país, cuando se habla y se critica con dureza el tremendo tráfico de indocumentados haitianos que todos los días y hasta ahora por vía terrestre, la nación ha visto incrementado en los últimos meses.
Cómo tampoco sea asunto de solo señalar a militares criollos en semejante práctica ilícita e ilegal, que al mismo tiempo abarca la trata de personas del occidente al oriente de la isla y lo ya confirmado, del tráfico de armas desde este país hacia el país transfronterizo.
Y lo que debe especificarse, conociendo que el expresidente Hipólito Mejía, a quien prácticamente el presidente Abinader le ha dejado tener un alto peso de influencia en asuntos militares y de inteligencia y al grado, de que uno de sus principales agentes operativos de inteligencia y desde hace cuatro años funge como embajador en Haití.
Lo que significa, que ese señor, académico y comerciante, Faruk Miguel, dominicano de origen árabe y haitiano y con amplia experiencia en asuntos de inteligencia, debería de ser un funcionario con la suficiente capacidad de investigación e inteligencia como para llevar el día a día del control de la expedición de visados dominicanos, que por los informes que se tienen, parecería que son emitidos sin ninguna proporción y alentando la especulación de que desde la embajada que preside, hay una especie de vista gorda para que los consulados en Haití otorguen una amplia cantidad de visados, que a determinados sectores nacionales preocupa en extremo. Incluso, se habla de que los consulados criollos han expedido más de 70 mil visados desde agosto de 2020.
Estamos hablando, de que el llamado “problema haitiano”, no solo tiene que ver con los cientos de miles de indocumentados que han entrado a este país desde agosto de 2020, sino que el espectro ilegal abarca los contrabandos de personas y armas y presumiblemente de drogas y que, si nuestras autoridades tuvieran el suficiente control administrativo y de vigilancia al respecto, sería probable suponer que no estuvieran a los niveles realmente alarmantes de ahora.
Por lo tanto, habría que preguntarle al expresidente Mejía, político que se precia de siempre estar bien informado o con dos pasos adelante de todo lo que ocurra, del porqué no ha emitido en todos estos años una declaración seria, objetiva y documentada sobre este particular.
Entiéndase. Lo que más llama la atención, es que el pasado viernes, luego de haber sido juramentado para los próximos cinco meses como presidente del Consejo Presidencial de Transición (CPT) el economista Fritz Alphonse Jean, haya expresado: «Nuestro país está en guerra hoy y debemos unirnos imperativamente para ganar esta batalla» y ni siquiera por un gesto elemental de cortesía, nuestro gobierno y vía la cancillería, no hubiese emitido una declaración de saludo a su instalación y de apoyo a sus palabras.
Situación que nos ha llamado mucho la atención, sabiéndose que el primer problema de seguridad nacional son nuestras relaciones con Haití y que ahora que el presidente Jean puntualiza de forma que no llama a discusión, que su país se encuentra en guerra, era para que alguna autoridad dominicana de alto nivel, no solo le saludara, sino que se le pusiera a la orden, por lo menos en ayuda logística de inteligencia y data.
Entonces y al recordar que, desde enero, nuestras autoridades militares fronterizas han permitido el ingreso mensual de no menos 30 mil ilegales haitianos y sin que desde el despacho del presidente Abinader aún no se haya dicho nada al respecto, parecería que de parte dominicana y tanto por el gobierno como por los grupos económicos y financieros, existiera el acuerdo de aplicar aquello de que a río revuelto ganancias de pescadores.
Pero hay más, todos sabemos que el gobierno plutocrático de Abinader y el PRM, una parte significativa del mismo está compuesto y como asociados, por miembros de la burguesía haitiana y hasta con haitianos actuando como “consejeros” para los asuntos binacionales y presumiblemente hasta con despachos en el propio Palacio Nacional o lo otro tan significativo, de que la principal fortuna haitiana, tiene bajo control el sistema de distribución de combustibles y gasolineras en todo el territorio nacional.
Sabiendo lo anterior, entonces produce escozor y cuando se conoce, que el mismo presidente Abinader, no es solo ciudadano dominicano con un componente árabe por parte de padre, sino también haitiano por parte de madre y si nuestro embajador en Puerto Príncipe también es un ciudadano dominicano del mismo origen, que pudiera entenderse por qué el gobierno plutocrático de Abinader mantiene un bajo perfil con relación a la aplicación de políticas, que pudieran aparentar que más benefician al Haití de la alta burguesía y en detrimento de los intereses nacionales.
Pues no se venga a decir, que es simple paja de coco que el presidente provisional haitiano, Jean, haya admitido que la situación de deterioro institucional y de seguridad, tiene mucho que ver con el estado de guerra en el que la nación transfronteriza está viviendo y que es un asunto extremadamente sensible para los intereses dominicanos.
Mucho más, cuando se especula con la posibilidad de que una especie de mafia civil y militar dominicana es la que se está aprovechando financieramente con el actual estado de inseguridad haitiano este asunto de la trata de personas y tráfico de indocumentados haitianos y que al saberse los lazos afectivos y familiares que tanto Abinader como el embajador Miguel tienen allí, da pie a cualquier tipo de especulación morbosa, que de algún modo no beneficia a ambos funcionarios y como el expresidente Mejía calla y el presidente Abinader se hace el desatendido, sea factible que las especulaciones de todo tipo cundan.
Consecuentemente, llamamos la atención sobre este particular y recalcando, que, si el nuevo presidente del gobierno provisional haitiano admite que su país está en guerra contra las pandillas. ¿Qué razón hay para que militares y civiles dominicanos incrementen el tráfico ilícito de indocumentados haitianos? Con Dios. (DAG) 10.03.2025