Un tratado de libre comercio tiene una cláusula fundamental, de que en determinado tiempo, se facilita para que los sectores productivos se adapten al proceso de disminución gradual de los impuestos para iguales productos, pero importados.

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Nunca ningún tratado de libre comercio se crea para afectar los sectores de la economía y desde los más tímidos a más pujantes, pero paralelamente, un tratado de libre comercio tiene un objetivo principal: Favorecer al consumidor mediante la aplicación de bajos precios y por medio del factor que los economistas llaman de economía de escala.

Por medio de ese factor, los costos se reducen y en igual situación los insumos y materias primas y como un incentivo para que el productor agrícola como el comerciante y el importador se beneficien gradualmente e impulsándose de ese modo una desgravación que se refleja en la disminución del precio del producto final para beneficio de la población consumidora.

Y si se quiere mayores beneficios, se tiene la corrupta práctica dominicana, de permitir que los importadores y en particular las empresas de cadenas de supermercados y grandes tiendas, paguen menos de un 50 por ciento de lo que deberían hacer en las Aduanas y esto, independientemente de la delincuencial práctica generalizada de traer furgones repletos de todas clases de mercancías y sin declarar, esto es, furgones cerrados que no son revisados por los inspectores aduaneros y lo que se hace como costo político de gobiernos y gobernantes corruptores, que de ese modo entienden que a sus grandes donantes en tiempos de elecciones se les beneficia y que es una realidad en la que pocos pueden decir que no se benefician.

En este aspecto, solo hay que ir a las cadenas de supermercados y grandes tiendas y observar cómo los precios que exhiben sus mercancías sorprenden de tan elevados, cuando no hay razones para ello y en igual tesitura los productores del campo, agrícolas en sentido general o cafeteros y arroceros en lo particular, quienes por nada del mundo aceptan que sus precios de venta se disminuyan.

Debido a semejante afán de lucro realmente indecente, estos sectores son los primeros en oponerse a cualquier tratado de comercio y en lo referente al periodo de desgravación arancelaria y que es la razón por la que ahora se han estado presentando voces anti-consumidores, reclamando que se renegocie el DR-CAFTA (tratado de libre comercio con EEUU-República Dominicana-Centroamérica).

Este tratado tuvo un periodo de negociación extremadamente intenso entre los años 2003 y 2004 en el gobierno del PRD que encabezó Hipólito Mejía y en el que la actual embajadora en Washington, Sonia Guzmán, fue la negociadora principal que al final firmó su aplicación. Pero antes, los preliminares del tratado se estudiaron y analizaron cuidadosamente y dándole el necesario diagnóstico en el gobierno ultimo de Balaguer y el PRSC y el primero del PLD y Leonel Fernández.

Con la llegada de Mejía-PRD se produjo un retroceso en el cuerpo de negociadores criollos y todo lo que anteriormente se estudió y concertó se tiró a la basura y para empezar de nuevo. Por esa razón el DR-CAFTA que conocemos, es un tratado atípico en el que al consumidor realmente no se le tiene en cuenta y solo sí al gran capital y su no afectación en sus recursos e inversiones y que es un comportamiento que no se ajusta a un tratado de libre comercio correcto.

Ahora, viene y de poco “conceptuoso” y demagogo, el expresidente Leonel Fernández, a manifestar y como lo hiciera ayer en una reunión de productores de arroz, quienes desde el 2004 se han beneficiado grandemente  al no tener que experimentar hasta el 2025 el necesario periodo de desgravación total, que permita que para el 2025, todos los productos extranjeros que hasta ahora se restringen para que no entren al país libres de impuestos, de que supuestamente buscará sus “contactos en el Congreso estadounidense y  para procurar que la desgravación se postergue y con lo que el pueblo consumidor se encontrará con que el arroz y para poner este caso, le seguirá costando más, que si el arroz extranjero llegara al país libre de impuestos.

Pero realmente, así como el doctor Fernández, igualmente lo piensan todos los sectores productivos de este país, quienes quieren que se mantenga el mercado atrapado, ese que impide que el producto extranjero llegue libre de impuestos y por lo tanto, el consumidor pudiera beneficiarse con una mayor variedad de opciones de un mismo producto y sin impuestos, que a su vez les facilitara una baja considerable en la adquisición de estos.

¿Por qué se ha producido esta barbaridad, que el pueblo dominicano, de conocerla realmente no la consentiría?, al factor mediático, que como sus dueños son los grandes productores, importadores e industriales, impiden que el pueblo dominicano sea informado correctamente sobre este particular.

Es de este modo, que el dominicano común y corriente no se beneficia de las grandes rebajas de precios y, por el contrario, cada año se dá la mascarada de un supuesto “black Friday”, que, en la mayoría de los casos, es una tomadura de pelo por la que el comercio se burla descaradamente del consumidor, mientras sus dueños se benefician extraordinariamente y sin pagar correctamente los impuestos que deberían cumplir.

Justamente, fue por esa predisposición a no aceptar ningún tipo de tratado de libre comercio, que Canadá y para sorpresa de sus negociadores y gobierno, se quedó asombrado cuando su delegación para la firma final del tratado de libre comercio entre este país y el norteamericano, se le dijo y no de buenas maneras, que el gobierno dominicano y al momento de la firma, no aceptaba el tratado y que además se negaba a firmarlo. Si los dominicanos supieran cual fue el costo negativo por semejante proceder gubernamental, le caerían a piedras al presidente que cometió la villanía y todo, por querer estar bien con el gran capital y no con la población.

Si hacemos historia nos encontraremos, con que en marzo 2002 el Presidente de la República Dominicana y el Primer Ministro de Canadá anunciaron su intención de iniciar un diálogo con miras a un tratado de libre comercio. Canadá y la República Dominicana. De esta manera, ambos países anunciaron el comienzo de negociaciones de un tratado de libre comercio el 7 de junio de 2007 y que terminaron en gran fracaso.  Pero en marzo de 2022, es decir, en este año, se anunció que se retomaron las negociaciones, pero desde el gobierno de Abinader-PRM se guarda un silencio sepulcral, cosa nada extraña, si se conoce que es el primer gobierno dominicano conformado por plutócratas.

¿Qué sería lo importante de este tratado?, que sería un tratado de libre comercio bilateral que podría facilitar la migración los dominicanos hacia ese país con fines de trabajar. Es decir, es una variable del DR-CAFTA. Pero nada, igual de silencio.

Realmente, lo que corresponde, es que los productores de arroz dejen a un lado su notorio afán de lucro y junto a los demás sectores productivos, se apresten a competir en igualdad de condiciones con sus iguales del exterior. Pues son más de veinte años que han tenido para reestructurar sus negocios y obtener ganancias de más del 150 por ciento, nivel más que suficiente para compensar las supuestas pérdidas que tendrían del 2025 en adelante y por lo que ahora Leonel Fernández y de demagogo quiere aprovechar políticamente y para sus propios fines electorales.

¿Cuándo en este país la prensa dejará de ser lo entregada y sumisa a sus dueños y se comportará como sus colegas en el exterior, quienes, aun dependiendo del gran capital, aun así, tienen libertad de redacción e información a favor de sus lectores y nación?

Mientras tanto, le salimos al frente al discurso demagógico y mentiroso del expresidente Fernández y recordando, que un tratado de libre comercio tiene una cláusula fundamental, de que, en determinado tiempo, se facilita para que los sectores productivos se adapten al proceso de disminución gradual de los impuestos para iguales productos, pero importados. (DAG)