De casualidades y de esas casi sospechosas

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Se trata de tres potenciales precandidatos presidenciales. Uno como presidente de la República viaja a Londres a una breve visita oficial de Estado, al mismo tiempo, el otro, un expresidente, se desplaza a Madrid en viaje de trabajo proselitista y el tercero, el joven entre los dos anteriores, se queda en el territorio nacional y desplazándose por doquier en procura de afianzarse electoralmente.

En apariencias, ninguno tuvo nada que ver con las acciones del otro y más bien parecería que solo fue un asunto de simples coincidencias. Pero al primero le venía bien reforzar su imagen internacional, mientras que, al segundo, necesitaba de un golpe de efecto propagandístico que hiciera que mucha gente pudiera entender que él es una alternativa razonable, mientras que el joven y sabiendo que va a la libre y sin tener nada que perder y sí afianzar su condición de candidato presidencial, perfectamente que puede argumentar que tiene mucho más futuro por delante y sin importar o no si ganara las elecciones del 2024.

De cara al país, por lo menos el que es presidente en ejercicio y el otro que le secunda como expresidente, tienen bien a su favor el foco mediático y en este aspecto, cada uno disputa fieramente como ganarse a la atrapada opinión pública.

Sin embargo, los dos y actuando muy seguros de sí mismos, parecería que pueden darse el lujo de prestarle poca atención al joven y sabiendo y aun al riesgo de dormirse en sus laureles, que solo por el poderoso partido que el joven tiene de escudo y si se descuidan, los dos podrían experimentar una seria y falsa percepción de considerarse, que como mal menor, el joven no les quitara el sueño.

Mientras tanto, lo real es, que de cara a la población electoral y a la otra de allante y meneo desde las redes sociales, los presidentes y por más que lo crean y lo que sus respectivos aparatos propagandísticos les digan, ninguno de los dos tiene todavía el terreno electoral práctico bien abonado.

Al contrario, coinciden en que su activo principal son las encuestas manipuladas que los hacen aparecer como ganadores y ante lo cual, el joven, tampoco es que se encuentre desarraigado y sin nada de que agarrarse.

Por eso, son tres posibles opciones electorales débiles y tanto expuestas a un nuevo candidato aglutinador que les desafíe y el que todavía no se presenta o que el efecto traumático de la geopolítica impulsada por la guerra en Ucrania y su intensificación global, al afectar el conjunto del proceso electivo dominicano mande las elecciones a la porra y hablando en criollo y un nuevo actor no decididamente civil, les obligue entonces a pisar terreno y enfrentar una nueva realidad y en la que ninguno de los tres pudieran tener nada cierto en materia electoral y porque el nuevo escenario generaría una situación de seguridad de Estado  y recalquémoslo, por efectos de la guerra global que al planeta se le viene encima.

Tanto puede ocurrir y lo que hay que tener muy en cuenta, que la crisis electoral de que hablamos y porque el escenario bélico europeo se trastorne o porque el otro oriental genere una crispación mayor en China Popular y su provincia rebelde, Taiwán, quede más que afectada.

Desde luego, de profetas o augures no tenemos nada y por lo contrario, lo que estamos viendo, es y hablando en dominicano, que el horno no está para galletitas y por lo que, sí alertamos, a que los tres personajes, a partir de ahora mejor deberían andarse con cautela y el de gobierno afianzarse robusteciendo su quehacer administrativo, mientras el que anda por la capital española, debería dejarse de floreos y entender, que solo por su tan alto nivel de rechazo, de los tres, es el más expuesto a perder de plano. Mientras que el joven, es el que menos debería confiarse demasiado y porque los otros dos podrían unirse tácticamente para sacarle de la carrera electoral.

Concomitantemente, los dominicanos tenemos que ver, que, al estar ahogado el grueso de la población dentro de una delicada situación de iliquidez, perdida del valor de la moneda y desempleo crónico, realmente nadie está seguro y mucho menos, si geopolíticamente, la probable ocupación militar de Haití, que está casi a la vista. Pudiera significar un antes y un después en la vida nacional.

Tampoco se nos escapa, que si los empresarios dueños de la concentración de medios en pocas, quienes también son a su vez los dueños  de más del 50 por ciento de la economía, mientras la burguesía local cree de a verdad que domina y controla el mundo financiero y que pertenece casi del todo al capital extranjero, estos no reflexionan y se trazan una perspectiva realista de hacia dónde esta nación se dirige, bien que podría ocurrir, que la clase gobernante se fracture y tan significativamente, que hasta la gobernabilidad se pierda.

Con todo y pese a todo, somos optimistas y creemos que si hay buena voluntad y sentido realista y desde las fuerzas vivas nacionales, sería posible que la República salga a camino, pero sabiendo, que si la guerra en Europa nos arrastra y la probable ocupación militar de Haití nos obliga “a sacar de abajo”, los esfuerzos deberán de ser dobles y el sentido común debería imponerse y en una especie de correlación de fuerzas de sentimientos encontrados, que por primera vez, semejante situación hiciera que los dominicanos pudiéramos entender que estamos en un tiempo de conflictos y que de los cuales, no somos precisamente sus autores y sí sus mudos testigos de piedra.

Si ocurriera, entonces los tres señores arriba mencionados deberían hacer lo sensato de unificar a la nación y prepararla para tiempos difíciles en los que todos y si nos descuidamos, podríamos llevar la peor parte.

Naturalmente, aunque lo parezca, no estamos diciendo que nuestro mundo se nos vendría al suelo o que colapsaría, sino que la clase gobernante y junto a las fuerzas vivas, la misma oligarquía y la alta burguesía y ni hablar de los medios de comunicación y de información de masas, deberemos dejar y aunque sea por un tiempo y ante esto, la población tendrá que doblegarse, la terrible frivolidad de vida irresponsable que se lleva y de la que, si no respaldamos la gobernabilidad ahora en acecho de perderse o si el gobierno actuara irresponsablemente y con él la clase política, entonces no tendríamos las necesarias opciones positivas para reencausar la vida nacional.

De ahí que cautelarmente prefiramos hablar de casualidades y de esas sospechosas, que hacernos los tontos útiles, que por nada quisiéramos enterarnos de lo que realmente pasa y que debería preocuparnos. Con Dios. (DAG) 08.05.2023