Mientras en la mayoría de los países latinoamericanos, este es un día en el que se recuerda con cierto agrado, el hecho objetivo, de que, debido al arrojo, iniciativa y desafío a todos, que el gran Almirante de la Mar Oceana, ese iluminado de Cristóbal Colón, les plantó a las cortes europeas y en particular a la portuguesa y en específico a la del reino de Castilla y Aragón en la hoy España.
Es innegable y como la otra cara de la misma moneda, que la parte de tragedia y genocidio mayor de tan extraordinario acontecimiento, le cabe la responsabilidad, a la religión que se cobija al amparo de la criminal Cruz Católica y la que provocó, no solo el peor exterminio de pueblos aborígenes enteros y de gran cultura originaria y plenamente autóctona, sino que marcó un profundo antes y después en la lucha de la iglesia católica por destruir las culturas y religiones originarias, en vez de haber hecho lo contrario, de asimilarlas a lo inmediato y hasta que por propia penetración pacifica, las mismas terminaran siendo propias de un catolicismo renovado, que todavía se resiste a aceptar la ocurrencia de creencias religiosas animistas propias y con el disfraz de ese catolicismo belicoso y caduco que llegó a estas tierras americanas entre 0ctubre de 1492 y 1496.
Lamentablemente y por acomodamiento de algunos y cobardía de otros, aun el colonialismo cultural religioso ibérico, no ha sido criticado y tampoco enjuiciado en toda su amplitud y profundidad y como el verdadero causante y responsable del exterminio de no menos 20 millones de individuos y por el único pecado de estos, de tener creencias panteístas y un concepto religioso hijo de su propia cultura y que en el caso azteca, horrorizaba a la horda de religiosos españoles que entraron en estas tierras a tambor batiente y con el solo propósito de convertir a puro fuego, a pueblos y naciones aborígenes americanas.
Responsabilidad asesina, intrínsecamente de autoría de las órdenes de los Franciscanos a partir de 1524, Dominicos en 1526, Agustinos en 1533 y los Jesuitas en 1572, aparte de la avanzada clerical que aisladamente acompañaba a Colón en sus primeros viajes de apertura y exploración y cuyos integrantes fueron los responsables, de que solo entre 1492 y 1496 hubiesen sido asesinados nada menos que un millón de aborígenes en toda la isla Española y así sucesivamente, millones más en las otras islas caribeñas y en la mayoría de pueblos y naciones en tierra firme.
Desde luego, horroriza que todavía el Vaticano no haya sido condenado por el juicio de la historia, aunque si hay que destacar, la imploración de perdón por medio del papa Francisco, quien oriundo de la parte sur de este continente, demostró sobre el tema, mayor sensibilidad que sus antecesores, aunque no se puede olvidar el temperamento revisionista sobre el maltrato católico en este continente y por parte de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II.
Por la parte política, es infame que todavía España no responda u ofrezca perdón por los crímenes cometidos por sus huestes en estas tierras y que, de grosera, reclame su clase gobernante, que los pueblos americanos deberíamos verla como “la madre patria”, cuando en la práctica, la llamada “colonización española” fue la peor desgracia o apocalipsis que pudo haber llegado a todas estas tierras.
Ante esta realidad y en un día tan significativo como este, los pueblos americanos de hablas de origen latino, sí tenemos que reconocer, que la gesta de Colón generó un cruce de culturas que facilitó las cosas para que 529 años después, hoy exista el sentimiento de la misma raíz cultural pero, sin la perdida de nuestras propias culturas e idiosincrasias autóctonas, en tanto España, de petulante y grosera, ni siquiera reconoce, de que como nación y por la historia común, gracias a los pueblos americanos, su idioma creció y se enriqueció a más y a la fecha, es uno de los cinco más importantes en todo el planeta.
Los españoles son un pueblo tan desgraciado y mal agradecido, que ni siquiera reconocen la importancia decisiva para su historia, que les significa que Colón hubiese podido convencer, prácticamente rogar, que la corona de Castilla y Aragón financiara a medias, el intrépido viaje del gran descubridor. En tanto en América se le da la importancia que merece la hazaña de Colón y a quien se le reconoce sin paliativos su gran empresa oceánica y como el paso decisivo que unió a todo el planeta y generando ese concepto de hispanidad amplio que en estas tierras reconocemos, mientras en la ingrata España, todavía se discrimina a los latinoamericanos que llegan a la península ibérica en plan migratorio y tan necesarios en estos momentos que la nación española está disminuyendo su capacidad humana de procreación.
En esto último, solo hay que ver a su descendencia en estas tierras, la mayoría llegó en alpargatas y con una mano adelante y otra detrás y como inmigrantes y en líneas generales, fueron y son un desastre en materia de respeto a estos pueblos y naciones y llegan y se hacen ricos y encima, pretenden imponer una mentalidad colonial rediviva por la que se creen especie de ciudadanos de primera, cuando la gran mayoría sale de lo peor de todo cuanto España recurrentemente engendra.
De ahí, que donde los americanos vemos a un español, se vea y se entienda lo peor en materia de delito, latrocinio y criminalidad y lo que continua a través de sus mercaderes, comerciantes e inversionistas, mientras la España oficial pretende darse ínfulas y mucho más, si el partido oficial, el PSOE, la gobierna, de creerse que también manda en estas tierras o tuviera voz activa en sus gobiernos.
Asumiendo pues las razones de todo esto, es que los americanos de origen latino vemos en esta fecha tan significativa, la oportunidad que se tiene para que España pida perdón por sus crímenes y saqueos y despojos al patrimonio natural e histórico efectuados contra estos pueblos y naciones originarias y que la cruz criminal católica, la acompañe y que como iglesia se arrodille y por lo que recordamos a ese 12 de octubre del siglo XV que tanta sangre costó y al amparo de la criminal cruz católica. (DAG)