Decir que la JCE es esto o lo otro o que sus jueces han caído bajo sospecha de prevaricación o peor, que se han acomodado al partido gobernante para impedir que la oposición haga su papel como tal dentro de una precampaña electoral que se supone debe garantizar la libertad de reunión, de palabra y de conciencia, sería hablar poco y hasta piadosamente, si se entiende que el tribunal de primera instancia en su presente conformación, parecería que ya no podrá quitarse el sambenito de querer atentar en sentido general contra el Estado de derecho.
Sobre este particular, hablamos en nuestro análisis político de Estado del pasado sábado 12: “Si se recuerda que para las elecciones del 2020 fue la parcialidad de la JCE al suspender las elecciones, el factor que motorizó el triunfo a favor del PRM”… y planteando la tesis de la falta de calidad legal y de confianza que de pronto el órgano electoral se exponía que se le viese y como nueva fuente de conflicto para la consecución de una pre campaña electoral en la que, por lo visto, el pleno de la JCE es el primero que quiere imponer obstáculos.
Desde luego, no vamos a prejuzgar de forma enfermiza y debido a ello, todavía alentamos a que la JCE se le pueda otorgar el beneficio de la duda, pero en la medida que esta y de tan temprano se presente como saboteadora y obstáculo contra el derecho ciudadano a participar en libertad en una precampaña electoral de la que se espera que salgan candidaturas y qué partidos políticos serían las fuerzas principales, la reacción ciudadana deberá de ser crítica dura y firme.
Sí hemos visto el penoso maridaje entre el pleno de la JCE y en particular de su presidente, con una parte de los medios de la prensa mercancía y la manera tan cuidada de como estos le tratan y para que, ante la población, el funcionario no caiga como sujeto de confrontación y sospecha y lo que arroja serias dudas sobre su integridad.
Por eso y en principio, el análisis nos obliga a dudar de todo y no creer en nadie y lo que abarca a todas las fuerzas políticas y de gobierno y de oposición y las otras clandestinas a manejo de poderes fácticos como el empresariado y ciertas delegaciones diplomáticas extranjeras, siempre tan acostumbrados a intervenir a marchas forzosas, al momento en que intuyen que los resultados electorales no pudieran ser los apetecidos por todos esos intereses “externos”.
Y lo que debe recordarse y como simple advertencia, al notar y apoyándonos en mediciones de opinión propias, que más del 50 por ciento del electorado está en contra del sistema político clientelista y populista que por más de 61 años ha dominado y controlado la libertad de escogencia ciudadana.
Los miembros de aquellas influencias fácticas, hasta ahora, han entendido que el sumiso pueblo “bueno, noble y trabajador” está conformado por idiotas que no se dan cuenta de la camisa de fuerza que se le ha creado y con miras de que se acepte el corruptor y corrupto sistema político que existe y que realmente no permite la alternabilidad a gran escala en materia de ciudadanos que opten por cargos de elección, que por cierto, es el fundamento de la tiranía partidocrática en que se ha convertido el sistema de la llamada “democracia representativa” y nunca participativa, que todo el tiempo es alentada por los barones mediáticos a través de sus medios englobados como prensa mercancía.
La corrupción en este aspecto es de tal profundidad, que hasta políticos aspirantes a la presidencia de la República y por medio de terceras personas, son dueños del 15 por ciento de determinados medios escritos y de más del 20 por ciento en electrónicos, en tanto columnistas, comentaristas y productores de radio y televisión e internet tienen publicidad asignada de 1-2 millones de pesos los menos privilegiados y los otros, “los que están en el con con” pasan de los cinco millones cada mes y su trabajo es manipular a la atrapada opinión pública a favor del gobierno.
Pero no se crea que esta situación es nueva, sino que la misma proviene desde el año 2000 y con su contrapartida, de los principales grupos económicos, financieros e industriales y supuestamente “para hacerle contrapeso al gobierno” asignan presupuestos millonarios de publicidad a la parte de la “prensa independiente” que el poder económico arrastra.
Es decir, si lo de la JCE es más que desagradable, lo de la manera de asignaciones presupuestarias de publicidad por parte del Estado y el empresariado y el mundo financiero y con miras de reducir $a la obediencia debida$ a sus periodistas y medios, lo que nos dice, es que en este sistema, los únicos que tienen libertad de acción son el poder económico y la partidocracia y ni hablar el gobierno de que se trate, pero nunca el ciudadano elector, que cuando no es manipulado mediáticamente, entonces se le coarta mediante salarios, prebendas y canonjías.
Entonces tenemos, que si nuestro sistema político es una cochinada de marca mayor y en donde todos los poderes conspiran contra el libre criterio ciudadano y su libertad de escogencia, lógico, que poco que mucho y lo que se vio desde las últimas elecciones que arrojó más de un 40 por ciento de abstención, que dentro de la población hay una rebeldía sorda que todavía no ha estallado, pero que ciertamente hemos visto muestras, de que cuando menos se piense, la gente descontenta contra el sistema político, se juegue su porvenir y emita un tremendo voto castigo de fuerte rebelión social, que haga que el sistema se derrumbe en sí mismo y mediante candidatos a legisladores, alcaldes, regidores y presidentes, que estén decididos a crear uno nuevo y realmente abierto y de democracia participativa.
En este sentido, lo que acaba de hacer la JCE al violentar la Carta Magna, así como el ordenamiento legal en materia eleccionaria y el rechazo general de la ciudadanía y no hablamos de simpatizantes de dirigentes, lideres y partidos, sino de ciudadanos hartos de un sistema político tan corrupto y por lo lo que tan pronto se les toca el tema explotan de mil y una maneras, lo que nos dice, es que este país es un barril de pólvora a punto de estallar y al mismo estilo de ocurrido recién en Argentina.
Si lo anterior no fuera suficiente para crispar a cualquiera, en el futuro inmediato y de aquí a diciembre a más tardar, tendremos la ocupación militar extranjera en Haití y que, como hemos dicho en otros análisis, si nos descuidamos, podría afectarnos en nuestra soberanía y que, si sucediera, tampoco se podría hablar de elecciones propiamente dichas y sí de su postergación. ¿Están los políticos preparados para semejante situación y la que podría conllevar un gobierno de emergencia nacional?
De ahí, que al conocer que, con su despropósito perpetrado contra el Estado de derecho, la Junta Central Electoral ya no es confiable para nadie con sentido común, pensemos, que la partidocracia debería ir poniendo su barba en remojo y ver más allá y si no quiere lo peor. Con Dios. (DAG) 15.08.2023





