lunes, junio 17, 2024
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Caso Rusia–Ucrania: el todo y las partes en la geopolítica

El principio de Mach afirma “la totalidad es necesaria para la comprensión de las partes, de la misma forma que las partes son necesarias para la comprensión del todo”. Es decir, lo global en su totalidad influye en los sucesos locales. Los sucesos locales tienen cierta influencia, por pequeña que sea, en la totalidad global (Ernst Mach).

La gran virtud de los acuerdos de Bretton Woods, además de estructurar el nuevo orden económico post segunda guerra mundial, fue evitar los errores del Tratado de Versalles, en el que las reparaciones y condiciones impuestas a Alemania crearon una situación tan dura que propició el clima político para el nazismo y sobre todo, que estaban creando un mundo en el que los vencedores no habían insistido en la venganza, sino que habían tratado a los enemigos de la guerra como futuros socios de la paz. Así nace la alianza Japón, Alemania (Europa) y EE. UU.

Lamentablemente esto no fue lo que sucedió cuando vino la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética. Ese era el momento para negociar con Rusia su incorporación a la democracia occidental. Tal y como comentamos en un artículo anterior, citando al ruso Andrei Grachov, jefe de prensa del último dirigente soviético Mijaíl Gorbachov: los líderes occidentales vieron el fin de la Guerra Fría como una “victoria militar” y, en vez de crear un nuevo orden mundial por el bien de la humanidad, pensaron solo en conservar el poder y mantener el mismo balance de fuerzas.

Es decir, no aprovecharon a Gorbachov y el colapso soviético para vincular a Rusia a la pluralidad política, a la libertad de expresión y pensamiento, a la división de poderes y el estado de derecho.

Más adelante, sin un Bretton Woods, quisieron hacerlo con la persona equivocada, Vladimir Putin. En este sentido, coincido con el periodista y escritor norteamericano Jake Taper quien afirma que el camino de Putin en los últimos 20 años fue en gran medida, pavimentado por el liderazgo norteamericano que se mostró demasiado dispuesto a mirar para el otro lado, mientras Putin avanzaba en sus objetivos militares de dominación. Así devastó Grozni, Chechenia y la respuesta de los EE.UU. fue una simple advertencia y una amistosa cumbre presidencial entre Bill Clinton y Putin.

 

Después vino George W. Bush, que a pesar de Grozni y después de múltiples atentados contra opositores rusos y ucranianos, habló de “un nuevo comienzo con Rusia”. En el 2008 Putin invadió Georgia, y Bush se limitó a decir en declaración de prensa que era “inaceptable”.

Barack Obama continuo igual flexibilizando la relación con Rusia, pero entonces vino la invasión y anexión de Crimea por parte de Putin. Hay que reconocer que en ese momento Obama impulsó sanciones contra Rusia, pero estas no fueron lo suficientemente contundentes. En esos momentos, Putin se reúne con Bashar al-Asad de Siria y sella su alianza con ese régimen, enemigo de Occidente.

Después vino Donald Trump quien literalmente le pidió ayuda a Rusia para que se inmiscuyera en política interna y encontraran los 30 mil emails de Hillary Clinton que están desaparecidos, afirmando en cadena nacional “Russia if you are listening, I hope you are able to find the 30 thousands emails that are missing”. (Rusia si está escuchando, espero que sean capaces de encontrar los 30 mil correos electrónicos desaparecidos).

Cuando Rusia invade Crimea, Trump minimizó la violación de la soberanía por parte de Rusia y previamente sugirió levantar las sanciones introducidas por Obama para suavizar las relaciones con Putin, “la gente de Crimea, por lo que he oído, preferiría estar con Rusia que donde estaban”, afirmó Trump a ABC News en Julio del 2016.

Es el propio John Bolton, ex asesor de seguridad nacional de Trump quien explica que cuando los altos funcionarios norteamericanos del gobierno y del congreso impulsaban sanciones contra Rusia, estas tenían que imponerse con la queja abierta de Trump.

Y como si fuera poco, Trump se distancia de Europa y de la OTAN y defiende a Putin sobre sus aliados y en contra de los mismos intereses norteamericanos. Mientras, los europeos profundizaban su dependencia energética de Rusia. Nunca se quiso enterar de que, si cae Europa, caen los Estados Unidos.

No debemos olvidar que el Congreso Norteamericano había votado proporcionar a Ucrania casi 400 millones de US$ en ayuda militar y Trump retrasó el envío, cuando vino su infame llamada a Volodymyr Zelensky: “Me gustaría que nos hiciera un favor”. El favor era que desprestigiara a su rival Joe Biden investigándolo junto a su hijo, Hunter. Zelensky nunca cumplió.

Con estos precedentes es lógico pensar que Vladimir Putin sobreestimara sus fuerzas y subestimara a Occidente, pues no visualizaba que iba a encontrar una confrontación tan unida y decidida para evitar que avanzara a sus objetivos militares. Es el presidente Joe Biden quien finalmente le planta la cara a Putin y lleva a la acción sus palabras “si los dictadores no pagan el precio por sus abusos y agresiones causan más caos y dolor en el mundo”.

Como afirma el proverbio chino: “Si cortas una hoja de hierba, haces temblar el universo”. Por: Nelson Espinal Báez [Diario Libre]

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