¿Quién no quiere trabajar menos y ganar lo mismo? Habría que ser muy tonto para no respaldar una medida como esa, la cual es impulsada desde el Ministerio de Trabajo con bombos y platillos.
Un plan piloto comenzará el próximo 1 de febrero, mediante el cual se experimentará para que ciertos roles trabajen 36 horas, produzcan lo mismo y se ganen el mismo dinero. No puede sonar mejor. Se la han comido en el Ministerio de Trabajo con esa idea…
Bueno, en realidad estoy siendo cínico. Este es un embeleco que está condenado a un fracaso más grande que el experimentado con el trabajo doméstico.
Aquí, señores del Ministerio de Trabajo, hay cosas más urgentes que resolver, que ponerse a jugar para las gradas con semejante anuncio. Lo primero es renovar a profundidad y modernizar el Código de Trabajo del país, para que los trabajadores cuenten con mayores protecciones y se tomen medidas que garanticen los empleos, no que los pongan en jaque.
¿Saben lo que pasará con la jornada recortada? Lo mismo que con el teletrabajo, que la productividad se caerá y las empresas se verán obligadas a hacer terribles recortes para compensar las pérdidas. En lugar de esa improvisación, por ejemplo, pongan semanas de 40 horas simples y que todo el exceso sea pagado doble, eso sí ayuda a los empleados y es justo para todos. ¿Han pensado ustedes en lo que provocará a la economía tener un día menos de actividad completa? Hay industrias que sacar un día de circulación de la economía representa eliminarle una quinta parte de los ingresos. ¿Qué provocaría eso? Pues eliminar esa misma proporción de los gastos, lo que significa un recorte de una quinta parte de los empleos.
Las cosas que suenan demasiado bonitas suelen acabar mal, por eso hay que pensarlas con detenimiento, sin dar expectativas infundadas a los trabajadores. Un país subdesarrollado necesita trabajar más, producir más, generar riqueza y compartirla. Eso no se logra en la casa, se consigue trabajando, por más duro que suene. Por: Benjamín Morales Meléndez [Diario Libre]