Si la mayoría de quienes difunden sus opiniones en las redes sociales y sobre todo los más jóvenes entre 18 y 22 años y otros de 23 a 33 años hubiesen visitado alguna vez al Haití del interior, podrían haberse percatado que ese Haití es absolutamente distinto al otro que muchos dominicanos conocen de oídas y siempre poniendo de imagen a la población marginal de la periferia de Puerto Príncipe o otras ciudades cercanas a la capital haitiana.
Si lo hubiesen hecho, se darían cuenta que tienen una de prejuicios inculcados por terceros de no buen juicio, que no se corresponden a la idiosincrasia y comportamiento del haitiano y tanto de clase media como el de pueblo llano y sí que son personas de conducta abierta, amigables y no tanto prejuiciosas como muchos dominicanos.
Desde luego que hay muchos y como aquí también, que tienen la idea marginal de odio por asuntos de la formación de las dos naciones en la primera fase de la creación de sus instituciones primarias y que ha sido inculcado por historiadores que han entendido y muchos por asuntos personales, que el pueblo que defienden sea superior al otro y lo que es otro grave error.
Precisamente por ese comportamiento tan atrevido han nacido historietas y las que se repiten sobre hechos sangrientos de parte y parte y cuando si se viene a ver, son las propias de cuando los pueblos buscan su propia expresión ciudadana cómo naciones independientes y lo que deben entenderse -esos acontecimientos- Con la suficiente serenidad de espíritu y en particular, para entender el por qué generaciones posteriores hayan sido inculcadas de una cuota de odio que lacera enormemente la capacidad de juicio en las nuevas generaciones.
Obsérvese, que es casi difícil entender racionalmente la alta cuota emocional que presentan quienes desde los lupanares mediáticos en las redes sociales, hacen lo imposible por inculcarle a sus audiencias un odio insano e insensato contra todo lo haitiano y lo que no debería de ser y como igual ocurre con la caterva de desalmados de la palabra y todos extranjeros de origen haitiano, tratando desde sus países, por meter un odio de muerte entre sus nacionales con relación a los dominicanos
Y es que entendemos, que los dominicanos tenemos que separar las inmigraciones haitianas de los años mitad de la década de los sesenta y hasta los ochenta, de gente que venía en base a un acuerdo de trabajo temporal suscrito por los dos Estados limítrofes y otra a partir de los años noventa, en la que en este, el haitiano buscavidas cruzaba la frontera tratando de ver que podría encontrar o pegársele.
La primera inmigración, llamémosla y para diferenciarla, la de los braceros, es decir los trabajadores para el corte de la caña de azúcar y a la que si le ponemos fecha. Estaremos hablando de gente que vino con contratos de trabajo, lo que significa residencia temporal y quienes después y al cumplirse sus contratos, se quedaron y fueron reclutados por los colonos cañeros y la mayoría oficiales militares o hacendados de zonas aledañas.
Toda esa gente y hablamos de hace 59 años, la mayoría son residentes legales y de ellos, sus descendientes son ciudadanos dominicanos y ahora con descendientes conformando dos generaciones de nacionales dominicanos de origen haitiano.
Mientras que la otra inmigración, la de los buscavidas y hablamos a partir de 1990, o sea que, que ya tiene 35 años, esa ha sido muy accidentada y todavía la mayoría no tiene un estatuto legal correcto.
Pero entre ambas inmigraciones, la de los sesenta y esta de los noventa, hay otra y entendámosla intermedia y de los años setenta y a partir del 1975 con mayor precisión, que se radicó en la zona este y en particular entre Punta Cana y Bávaro, siendo el brazo motor de las empresas hoteleras, centros vacacionales, empresas de servicios como de construcción y que si a la fecha la mayoría no tiene estatuto legal como residente, se debe a la oposición del salvaje empresariado criollo que junto a los inspectores de migración, impiden o bloquean que se le otorguen sus papeles de residencia correcto y porque ellos se han convertido en el nicho de mayor explotación para fines de enriquecimiento ilícito que se pudiera suponer.
Aun así, son personas enormemente trabajadoras y todas, formando familias y que por la explotación de los empresarios criollos, hoy conforman la parte más negra de la economía dominicana en materia de explotación y envilecimiento del ser humano.
Hasta ahora, quienes vocean desde las redes sociales dominicanas, no tiene en cuenta y para nada esta realidad y mucho menos conocen, que la mayoría de esos trabajadores “ilegales” y por la terrible persecución de los agentes de migración y la explotación empresarial, no hay día que junto a sus familias no tengan que “meterse en el monte” y para evitar ser detenidos y deportados. Y ni hablar, que en los días de paga cada quincena, los agentes de migración van a su caza y si no les dan entre cinco o quince mil pesos según cada situación, los meten en “la camiona” para deportarlos y todo esto lo saben los jefes de migración y los empresarios de la zona y nadie de ellos hace nada para impedirlo.
Nos referimos a no menos 50 mil trabajadores “ilegales”, quienes huyéndole a los inspectores de migración que se meten en su casas o habitaciones les rompen las puertas, destruyen todos sus bienes o pertenencias y se roban los pocos dineros que encuentran y frente a tanto atropello, tienen que meterse en los montes y pasar los días allí, en tanto “la autoridad” solo los deja salir para ir a sus trabajos de pura esclavitud y explotación salarial inenarrable.
Quienes vivimos en Punta Cana o en sus zonas periféricas, conocemos perfectamente de esta grave situación atentatoria contra los derechos humanos de esas personas y a las que se les califica desde las redes sociales con los peores epítetos, mientras los empresarios hoteleros, inmobiliarios o de construcción y como uno de ellos tiene un periódico matutino a nivel nacional y estaciones radiales, generan un discurso contrario a la realidad de explotación vil que allí ocurre.
Nuestro planteamiento es simple. Si en el gobierno hubiese una vocación genuina de reordenar la situación, no hubiese la histeria anti haitiana que es impulsada por quienes ofrecen trabajo esclavo, explotándoles y en ocasiones hasta negándose a pagarles sus jornales y para de inmediato denunciarles en migración para que sean deportados rápidamente.
Invitamos pues a los medios de comunicación tradicionales y a todos los canales en you tube como los demás en los lupanares mediáticos en las redes sociales, a que siquiera se asomen a esta dura realidad que describimos y quienes si la conocen fríamente, se darán cuenta de las terribles injusticias que se están sucediendo y con ese mensaje falso de haitianos ilegales en la zona este, cuando lo que ocurre, es que sus empleadores se niegan a darles sus documentos de registros como empleados y para que no puedan ir a una institución bancaria y sacar una cuenta o iniciar sus trámites de regularización sobre su estatuto migratorio y de ese modo sean mantenidos como “ilegales” para explotarles y por parte de sus empleadores y para que los corruptos y bandidos agentes migratorios, les persigan y acosen y mientras la sociedad e hipócritamente, calla.
Apelamos pues al sentido común, de quienes han entendido que hay que acabar con lo falso de “los haitianos ilegales” que tienen trabajo e igualándolos a la verdadera inmigración ilegal incentivada en la frontera por traficantes civiles y militares dominicanos y que nos impulsa a denunciar la una muy errada percepción. Un punto es, no estar de acuerdo con la inmigración ilegal haitiana o cualquier otra. Y otro, que ser haitiano sea un estigma. Con Dios. (DAG) 31.12.2025





