Cuando en un país, su clase gobernante deserta de sus responsabilidades cívicas y acepta que la partidocracia se convierta en el peor nicho de corrupción y destrucción de las costumbres cívicas, ocurren dos situaciones graves: Cómo gobierno, los partidos solo entienden que sus políticos deben hacer uso de los instrumentos del poder para envilecerse y prostituir a los ciudadanos y la sociedad y en función de sus comunicadores y lupanares mediáticos en las redes sociales, destruya lo poco o mucho que de institucionalidad aun exista.
Ante tales circunstancias y como los referentes sociales de moralidad y decencia desaparecen o hacen mutis, lo peor de la gleba social se le impone a una ciudadanía, que corrompida hasta los tuétanos, poco le importa que desalmados morales desde medios de comunicación y de información de masas en internet como en las redes sociales y en los medios periodísticos tradicionales, ocupen los espacios que la gente decente y por cobardes sus integrantes, abandonan y dejan que la plebe se apodere de los instrumentos que coadyuvan a la creación de una opinión pública correcta y sana y ajustada al orden moral. Esa y no otra, es la razón, de que, desde hace veinte años, la República ha caído en la hondura amoral de la debacle social, más significativa.
Todo comenzó con los influencers promotores de música hija de la improvisación, la amargura, el resentimiento y la desfachatez y a un nivel tal, que hoy, esos antisociales ayer y “referentes” de opinión hoy y con estaciones de radio y televisión que se apoyan en programas en donde ese solapado ejercicio de prostitución a todos los niveles, ha hecho de locutores y opinantes, la versión moderna de la peor prostitución de calle y a su vez, apoyada en los antros de música y placer y tanto en discotecas como en los teteos barriales y dándose el penoso espectáculo, de que a la fecha, ser prostituta o degenerado prostituto, drogadicto, pervertidor de menores y hasta asesinos en tiempo libre medrando en los centros nocturnos, sea ya mismo la nueva versión “colorida” de cuando un país y su sociedad se ha hundido en la inmoralidad más absoluta.
Agréguese a semejante escenario, que la mayoría de los jóvenes de clase media o barriales, no quieren trabajar y tampoco estudiar y sí prostituirse y servir de cama a altos cargos de empresas de todo tipo integradas en la clase media y alta burguesía y lo más significativo, teniendo el apoyo de la asociación o sindicato de profesores ADP, que se ha convertido en el nicho más oprobioso y criminal de destrucción de los valores morales, la educación doméstica y la vida en sociedad.
La escala de anti valores ha sido tan significativa, que desde el 2004 al presente, son veinte cuatro años en los que tres partidos políticos: PLD-FP y PRM y sus aliados de alquiler, han logrado la destrucción de la moral social y aun nivel tan absoluto, que ya se ha visto como comunicadores de toda laya y básicamente sicarios mediáticos practicantes de la difamación e injuria a gran escala y creyéndose que son una especie de atrevido suprapoder político y en base a chantajes, desinformación, noticias falsas y cobardía de los que mandan y al ser estos, sus cómplices en el asalto de las instituciones y los dineros públicos, han hecho del Estado Dominicano y junto a la prensa mercancía que les apoya, el peor albañal y sentina que una nación pudo haber experimentado.
Ha sido por eso, que también en estos días, que se ha visto como comunicadores terroristas de la palabra, quienes a su vez son terroristas sociales, difaman con el mayor descaro, insultan al mejor postor y como una casta gansteril de la peor especie, entienden que tienen de dominio a toda la República y con impunidad absoluta.
Debido a esta realidad, los tres poderes interdependientes del Estado han caído de rodillas ante tanta corrupción y desquiciamiento moral y al extremo, de que la autoridad más importante del ministerio público, la procuradora general de la República y en su condición de funcionaria jefe y ella misma alcahueta de esa prensa que ahora la ataca desconsideradamente, es víctima del mayor acoso y abuso comunicacional, que alguna vez hubiese podido pensarse que se daría, contra un alto representante del Estado y en demostración gravísima de que se está frente a un gobierno, que asume que maneja un Estado fallido.
Nosotros vamos a advertir lo siguiente, el actual, es un gobierno en funciones que termina el 16 de agosto y para que ese mismo día, el nuevo gobierno nacido del robo absoluto de los resultados electorales de febrero 18 y mayo 19 se juramente y se instale.
Ese es un nuevo gobierno sin autoridad moral y su presidente debería tratar de ganársela y en base a un ejercicio de decencia y limpieza de conducta y generando un pare definitivo ante tanta degradación social e hija de su complicidad con ese factor mediático, que actúa como si la República solo fuera suya.
En todos estos años, las Fuerzas Armadas han cumplido con su papel constitucional de ser obedientes al Estado de Derecho y proteger y fortalecer la democracia representativa y no participativa que los dominicanos nos hemos dado, pero esto no quiere decir, que en las academias militares y policiales no se esté atento a la involución de una nación en manos y dirigida por saqueadores.
Consecuentemente, ya es hora de que el poder civil entienda, que por la pendiente en declive en la que se está desenvolviendo y en gran medida, gracias a ese sistema comunicacional tan prostituido, que es hora de parar en seco y retornar a los valores morales más que imprescindibles y a ese “periodismo” advertirle, que si por manos de los trapos la constitucionalidad fuera afectada, será ese periodismo de nausea y sus actores y propiciadores, los primeros que experimentarán, no un simple fusilamiento moral y si el definitivo y duro, que haga que tanta suciedad inmoral tenga que desaparecer a las buenas o a las malas y como la única vía o salida para reconducir a la nación.
El presidente Abinader, todavía le damos el beneficio de la duda y entendemos que tiene buenas intenciones, pero si no para la inmoralidad reinante desde el poder, podría llegar un momento que los acontecimientos que pudieran venir le dieran una sorpresa tal, que sus deseos de buen gobernante se hicieran trizas. Todavía está a tiempo de hacer un buen gobierno, sanear su partido y entender que la nación no aguanta tanta degradación moral desde el poder.
Teniendo todo lo anterior muy presente, es que advertimos a los que les de la gana de entender, que el periodismo tiene como función ser auxiliar del Estado de Derecho y siendo su contrapeso, no ser gobierno y menos creerse con el monopolio del poder. Con Dios. (DAG) 27.06.2024
