Mientras la oposición se desenvuelve entre lo que quiere hacer o lo que puede hacer, el presidente Luis Abinader y en la medida que su imagen, políticas y gobierno son desacreditados, es muy hábil y prácticamente con aparentes tonterías de expresión, que sorprende que políticos duchos se dejen provocar y hasta distraer.
Es como si la oposición e incluida la mediática, siempre ande de brincos, como cuando se quiere caminar e ir hacia adelante, pero que algo sucede que no la deja entender el cómo hacerlo y justamente, es el aspecto que vemos que Abinader sabe aprovechar ampliamente.
Ayer y en la inauguración de una obra pública, fue donde se produjo una de esas ocurrencias presidenciales, que cuando se analizan en contexto, en modo alguno se pudiera decir que no son tales y menos, cuando se observa, que, por las reacciones opositoras, con poco Abinader logra sacarles de balance.
Ciertamente, que el gobierno no está en su mejor momento y básicamente porque demasiados de sus funcionarios han logrado que la gente lo desacredite, mientras los altos cargos gubernamentales, otras lenguas picantes dispuestas siempre a salirle al frente a lo que sea, ahora se desenvuelven dentro de ese desconcertante silencio de cuando el que ayer fuera oposición rabiosa, ahora como gobierno, parecería que no atína a entender cual es su verdadero papel siendo gobierno y ocupando posiciones de poder y para defender las ejecutorias de su presidente.
Por eso, el oficialismo luce entre desconcertado y atontado y tanto, que al final, es el mismo Abinader el que logra que el gobierno pueda tomar la iniciativa.
Entre tanto, la oposición y no es que esté dando palos de ciego, sino que sorprendida al comprobar que el público es el que la empuja a ser opositora de a verdad, de improviso le entra como un letargo y por el cual, Danilo se desenvuelve entre su atención sobre los juicios en los tribunales contra sus hermanos, mientras observa y no sin asombro, que los de la FP le quieren sacar la alfombra de sus pies, en tanto Leonel, taimado como siempre, da golpes de a pellizco aquí como a cuyá y dando a entender, que su partido está desmantelando al de Danilo, mientras el mismo Leonel disimula, ahora dando conferencias y con ellas tratando de ganarse a unas nuevas generaciones que quedan fascinadas entre su verbo fácil y ese calculado accionar de cuando el agresor mete la puñalada y hace que el agredido le dé las gracias.
Es decir, el escenario está “tan vistoso”, que el desconcierto reina en el sector mediático que tanto ha sido de uno y de otro y el que ahora se encuentra aturdido viendo como el mismo gobierno que le financia, va por todas con tal de exigirle respeto y obediencia, sumisión y entrega, mientras a nivel nacional hay una situación de adelanto de campaña electoral antes de tiempo y sin que el tribunal electoral intervenga y detenga el ilícito.
De esta forma a Abinader no se le aflojan las manos. Sabe dar dinero y sobornar y al mismo tiempo hace creer que es el amigo que llega en auxilio del medio o periodista no tan tímido a la hora de atacarle y de ahí su empeño en neutralizar a la mayor cantidad de voces del sector mediático y a las que no, entonces les da “la medicina” de la imposición de la fuerza por medio de la fabricación de expedientes desde el pandillerismo mediático tradicional, que jueces a mano saben interpretar y en la medida que conocen, que si responden a favor del gobernante, sería como si la gracia de Dios les tocara.
Así se vió, que ayer y entre irónico y sarcástico, el presidente expresó: “Hay muchos que están en política, yo estoy en trabajo” y logrando con esa sola expresión que la desconcertada y atrapada opinión pública, dude de si lo está haciendo bien queriendo marcar distancia o si por lo contrario debe continuar apoyando, a un Abinader, que hace ya tiempo que conoce a la perfección las reglas del poder absoluto y dictatorial, cuando se trata de aplastar y convencer a quien entienda disidente.
Entonces y casi en arrebato, el gobernante tiró su mayor filigrana expresiva: “Llegará el momento político y ahí sí diremos las verdades, porque la verdad y la realidad no se esconden y las mentiras no llegan muy lejos ni duran mucho tiempo”, con lo que automáticamente puso a dudar a muchos y respecto a si ellos estarán haciendo bien escuchando las críticas opositoras y apoyándolas.
Y para a seguidas y audazmente tirar a la santabárbara del navío opositor, aquello que le quita fuerza a la crítica opositora respecto a su argumento de que el gobierno carece de un aceptable programa de varilla y de cemento. Entonces soltó el torpedo: “A cada crítica, eficiencia y sonrisa; y a cada mentira, solo esperar el tiempo, porque la verdad siempre resplandece”. Estoy muy seguro de lo que estoy haciendo y de los alcances positivos de mi obra de gobierno”. Con tanta audacia, mejor de ahí se daña, pues dijo lo justo.
La realidad es, que la oposición no cae en ningún error al criticar a las autoridades, pero tampoco no es cierto que el gobierno no esté trabajando y haciendo obras a favor de la nación. Digamos, que, en un plano intermedio, no todas las críticas son válidas, como no todo el discurso populista gubernamental escapa a la demagogia mejor elaborada.
¿Dónde está la diferencia? Que Abinader está trabajando para que el PRM continúe en el poder, sea con él o con otro que las circunstancias determinen, mientras los lideres opositores principales, los dos expresidentes, siguen dando muestras de como si tuvieran temor de salir al ruedo electoral y proclamar sus candidaturas. Y ahí fallan.
Es por eso y por lo que entendemos, que Abinader está exhibiendo un audaz y provocador comentario presidencial dirigido a sacar de balance a la oposición y la que que todavía no se atreve a irle de frente, pero que se alista. Con Dios. (DAG) 15.08.2025
última actualización: 08:28 am.