Que dentro de lo amargo del diario vivir político, en donde la rispidez y los desencuentros marcan el día a día, dos figuras tan importantes y decisivas de la vida nacional, como lo son el presidente Luis Abinader y el expresidente Leonel Fernández hubiesen coincido ayer en la boda de los hijos de dos conocidos comunicadores allegados a áreas de poder político y social, es una muestra palpable, de que no todo está perdido y en momentos que la vida política nacional es más crispante que nunca.
Al mismo tiempo, que esta boda de hijos de dos comunicadores de notoria influencia y reconocimiento público y precisamente por lo directo y duro de sus opiniones nada coincidentes con figuras del poder político, es otro sano indicador, de que al menos, todos los actores políticos y sociales y también mediáticos, de una u otra manera contribuyen a que el dialogo no se pierda en una sociedad tan fragmentada, dividida y anestesiada como la dominicana de estos días.
Por eso, el acontecimiento social se ha convertido en una representación sorpresiva de que los dominicanos y también de una u otra manera, debemos y tenemos y al menos, coincidir en posiciones propias de la civilidad y la civilización en la que todos los dominicanos de orientación y poder siempre debemos de ufanarnos y como el mejor modo de corresponderle, a una nación, que reclama de quienes la dirigen y orientan, la menor indicación de división y odio y sí de confraternidad y puntos de coincidencia.
Igualmente, es muy revelador, que dos comunicadores lenguas en ristre y no conocidos como parte, al menos, a prueba a contrario, del servilismo que en estos tiempos acompaña áreas del periodismo genuflexo y amoral, que la boda de sus hijos haya servido de catapulta para recordarle a la comunicación, que su quehacer y si no su destino, está unido al ejercicio de la política diaria y que por lo tanto, el buen periodismo es la mejor herramienta de unidad social que debe ejercerse y en momentos, que la crispación política llega a niveles de desconfianza y desesperanza para sus actores, sin duda, es también una señal alentadora, de cuál es la ruta de convivencia y sentido común que los dominicanos deberíamos de entender que no deberíamos apartarnos.
En paralelo y ya en lo esencialmente social y por su efecto imitación, ha sido bueno que dos comunicadores de la pequeña burguesía, junto a dos figuras políticas tan arraigadas en la mediana clase media pero con influencia directa en el destino de la alta sociedad económica y de aparente linaje de familias inmigrantes de cien años atrás y decisivas ahora por el trabajo de sus descendientes y ahora en la cúspide de la vida nacional, hubiesen provocado, que los dominicanos y sin importar origen social, casta familiar, derrotero religioso, orientación y accionar político circunstancial, ánimos encontrados y en conflicto natural por la lucha natural de ser parte de la carrera con obstáculos, en el ascenso de escala social, por un momento se vean así mismos y entiendan, que el país que todos decimos que amamos, pero que en la generalidad de los casos, también es víctima de nuestros desafueros y divisiones, siempre espera de todos y como signo divino, que nunca deberíamos de apartarnos de la visión cristiana del verdadero valor de la naturaleza humana y hasta como también signo de redención entre personas que se precien de civilizadas.
Acontecimiento social, esta boda, que bien mirado desde el punto de vista político, obliga a sus dirigentes y en ella representado por dos principales de amplísima influencia motora nacional, que definitivamente, la nación tiene que buscar un nuevo derrotero y en un país, víctima de la terrible deserción de valores humanos y morales, que todos los días se refleja en las graves muestras de corrupción a gran escala que están estremeciendo y desde sus cimientos, a toda la República.
El presidente Abinader, a quien la fuerza de las circunstancias le han llevado a tener que decidir, que tipo de gobierno es el que quiere rediseñar a días del término del año más azaroso que se está viviendo y a causa del terrible retroceso moral tan despiadado, que la clase gobernante le ha obligado a aceptar y en el que las ambiciones de quienes se entienden poderosos y por su ambiciones ilimitadas y fuera de control, poco les falta para hacer de la nación, el vergonzoso lupanar en el que lo peor de la naturaleza humana dominicana se ha posicionado.
Y es, que en realidad, a Abinader ya no le queda mucho margen de movimiento propio, lo de Senasa y el ámbito de concupiscencia infame del ministerio público, paradójicamente le marcan el peor de los derroteros y lo que debe obligar a realizar una reestructuración general de su administración y dándole espacio a personas de sentido común, decencia, competencia, honorabilidad y honradez probadas y sin importar la posición de cada una dentro del espectro político social y económico, para que y en cierta forma, devolverle el país al pueblo y aunque la expresión suene o parezca demagógica.
Es decir y en otras palabras, al gobernante se le ve como atrapado y sin salida y debido a que el gansterismo político y empresarial, parecería que le tiene secuestrado y lo que no puede ni debe ser. Al mismo tiempo, es evidente que Abinader carece de consejeros idóneos los suficientemente pragmáticos como para pensar que todo gobierno es transitorio en la vida de una nación, y que los consejeros y esta su principal obligación, teniendo que comportarse, siendo capaces de orientar al gobernante y para que se trate o desenvuelva a mejor y de cara a las decisiones de Estado que siempre deberá tomar y que en su caso, se evidencia con crudeza en las actitudes y hasta presiones que la alta burguesía depredadora le plantea desde el Consejo Nacional de Competitividad y en paralelo, con una clase media de desarraigados sociales, marcados desde su adultez inicial desde el 2007 y quienes ahora, apertrechados en las redes sociales, pretenden una revolución de formas y cambios que no se ajustan a lo que requiere una nación lo suficientemente independiente a sí misma y mucho menos, cuando el sector mediático no es todo lo profesional y tampoco independiente a los intereses creados y sus miembros y estúpidamente, llegados a creer que son el siniestro cogobierno de la República.
Estamos diciendo, que Abinader, no solo debe de efectuar cambios trascendentes que recobren la paz social y el orden natural que debe tener la nación, sino que todos los que nos creemos, que por tener la voz pública permanente que los demás ciudadano no tienen, fuéramos algo así como el factor último de decisión y en un país, que las ambiciones desatadas lo presentan como curiosamente ingobernable y necesitado de una orientación y mando firme…que lamentablemente, nadie dentro de la clase gobernante tiene y de ahí que el fantasma de la anarquía ya asome.
Lamentablemente, la partidocracia es el cáncer que ha llevado a la actual situación de desarraigo social extremo y donde todos los actores políticos, sociales, mediáticos y económicos, son enemigos unos de otros y lo peor, que la nueva juventud que se presentará a las elecciones del 2028 como votantes de nuevo cuño, al parecer, muchos han entendido, que desde los teteos y las redes sociales, ellos sean la fuerza tiránica que terminará por poner de rodillas a quienes se nieguen a su pésima influencia y resulta, de que también todos los ciudadanos y en las actuales circunstancias, debemos poner toda nuestra mejor buena voluntad para que el país político renazca con la fuerza propia que solo el retorno de la decencia, la honradez, la integridad de las personas y todas como ciudadanas, pudiéramos ser capaces de motorizarlas.
La República pues, espera por todos, con nuestros aciertos y nuestras debilidades y en tiempos tan trágicos del fomento de una haitianización progresiva de la vida nacional, en la que si el PRM lograra tener éxitos, cenizas, solo cenizas quedarán de su terrible y traidor empeño y por parte de una ciudadanía, que aunque ahora no lo parezca, se convertirá en fiera herida para rescatarla.
¿Se entiende el por qué decimos, que es un signo aleccionador, que una boda haya reunido al presidente de la República y al expresidente Fernández y que también es, una señal alentadora de que no todo en materia de convivencia política se hubiese perdido? Con Dios. (DAG) 28.12.2025
última actualización: 05:18 pm.





