lunes, junio 17, 2024
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En líneas generales, no todo está también como se quisiera, pero el país va bien y comparado con otros, a más y teniendo un presidente que cada día es mucho más maduro en el ejercicio del poder. Abinader ha pasado la prueba y con creces

Al entrarse de lleno en el inicio del frenesí pre electoral que obliga a quienes comunicamos y escribimos a tratar de tener mente fría  y corazón quieto y para no incurrir en los excesos de los activistas políticos, las mismas fuerzas políticas y ni hablar de la administración gubernamental, decididamente, debe llamarse la atención de que por más que un propagandista o activista político quisiera que todos veamos su panorama como si el mismo se correspondiera a la realidad objetiva, siempre se habrá de tener el cuido para no caer en excesos, que si bien en otros tiempos pudieron hacerse, no lo es menos que los de ahora no son tiempos de gente nerviosa y sí de buscar resultados y óptimos de cara a los intereses permanentes de la nación.

En este sentido, vemos que el Abinader procurando la presidencia en el 2020, no es ya y ni por asomo el Abinader de hoy y el que en función de ello se le nota menos radical y ruidoso en sus afectos o critico contra quienes le enrostran alguna que otra política nada cónsona con los intereses de terceros.

Este aspecto, es evidente que el presidente ha sabido madurar y lo que hay que atribuir a su ejercicio de gobierno y en el que, él y por primera vez, se está mostrando así mismo como un político con credenciales propias de buen gobierno y de saludable administración, al tiempo que se muestra con una actitud de apertura, que sorprende, cuando se le recuerda como era su comportamiento hostil contra quienes le criticaban en lo más duro de la campaña electoral.

Y es que por lo que se está viendo, parecería que Abinader ha aprendido y mucho en el difícil arte de ejercer la política del poder en procura de que la mayor cantidad de conciudadanos  sientan que a él ya no le enojan las criticas más duras o las más descontroladas, sino que entiende cual es la función real de todo critico y mucho más si se es analista político de Estado, de ser contrapeso de todas las fuerzas políticas y sociales, también económicas y seglares, que en un momento dado influyen decididamente en la vida general de la nación.

De este modo, es más que positivo sino emocionalmente saludable, que el presidente haya cambiado para mejor y que ya acepte las críticas, apropiadas o no y como parte del proceso de opinión, contraria o a favor, que siempre la realidad política impone y que todo político en ejercicio y mucho más el que esté en el poder, debe saber entender, manejar y motorizar y esto así, porque con solo que entienda que cada quien hace su papel y para que la democracia sea más dinámica y viable, debería de ser razón más que suficiente para aceptar toda opinión disidente y dicha siempre con respeto y consideración.

Consecuentemente, para POR EL OJO DE LA CERRADURA, su mayor satisfacción radica en descubrir, que el presidente Abinader ha madurado emocionalmente de una manera tan amplia como firme, que ya es prácticamente imposible que terceros interesados y como sucedía antes de las elecciones del 2020, pudieran manipularle y hacerle actuar en función de sus intereses y no en los propios del político en campaña buscando la presidencia de la nación.

Desde luego, ahora y de cara a una probable reelección constitucional y teniendo a su favor un cúmulo de decisiones y políticas positivas, es innegable que el nuevo Abinader se ha convertido en un prospecto presidencial confiable y tanto, que, notando su avance, son los mismos opositores los que se muestran inquietos conociendo el empuje vigoroso que el presidente le impone a sus palabras y ejecutorias.

Ayer fue la muestra y en su informe a la nación, a propósito de haber cumplido dos años en la presidencia de la República.

Fue un Abinader al desnudo, sin hipocresías ni miedos y sí muy seguro de sí mismo que se presentó al momento de emitir su discurso y el que por demás, fue como una especie de gota de lluvia vivificante, en un país sediento de buenas noticias y también buenas realizaciones.

Delineó y sin titubeos, todo cuanto ha hecho a favor de la nación, esbozó con firmeza las reformulaciones y políticas económicas que ha tenido que realizar y sin dejar de defender aquellas políticas sociales de las que obviamente se siente orgulloso. Trazó un panorama realista respecto a lo que ha hecho, quiere y hacia donde va y supo poner en su sitio, a una oposición, que, por lo visto, creía que el presidente no podría y dentro de las circunstancias, hasta ejercer el poder presidencial con destreza, firmeza y ecuanimidad y haciéndose confiable a la ciudadanía y desde todos los sectores políticos y sociales.

Sin embargo y conociendo la raíz ácrata de su partido, como nunca antes desde que llegó al poder y también  para lo que queda de este año y todo el 2023, Abinader tendrá que mantener a soga corta a sus parciales, a su partido y al mismo gobierno y si es que quiera llegar con una fuerza propia imbatible de cara al proceso electoral del 2024 y por una simple como determinante razón, ahora tiene que ganar amigos y colaboradores dentro de las fuerzas sociales que, o le son adversas o sencillamente se niegan a conocerle, por lo que si se muestra como un gobernante de apertura y sin perder su personalidad, no habría nada que le impidiera llegar a los comicios  con una potente muestra de popularidad y autoconfianza que terminara por imponérsele a sus dos principales adversarios políticos, endiosados a más y al haber sido presidentes por varios años.

Resumiendo, Abinader está restaurando las funciones del Poder Ejecutivo dentro del mejor concepto concerniente a la transparencia y el ejercicio del poder con honestidad e integridad personal y aunque en su camino pudiese presentar una que otra falla u interrupción de funcionamiento, no lo es menos que su generosidad, bonhomía y buena fe suplen cualquier sorpresiva deficiencia de administración y lo que habla muy bien de él.

Haciéndonos decir, que, en líneas generales, no todo está también como se quisiera, pero el país va bien y comparado con otros, a más y teniendo un presidente que cada día es mucho más maduro en el ejercicio del poder. Abinader ha pasado la prueba y con creces. (DAG)

                                                                                                                                             

 

 

 

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