lunes, junio 17, 2024
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España. Vivienda, prostitución…y más promesas

Las elecciones convierten la política en un zafio y sucio mercado donde todo está en venta. En primer lugar, la ética, pero, también, el sentido común, los principios, la coherencia… El cielo es el límite, porque lo único importante es ganarlas. Todo se supedita a ese bien fundamental.

La política debería ser la más noble de las profesiones, ya que todos deberían moverse impulsados por la vocación de servicio público. Por supuesto, el mérito y la capacidad tendrían que ser la razón que motivara la designación de los cargos directivos de la Administración Pública.

Eso debe suceder en un mundo imaginario, uno de esos metaversos que se han puesto de moda, pero en el real imperan los incumplimientos, la partitocracia, el populismo, la tendencia a un inquietante caudillismo, el clientelismo y el amiguismo, así como algunas prácticas que son lamentables. Una de ellas son los incumplimientos electorales. No entiendo por qué asumimos como normal algo que es una perversión de la política.

En la vida profesional o personal, una persona incumplidora adquiere muy mala fama. Hay pillos que consiguen llevar a cabo negocios timando a los demás, pero son gentucilla. Hace años había un conocido empresario hotelero que era experto en timar a viejecitas, viudas o quien se le ponía por delante cuando le alquilaban sus edificios para convertirlos en hoteles. No soy ingenuo y el mundo empresarial está lleno de trepas y matones de patio de colegio. Me refiero a los que hacen la pelota al de arriba, movidos por el sueño de apuñalarlo y sustituirlo, mientras tratan con desdén a los que consideran sus inferiores. Hay directivos que son malabaristas capaces de maquillar cualquier resultado. Hay trileros que se visten con una camiseta y se sientan en el suelo mientras que otros llevan chaqueta azul oscuro y camisa blanca, tienen conductor y un buen despacho.

La diferencia entre las empresas y la política es que en está última no hay límite a la hora de mentir, engañar o falsear. Esta campaña electoral será un mercado espectacular, más que en las anteriores. Hasta el momento han prometido vivienda social, por cierto, el franquismo construyó mucha, y acabar con la prostitución. Lástima que nadie haga una lista. Por: Francisco Marhuenda [La Razón]

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