domingo, septiembre 1, 2024
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Tiempos de tribulación

De acuerdo con el relato bíblico, el día que el anticristo retorne, el último es atribuido a la persona que se conoció como Adolfo Hitler y más atrás en otra de sus presencias, como Napoleón Bonaparte, a partir de ese resurgir, habrá siete años de tribulación, luto y dolor y como parámetro del tiempo que Dios le cediera a su discípulo preferido, Lucifer a quien le otorgó el control absoluto del mundo.

Pero resulta, que semejante tiempo de tribulación, en la práctica comenzó a vislumbrarse desde hace 42 años, cuando la nueva reencarnación del personaje y de cara a este siglo, se inició el 21 de junio de 1982, es decir, solo falta para que el personaje bíblico dueño del universo material, su padre biológico muera y entonces el ahora príncipe, ascienda al trono inglés y de lo que recordamos que comenzamos a escribir ayer.

Estamos hablando hipotéticamente y del llamado bíblico de acuerdo con la aplicación y culminación de un relato, que de acuerdo con el desarrollo del tiempo y para este siglo, ya tiene su sino marcado y listo para hacer presencia, pero no como el individuo o persona que ahora es, sino al momento que las circunstancias le impongan posicionarse como nuevo rey.

Lo primero es, que el pasaje del relato bíblico, nadie que sepa pensar y racionalizar puede descartarlo de plano, pues hasta donde se indaga, el ser espiritual que se conoce como anticristo, se remonta a tiempos de Atila, en Mongolia y sucesivamente hasta las últimas dos presencias como Napoleón y también como Hitler.

Si el mismo personaje se estudia a determinada profundidad, está claro que su hegemonía en el tiempo y por su rastro, va acompañada de determinados pasajes, que, al estudiarlo sin prejuicios, el exegeta de que se trate se encontrará y con certeza de que el personaje histórico realmente existe y ha existido.

Veamos ejemplos. Toda religión y desde las orientales en Asia y así como en Medio Oriente y un poco cerca en Europa, tienen un solo objetivo: Controlar emocional y políticamente a la humanidad, manteniendo un control social, que derivado en político, permita que la mentalidad humana evolucione y dentro de los parámetros establecidos por el plan divino.

Ya no es que hay que repetir como loros, aquello de que Lucifer fue expulsado por Dios del Paraíso, sino que, si nos adentramos en el personaje, es claro que cada determinado tiempo, su presencia es anunciada por determinados hechos y con singulares características diferenciadas de los anteriores. Digamos, un anticristo para cada tiempo.

Por lo pronto, el cristianismo, judaísmo, hinduismo, budismo y el islam, dan suficientes “avisos” sobre la existencia de una presencia espiritual, que adopta una forma humana física para determinado lapso y cuya característica mayor es inferirle temor o terror y de acuerdo con la evolución de las circunstancias y para sujetar a las personas y sin importar creencia o raza, a un orden previamente establecido y de acuerdo con el tiempo que se le haya señalado para su hegemonía soberana.

Desde luego, se podrá creer o no el relato bíblico, pero en cuanto a lo que la humanidad del pasado siglo ha experimentado y ahora en este que comienza y de tanta tribulación, no hay manera de que un pensador sacro lo pudiera obviar y mucho menos, cuando ya es más que determinante, que la humanidad va hacia su propia aniquilación y como derivación de la lucha entre personajes poderosos a los que se les ha dado la función de estar sobre el bien o el mal o peor, crearlo.

Ahora mismo, ¿qué es lo que se observa?, poderes humanos aparentemente desbocados, mientras las iglesias han caído en una espiral de desenfreno, que en vez de coadyuvar a la tranquilidad social, contribuyen al caos y a la anarquía y dejando entre las personas esa sensación tan indefinida, de que poderes no tanto humanos hubiesen decidido poner fin a estos tiempos “primarios” de tribulación, que nadie y por más ignorante que sea, puede y en su yo propio, no tener ese indefinido temor de saber que todo cuanto pudiera venir en mal y desgracia, ninguna persona podría impedirlo o controlarlo.

De esta manera, ese bastión del orden social que sin las iglesias no existiría, no solo que rivaliza ferozmente entre sí, sino que, por sus disputas ancestrales, nadie tiene dudas de que la humanidad se aproxima a una confrontación de suicidas.

El catolicismo, es ahora peor de cuando avivaba las cruzadas “cristianas” y el islamismo ha sido convertida en una religión de conquista, que si le dejan se tragaría a la humanidad, al tiempo que el judaísmo, es evidente que va por la misma ruta de confrontación, mientras que las iglesias contemplativas como el hinduismo y el budismo tratan de acrecentar sus influencias y como contrapeso espiritual que contribuya preparar al ser humano para todo un tiempo de infortunio y tribulación.

Las muestras de violencia inducida sobran y sus testimonios más elocuentes los vemos en la confrontación de Rusia frente a un occidente colectivo, dispuesto a irse por todas con el pretexto de Ucrania y con tal de aniquilar a la gran nación eslava, destruirla y hacerse de sus riquezas.

Pues mientras el catolicismo tiene un papado en conflicto consigo mismo, el islam luce como el brazo violento y ejecutor que quiere a la humanidad a su modo y semejanza y lo que se comprueba en la etapa colonialista y tan provocadora que muestra en Europa y Asia Central donde las naciones europeas carentes de lideres y pioneras de burócratas mediocres y aterrorizados por sí mismos, que simplemente no saben cómo lidiar con las fuerzas ocultas que les arrastran.

Todavía más, obsérvese como las naciones se desgarran entre sí o como las de formación humana más primitivas, como las dos que comparten la misma isla tropical y en el Caribe Central, sus pueblos se provocan mutuamente y caminan casi al unísono hacia su destrucción colectiva.

Agréguese, que la gente dice o hace como que busca a Dios, pero marcando el tiempo del demonio fuera de control facilitado por el internet y arrastradas hacia la degradación total por medio de unas endemoniadas redes sociales, en donde la ignorancia, la desfachatez y la inmoralidad se encargan de imponer la nueva religión que, a corto plazo, lleva a las personas hacia su propio y peculiar aniquilamiento e hijo del desbarajuste moral en el que se desenvuelven.

Sin embargo, hay un cierto aliento de probabilidad de reconducción, si las fuerzas espirituales blancas y hablamos en términos esotéricos, toman el control de individuos y naciones y con el único propósito de prepararlas para lo que viene y al momento que muera el rey inglés.

En este tenor, este análisis político de Estado, este de hoy en particular, va en procura de la reconducción política y social y no tanto para el resto del mundo y sí para los dos pueblos y países que conforman la Hispaniola y los que no están preparados y para poner un caso, a los resultados de las elecciones estadounidenses de noviembre y menos, a los reflejos casi apocalípticos de una Europa lista a la autodestrucción y lo que -nos atrevemos a decirlo- se verá de aquí a diciembre próximo.

¿Deberíamos terminar rezando e invocando al Dios verdadero o llenos de terror, arrodillarnos frente al nuevo anticristo? Cada uno tiene la respuesta, pero y en el fondo, tenemos la secreta esperanza, de que Dios nos vea con ojos de piedad y de compasión.

Mientras tanto, la danza de las horas continua e inexorablemente, todos empezamos a vivir estos tiempos de tribulación que nadie controla y hasta ahora, tampoco se sabe cómo ponerle fin y en los que, quienes gobiernen y sus fuerzas vivas, deben de estar en la edad promedio de 42-62 años. Con Dios. (DAG) 31.08.2024

 

 

 

 

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