Parecería que estamos en campaña y las elecciones presidenciales de 2028 son este domingo, pues de qué otra forma explicar esa innecesaria urgencia de inaugurar obras civiles aún inconclusas, por parte del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).
Las intervenciones en la autopista Duarte son de gran envergadura; su remozamiento y puesta a punto responde al mantenimiento de la vía; y su actualización obedece a la evolución del flujo vehicular de los últimos 30 años. Por lo que, se espera que al término de todas sus intervenciones la autopista siga siendo un eje importante del desarrollo nacional, conectando las 14 provincias del Cibao con la capital.
Precisamente porque las intervenciones son muchas, simultáneas y responden a pendientes históricos, no se explica la razón por la cual el MOPC publicitara la apertura de los 14 carriles que se encuentran en el “km. 9”, generándose la percepción de que la obra estaba concluida.
Tanto la cuenta X del MOPC como la personal del ministro mostraron imágenes de la misma, anunciando el inicio de operaciones, de ahí que, sin importar lo que este dijera en el recorrido realizado con periodistas el sábado 14, en el imaginario colectivo sólo dos cosas quedaron muy claras: que el peaje de la Duarte costará 100 pesos en febrero y que los 14 carriles del km. 9 estarían operativos a partir del lunes 16.
Estas dos medias verdades se convirtieron en verdades absolutas y, a partir de ellas, la comunicación ministerial perdió control del relato; pues las críticas, reacciones o incomodidades que pudiera generar una realidad en febrero fue diferida a septiembre, faltando seis meses aún del hito informativo. En lo que respecta a los 14 carriles, desde el lunes 16 la prensa reseña inconformidades de peatones y usuarios vehiculares de ese tramo de la autopista, quienes mayoritariamente dan a entender que lo que se hizo no funciona, o está mal hecho.
Lo de funcionar o no, debe verse en el contexto de una serie de intervenciones conexas, paralelas y simultáneas, que pretenden enfrentar un problema multidimensional como el tránsito; pero la percepción de que el gobierno inaugura obras sin terminarlas, la crea y la alimenta el propio gobierno desde sus cuentas oficiales; cuando proyecta imágenes de drones que dan cuenta de una obra a medio talle, con una carpeta asfáltica irregular; donde las diferencias cromáticas entre las capas de rodamiento viejas contrastan ostensiblemente con las nuevas; bordillos New Jersey divisores de flujos sin encofrar; y muchos separadores plásticos provisionales que hacen que al transitar por ahí, el usuario tenga la sensación de lo obvio: esto es, que la obra no está lista y sin embargo, el gobierno la entregó.
La comunicación puede modelar la realidad, pero no crearla; y el MOPC debería cerciorarse al momento de decidir políticamente la inauguración de una obra, si la misma está 100% terminada o no, de lo contrario, lamentablemente, más que aplausos, cosechará críticas. Por: Federico A. Jovine Rijo (Listín Diario)