Si este país quiere ser una nación a la vanguardia en realizaciones positivas, deberá darle un giro a la dictadura generacional oligárquica, que la atenaza por más de un siglo

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La mayoría de los dominicanos, acostumbrados a bajar la cabeza cada vez que un “don” le sale al frente o algún otro disfrazado de empresario, le presiona lo suficiente para que se deje llevar o lo más significativo, de tantos que están aparentemente “al servicio del Estado” desde posiciones públicas de dirección, pero dentro de un Estado que hasta ahora es una extensión de los intereses de un puñado de familias originalmente inmigrantes provenientes de la parte sur de Europa o del Medio Oriente, no entiendan, que nunca tendrán un patria propia, mientras inmigrantes que no se integran y por diez generaciones, asuman, que esta República es algo así como su finca privada y por lo tanto, todos ellos sus siervos.

Será de este modo y prácticamente imposible, que República Dominicana pueda salir del círculo vicioso en el que se encuentra y en el que la mayoría de los ciudadanos temen tener iniciativas o criterio propio y no solo para evitarse problemas con la oligarquía que les rige, sino porque sencillamente, saben, que si se destacan como inconformistas o reacios a aceptar que se les esclavice, lo único que podrían conseguir, fuera que la oligarquía les lleve a la situación ignominiosa, de un ostracismo, del que muy pocos pueden escapar.

Lo grave es, que los mismos condicionados ciudadanos y atendiendo a lo que entienden es el pensamiento de los oligarcas, son los primeros que se comportan incivilizadamente contra los otros ciudadanos, quienes, con criterio propio, asumen que en el actual estado de cosas en el que viven, nunca sus descendientes tendrán espacios como ciudadanos auténticamente libres e independientes.

Para mayor escarnio, agréguese, que como las familias y los grupos de oligarcas son los dueños del 95.5 por ciento de todo el sistema mediático nacional, es la oligarquía la que marca los pasos y las políticas a seguir y quien no lo acepte, es aplastado por el peso de una sociedad, amordazada, corrupta y sin moral alguna y debido al terrible estado de necesidad perpetuo al que los oligarcas la han llevado.

De ahí que llamemos la atención, respecto a que mientras dos familias y una más que la otra. Vicini y detrás suyo Corripio, sean de las que hasta ahora depende la vida nacional y tanto, porque al ser cerradas y no integrarse con la sociedad y población dominicana, sus pocos miembros, son determinantes en determinados círculos públicos y privados de conducción y tanto en el mundo político como en el empresarial y el financiero y hasta en el religioso.

Tocar esta realidad, obliga a que se entienda y para visualizarlo todo en contexto, a que recordemos como EEUU y en la medida que creció como nación con legislación propia y ciudadanía siempre dispuesta a defender sus derechos, fue una que logró posicionarse como la gran potencia que ahora es, porque los hombres públicos a las orillas del Potomac, un día decidieron que si querían ser una nación independiente y gran potencia económica, industrial y política, lo primero que había que hacer, era imponer la Constitución del país y comenzando por quitarle a la oligarquía empresarial y financiera, todo el poder de hecho, que la había constituido en el primer poder del Estado.

Por semejante actitud tan reivindicadora, el Estado estadounidense se les impuso a las familias oligárquicas, logrando hacer desaparecer y castigar toda forma de monopolio u oligopolio y reduciendo las influencias de la oligarquía, al simple ámbito de las decisiones entre sus familias y negocios.

A partir de esa reivindicación, de que el Estado está por encima de todos los demás poderes nacionales, el pueblo estadounidense y gracias al significativo grupo que se le impuso a los oligarcas y financistas a orillas del Hudson, ha creado un estado soberano tan sólido, que absolutamente nadie está por encima de los tres poderes interdependientes del estado y sus variables estatales y municipales y de ahí la creación de un poder judicial fuerte y autónomo haciéndole contrapeso al poder ejecutivo y disponiendo recursos de contención de índole militar y policial, que obligan a que absolutamente nadie se salga de los fueros legales.

En República Dominicana todavía se está viviendo exactamente igual a cuando los Vicini y los Corripio y determinadas familias de comerciantes árabes y turcos llegaron a esta nación a principios de los años 1800 y dándose el resultado, de que los dominicanos no tenemos una nación, ni en la forma y tampoco en el fondo y sí una oligarquía depredadora, que no tiene fe en la capacidad del pueblo dominicano, pero sí en la condición servil de tantos ciudadanos y por lo cual, esas familias oligárquicas han logrado dominar la vida nacional.

Tampoco es que vamos a negar, que, por el empuje emprendedor de los miembros de las principales familias de esa oligarquía, se debe realmente la tremenda pujanza de nuestra economía y también la lacerante situación de esclavitud económica y de dependencia mental a la que está sujetos muchos dominicanos, pero, aun así, es hora de darle un vuelco a la situación.

Pues no es verdad, que en los 31 años de Trujillo, que fue la forja del enriquecimiento desproporcionado de esa oligarquía y al “heredar ” los activos dejados por el dictador y como anteriormente ya había ocurrido con el asesinato de  Lilis, que fue donde los Vicini arrancaron como grupo económico depredador, los 2.5 millones de dominicanos nacidos en la Era de Trujillo y los 8.5 millones nacidos desde junio de 1961 al presente y en el supuesto tiempo de “democracia”, con el que la oligarquía ha disfrazado su dictadura y ya casi tiranía, los nuevos dominicanos que nazcan en los próximos veinte años a partir de ahora, vayan a caer en el mismo molde de los nacidos desde el 1930 al 1961.

Así hablamos, de que las nuevas generaciones son las que deben empeñarse y contra viento y marea, de quitarle poder político a la oligarquía y para que antes del fin de este siglo, por lo menos, la nación dominicana pudiera equiparse en libertad de derechos y tal como exhibe la estadounidense.

Véase este dato y para que se entienda nuestra preocupación, las antiguas familias inmigrantes de tenderos y buscavidas que descendieron hace cien años de los barcos procedentes de Europa y el Medio Oriente, todavía no se integran a la sociedad dominicana y por eso, esas familias y preponderantemente la Vicini y la Corripio y casi todas las árabes y turcas, no se integran con dominicanos y solo entre sí.

Bastaría con pasar por las calles de la urbanización capitaleña La Julia, en cuyas siete cuadras viven los ricos descendientes de los árabes y turcos y quienes, entre las paredes de sus casas, solo hablan árabe o turco y en demostración elocuente, de que no se sienten parte de esta nación y en negación absoluta de integrarse con la población dominicana y lo que por sí solo, es un ultraje contra toda la dominicanidad.

Y es que ni siquiera porque uno de sus descendientes del Medio Oriente, Luis Abinader, es el primero que llega a la presidencia de la República, aun así, esa rama de la oligarquía no siente a República Dominicana como su propia patria y lo que es un verdadero y grosero insulto, por el que algún día tendrá que responder.

Razones pues, más que suficientes para decir, que, si este país quiere ser una nación a la vanguardia en realizaciones positivas, deberá darle un giro a la dictadura generacional oligárquica, que la atenaza por más de un siglo. (DAG)