El dramaturgo cubano Yunior García, promotor del grupo disidente Archipiélago y cabeza visible de las protestas contra el Gobierno de la isla, habla incisivo y seguro de sus palabras. Representa una generación de jóvenes intelectuales cubanos, de izquierdas, que quiere cambiar el país. En apenas unos meses se ha convertido en una de las figuras icónicas en favor de la democracia en la isla. La jornada del 15N la policía cercó su casa y le impidió salir a marchar por las calles cómo había anunciado. Horas después tomó un avión y se plantó en Madrid, donde el gobierno le ha concedido un visado de corta duración. Su salida inesperada de la isla con la autorización del Gobierno de Cuba sorprendió incluso a su núcleo de allegados. Confiesa que ha encontrado mucha “incomprensión”, pero como él mismo dice, “no soy un superhéroe”.
¿Cómo ha sido su aterrizaje en Madrid?
Hoy ha sido un día intenso, pero es a lo que vine y no tengo derecho a cansarme. Tengo que denunciar lo que pasó y dar testimonio de lo que sucede en Cuba.
Su madre y su hijo se han quedado en la isla. ¿Teme por la seguridad de su familia?
Evito pensar demasiado en eso porque es algo que me mataría. Espero que no les pase nada pero me preocupo, claro. No hay nada que pueda hacer, tengo que tener fe y confiar en que van a estar bien.
¿Se ha sentido respaldado por los cubanos por su desafío ante el gobierno y por su salida del país?
Ha habido demasiadas emociones encontradas. Todos esperaban de mí algo más allá de lo que realmente soy capaz de dar. Ninguno de nosotros somos superhéroes, somos personas comunes que están haciendo lo que pueden por lo que creen que es justo. Mi decisión de venir a España decepcionó a algunos, he recibido muchísimas críticas y bastante incomprensión pero el tiempo demostrará si las decisiones son correctas o no. Yo entiendo que aquí puedo hacer cosas que en Cuba serían imposibles. En Cuba me iban a impedir hablar y la palabra es mi arma principal. Y si no puedo usarla qué soy yo. No me interesa ser un símbolo ni una estatua en una calle, sino ser útil.
¿Por qué cree que el gobierno le ha dejado salir del país?
Tenían mucho miedo a que me convirtiera en símbolo. Si me llevaban preso iba a ser demasiado fuerte para ellos. Me convertí en una inspiración para mucha gente sin que ellos alcanzaran a anticiparse, se les fue de las manos. Meterme preso hubiera sido un desastre mayor. Cuando se enteraron de mi decisión de salir lo vieron claro y me dejaron marchar. Quizá se sorprendieron cuando llegué a España y no pedí asilo. Mi intención es regresar cuando esté listo. Me sentía como alguien que se está ahogando dentro de un estanque y ya no tiene opciones, lo que estaba viviendo me iba a aniquilar como persona. Por tanto necesitaba salir a tomar un poco de aire.
¿Qué mensaje lanzará el gobierno sobre usted tras abandonar la isla y venir a España?
Ellos se han encargado en las redes sociales con perfiles anónimos de esparcir la idea de que me desentiendo de todo. Pero puede que esa narrativa no les funcione. Hemos sobrevalorado al régimen, no siempre les funcionan las estrategias. Últimamente han cometido muchas meteduras de pata. Pero al final acabarán entendiendo que lo que sucede en Cuba no se puede detener.
El gobierno ha demostrado ser muy eficaz en el control de la ciudadanía y en la represión. El 15N las calles de La Habana estaban vacías. ¿Cómo sortear esas circunstancias?
Tenemos que ser mucho más originales que ellos, tenemos que seguir ganando pequeños espacios a través de la lucha no violenta para conquistar la democracia. En el último año han sucedido más cosas que en toda una década dentro de la isla. Esto demuestra que hay un cambio real dentro de la gente. Yo sí creo que se está apretando el acelerador del destino y del cambio de los cubanos. Ahora todo está funcionando en cámara rápida.
¿Cómo se imagina la caída del régimen: fruto de manifestaciones, un derrumbe inesperado como la URSS, un deterioro lento?
Quién sabe. Tengo en la cabeza ahora mismo un libro de Saramago, Ensayo sobre la lucidez. Quizás un día de elecciones todos los votos amanezcan en blanco. Encontraremos formas muy ingeniosas de hablar y de pensar, nos toca ahora inventar y construir esas maneras que no existen, y a eso aspiro. No podemos dejar que nos gane el rencor porque eso va a generar demasiados tropiezos.