lunes, agosto 5, 2024
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¿Cómo es posible que la historia de este país es tan extraña que nadie conoce los descendientes de los padres de la Patria y en cambio se crean héroes y heroínas de puro tufo mediático?

Un repaso a la historia dominicana y desde el 1869 hasta la fecha, ofrece el resultado, de que las historias y desde José Gabriel García y con todo  que   inició su carrera y al publicar la carta que el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte y Diez  le enviara, nos dice, que salvo una que otra excepción, nuestra historia no se corresponde  a una mayoría de hechos concatenados de absoluta veracidad y sí acomodamientos, propios de intelectuales de moral laxa, dichosos por hacerse gratos a los que en el momento mandan y que ya es una repetición cíclica.

De esa manera y por determinados registros, se conoce de narrativas bélicas que nunca sucedieron y del ascenso y nombradía de supuestos héroes, quienes y al momento de hechos trascendentes para la patria, eran todavía adolescentes y por lo tanto no podían ser presentados como paladines de batallas y representaciones de guerra y que es el caso de Luperón.

Todavía más, ¿por qué nuestros historiadores no narran la verdad, de que, en tiempos de la anexión de la República a España, el ejército español fuera derrotado vergonzosamente en los llanos y lodazales de lo que hoy es el centro turístico de Punta Cana, donde y de acuerdo con registros del ministerio de Defensa español, su ejército perdió allí 18 mil efectivos y no solo por enfermedad y sí en combate y lo que consigna el militar e historiador español, Luis Alejandre Sintes, en su obra “Dominicana. La anexión frustrada (1861-1865)”, edición febrero de 2022 del citado ministerio?

Con este solo dato, que hasta donde se conoce, no recoge ningún historiador criollo, pero sí en cambio cifran la “heroicidad” de la lucha restauradora, solo en héroes cibaeños, cualquier observador o estudioso medianamente calificado, se daría cuenta que nuestra historia tiene en este aspecto un grave como importante vacío. Y una pregunta, ¿Por qué al general e historiador Sintes, nunca la Academia de la Historia le ha invitado y ni siquiera para escuchar de viva voz, que documentos hay en donde esa historia oculta queda demostrada?

Para mayor vergüenza ajena, ¿cómo es posible que nuestros historiadores no hablan de la terrible persecución que hubo a partir del 30 de mayo de 1961, con todo cuanto se escribió de la etapa republicana en la Era de Trujillo (1930-1961) y la quema y destrucción de libros “trujillistas” y con el pretexto de la llamada “destrujillización”, que no fue más que limpiarle las cara a la mayoría de los miembros del Consejo de Estado y las familias "de primera" de la época, todas trujillistas de primera línea y las que en un abrir y cerrar de ojos entre mediados de 1961 y todo el año 1962 borraron que fueron trujillistas y muchos de sus miembros, colaboradores de “la más cruel, criminal e infame dictadura de América”?

¿Acaso no es cierto, que los reporteros de los pocos periódicos de aquella etapa, con la destrujillización, se convirtieron en los portaestandartes de aquel “periodismo libre” que les convirtió en negadores de su fe trujillista y desde el 1963, en los representantes conspicuos erigiéndose como cabezas del “periodismo libre” y en lo que sobresalen, trujillistas connotados como German Emilio Ornes Coiscu, Rafael Herrera y Radhamés Gómez Pepín, Mario Álvarez Dugan, Cuchito y en menor medida Rafael Molina Morillo  y este último, quien durante la Era se mostraba orgulloso de su primer apellido y luego desaparecida esta y en el lapso 1962-1966 firmaba como Rafael M. Morillo?

No estamos hablando de ningún tipo de falla moral y jamás de imputación grosera contra sus respectivas reputaciones como personas y ciudadanos y en donde todos y en democracia, se destacaron por ser grandes servidores de la Nación y mejoraron ampliamente el ejercicio periodístico y sí llamar la atención, de que el periodismo dominicano de ahora y con mínimas excepciones, siempre se ha acomodado al poder vigente, unos por interés mercurial y la mayoría, porque las circunstancias de la formación de la democracia en este país, lo imponían.

Lo que planteamos y que es nuestra gran critica a los historiadores de estos tiempos, es simplemente, que llama la atención, que la mayoría no ha querido o no ha sabido hacer una revisión de nuestra historia, despojándola de falsedades e inventos y dejando solo lo que realmente ocurrió.

He ahí el caso, del único gobierno que públicamente ha sido identificado con la oligarquía, el Triunvirato (1963-1965) y en cuyo ejercicio, la destrujillización fue más que infame y de la memoria histórica de la nación se borraron capítulos reales y solo porque las familias “distinguidas” de aquel tiempo y como La Vicini, no querían que se conocieran las actuaciones de ciertos de sus miembros y desde el gobierno de Lilis (Ulises Heureaux, años 1882 a 1899) a los gobiernos del generalísimo, Rafel Trujillo Molina (1930-1961) y lo más significativo, que modificaron los actos notariales para justificar los robos de activos y propiedades  “trujillistas”. Es decir, más del cincuenta por ciento de las empresas e industrias estatales e implementando un ministerio de expropiación que saqueó las propiedades pertenecientes a la nación.

Y en el mismo tenor, lo que ocurrió con la “limpieza depurativa” de los “Archivos del Generalísimo” que ordenó el presidente Salvador Jorge Blanco (1982-1986) al historiador y economista, Bernardo Vega y simplemente, para que no trascendieran las desvergüenzas de las llamadas “primeras familias”.

De esta manera y hablamos de cuando el gobierno provisional de Héctor García Godoy (1965-1966) no debería de ser extraño de que se oculten escabrosos hechos de la vida personal, del a ese entonces director de periódico que asesinara a su esposa por asuntos pasionales y con la complicidad y ocultamiento de redactores, que luego emergieron como renombrados periodistas y publicistas y como también, de la complicidad directa borrando pruebas criminales y nada menos que por parte del mismo jefe policial, Morillo López. Escándalo que ocupó páginas enteras en los medios y ningún historiador ha querido conocer, ni siquiera como inconductas de determinadas figuras públicas.

Si los ocultamientos anteriores han sido una constante en la historia de este país y de su periodismo, con mayor razón habría que agregar, que no puede sorprender que muchos de nuestros historiadores ni nadie más, hayan querido ahondar en los descendientes y para poner un caso, de ninguno de los tres padres de la patria, que debería de ser lo correcto y al ser esos descendientes, que están ahí y olvidados, el testimonio vivo de aquellos grandes héroes. Por eso nuestra historia está chueca y a las nuevas generaciones se les ha inculcado una narrativa histórica falsa y enormemente prejuiciada.

Ojalá que haya un cambio y se reescriba la verdadera historia nacional y lo que nos impulsa a que preguntemos, ¿cómo es posible que la historia de este país es tan extraña, que nadie conoce los descendientes de los padres de la Patria y en cambio se crean héroes y heroínas de puro tufo mediático? Con Dios. (DAG) 05.08.2024

 

 

 

 

 

  

 

 

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