Después del dos de julio, es previsible que el presidente Abinader se pronuncie categóricamente sobre su posibilidad reeleccionista constitucional. Ahora no es necesario

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No se entiende el por qué el sector de la oligarquía que controla los periódicos escritos y las estaciones de radio y televisión, más las plataformas en internet, insista en pretender, que, empezado este año, que será preelectoral legalmente a partir del dos de julio y de acuerdo con la ley electoral, el presidente tenga que pronunciarse respecto a su futuro político y en particular, de que si irá o no a su reelección constitucional.

Por lo que hemos indagado, se trata, de que los barones mediáticos están divididos en sus preferencias sobre determinados precandidatos y la mayoría ni siquiera contempla a Abinader con la posibilidad. Por ejemplo, Pepín Corripio y hasta ahora, parecería que favorece al expresidente Leonel Fernández, mientras los Vicini y como es su conducta, solo saben poner su dinero en todas las canastas, pero la parte cibaeña de la oligarquía y la alta clase media da muestras de querer al alcalde de Santiago, Abel Martínez, mientras que el reducto de la burguesía capitaleña y en su clásico oportunismo, no quiere pronunciarse por ni uno ni otro, al menos, hasta tener bien claro que decisión tomaría Abinader.

Pero al mismo tiempo y como también se trata de una puja entre jugadores de póker al más alto nivel, todos quieren sacar partida a favor y coincidiendo todos los grupos y por aquello, de que al controlar al sector mediático, tienen seguro que los atrapados electores harán lo que ellos digan, están utilizando sus puntas de lanzas dentro de sus respectivas redes sociales para tratar de librar una guerra de exterminio con tal de prevalecer y con el solo interés de saber definitivamente, que piensa y que hará al respecto el presidente de la República.

Ha sido por ello, que a esta mañana, el matutino centenario capitaleño propiedad de las dos familias oligarquías más importantes, los Corripio y los Vicini, lanzaron a uno de sus esquiroles y con el propósito de poner a pensar a todo el mundo de si valdría o no la pena que Abinader se fuera hacia la probabilidad de su reelección constitucional y tratando de colocarle ante el público como si estuviera entre la espada y la pared, pretendiendo que como el presidente dijo en septiembre de 2021 que aplazaba su decisión para un tiempo más cercano a las elecciones de mayo de 2024, desde ahora esas dos familias quieren saber donde será que finalmente repartirán la cesta de compra de votos a favor de uno u otro candidato.

Otros en cambio, consideramos que Abinader no tiene necesidad de mostrarse por ahora como candidato presidencial a nada y lo que, si utiliza el estilo Balaguer, perfectamente que podría hacerlo hasta treinta días antes del registro de candidaturas y tal como la ley electoral lo especifica. Por lo tanto, no corre prisa y sí más bien y sí sabe hacerlo, puede manejar el tiempo a su favor y para desesperación de supuestos amigos y seguidores o correligionarios y también adversarios.

Y es que, en este punto, hay que tener muy presente que el Abinader que podría postularse para una reelección constitucional de cara al 2024 no es y sí dejó bien atrás al Abinader candidato opositor del 2020, que a ese momento corría a la desesperada por arrebatarle el poder a la maquinaria continuista del gobernante PLD.

Pues si se puntualiza sobre este particular y teniendo el presidente un apoyo tácito y duro de ese 25 por ciento que se lo da el cargo que ocupa, necesariamente que se encuentra en mucho mejor posición, que aquellos políticos que los barones mediáticos y sus medios, dicen que son los que tienen grandes posibilidades y nos referimos a los señores Fernández y Martínez.

Incluso, el posicionamiento de Abinader es tan inmejorable, que perfectamente puede darse el lujo de no hacer, disponer u ordenar ningún tipo de encuesta y para hacerla pública y mucho menos pronunciarse sobre la reelección constitucional, pues de hacerlo, levantaría una especie de viento de cola a favor de los precandidatos opositores, quienes de ese modo podrían avivar sus propias vigencias públicas y electoreras.

Mientras tanto, el presidente, lo único que tiene que hacer, es seguir ganando amigos y simpatizantes e igual seguidores y gracias al formidable trabajo de revitalización de confianza que evidentemente cada día logra un tanto más dentro de la ciudadanía y las fuerzas vivas nacionales y lo que está refrendado por su positivo trabajo como presidente de la República.

El problema y esto hay que puntualizarlo, quienes lo tienen, son todos los individuos y sectores que quieren que Abinader se pronuncie de si va o no como candidato y lo que tampoco es necesario, toda vez que la misma Carta Magna es la que le indica en su artículo 124, que sí está autorizado a hacerlo, mientras no ocurre igual con ningún expresidente o alcalde en ejercicio y quienes en este caso, sí que son quienes tienen prisa.

Ahora bien, el único punto negro que pudiera afectar al presidente y provocándole una decisión desesperada, fuera, si su partido, el PRM, le diera por dividirse o también presentarle un precandidato que el expresidente Mejía, que se ufana de controlarlo y a quien se le atribuye un poder de veto interno fuera de lo común, así lo indicara y para lo que a ese momento y en el supuesto de que el probable escenario pudiera presentarse, estaría la opción de la puesta en marcha de un fuerte y dinámico sector externo netamente pro Abinader. Lo que significa, que también en este punto, el presidente tendría opciones salvables.

Porque vamos a ver, ¿qué es lo que ofrece el expresidente Fernández, que no sea esa peligrosa vuelta al pasado en busca de un neo caudillismo redivivo, que fue bueno para otros tiempos y si era Balaguer, pero que sería aventurado y altamente arriesgado con este expresidente? ¿O que decir del alcalde Martínez, otra muestra viva de la corrupción desde el poder y el manejo personalizado y medalaganario de presupuestos y funciones y solo para su favor?

Entonces y cuando se efectúa un examen minucioso de estas personalidades políticas y las que por supuesto, nadie puede regatearles sus derechos legítimos a ser postulados a la más alta magistratura del Estado, lo que queda es este detalle: Qué una cosa es haber sido y otra pretender ser y peor, frente a un presidente de la República, quien como Abinader solo tiene un indicador de rechazo directo menor del 15 por ciento, mientras Fernández pasa del 25 por ciento y Martínez casi le llega al mismo nivel y cuidado.

De ahí que haya que entender y que es lo juicioso, que después del dos de julio, es previsible que el presidente Abinader se pronuncie categóricamente sobre su posibilidad reeleccionista constitucional. Ahora no es necesario. (DAG)